viernes. 19.04.2024

La escisión necesaria

spinela160

La dificultad que tienen estas primarias para la derecha más moderada es que ellos han sido el "aparato" en los últimos años y ser percibido por las bases como “aparato”, hoy en día, pasa factura

Las primarias del partido popular son una magnífica noticia. Bien es cierto que han sido fruto del arrinconamiento de modernidad o de realidad –como se prefiera-, al que le ha llevado el PSOE con la moción de censura. Dicho lo cual y sea cual fuere el motivo que las causa, bienvenidas sean.

No teniendo más remedio que subirse al carro de las primarias –creo que hoy la ciudadanía no entiende un proceso de elecciones sin primarias- las estamos reconociendo como son siempre las primarias; a cara de perro.

Tenemos muchos ejemplos, pero queda claro que las primarias que triunfan, mediática y políticamente, son las primarias verdaderas, en las que se presentan posturas contrarias y que pelean por un espacio real, enfrentado en aspectos ideológicos y formales.

El punto en común que tuvieron las primarias del PSOE respecto de las que tienen hoy en el PP, es que en ambas no había una tutela específica –los órganos que se nombraron eran en cierta medida, ficticios- y cuando no hay una tutela orgánica se da paso a la militancia, que fueron y serán los que finalmente decidan. La discusión de ideas fue/ está siendo real y eso se nota.

Otro aspecto que ha aflorado, en estas primarias es que el Partido Popular ha fijado dos posturas ideológicas claramente diferenciadas.

Por un lado, Soraya Sáenz de Santamaría, quien quiere representar un centro derecha tecnocrático, alejado de las polémicas y meritocrático-liberal, pero que es identificado por sus rivales como traidor a causas tradicionales de la derecha española (aborto, Cataluña...) y a quién atribuyen los errores en la gestión del Gobierno que ella vicepresidía.

La dificultad que tienen estas primarias para la derecha más moderada es que ellos han sido el "aparato" en los últimos años y ser percibido por las bases como “aparato”, hoy en día, pasa factura.

Pablo Casado representa la derecha más extrema. Más tradicionalista y sin complejos. Apoyado desde el principio por Esperanza Aguirre y José María Aznar, con los que ha trabajado estrechamente, tiene un discurso nítido del espacio que persigue. Además, puede distanciarse claramente de la labor del Gobierno del que no formó parte. Aun y así le acecha el escándalo de su máster regalado.

Este escenario que le queda al Partido Popular comienza a dibujar en el horizonte la escisión –necesaria - del PP.

En un mundo moderno y plural en donde la credibilidad es parte esencial de la política, no se entiende que un partido de centro derecha (como se encargan de recordarnos cuando hay elecciones) contenga en su poso ideológico discursos xenófobos y defensores del franquismo.

Pablo Casado está en el horizonte de la ultraderecha europea, más cercano a Marine Le Pen o Matteo Salvini que a Merkel. Por el contrario, identificar a Saenz de Santamaría en esas posturas parece un exceso.

Es necesario en España una derecha moderada que permita hacer una finalización emocional de la transición española –la jurídica se cerró hace pocos días- siendo claros con la memoria histórica, acabando con las medias tintas y abriendo un nuevo espacio de normalidad en la política española.

Esperemos que este proceso llegue hasta el final y se produzca de verdad una regeneración política en el PP. Si ganan las tesis de ultraderecha, veremos como Ciudadanos se acomoda en el espacio que deja libre esta derecha moderada. Si gana la derecha moderada, veremos como Ciudadanos se acomoda más en la parte extrema –como ha hecho estos meses-. Pero estarán llamados a entenderse.

Si estas primarias son primarias de verdad, quizás veamos en el horizonte una derecha moderada que empieza a tejer su nuevo espacio (en donde Ciudadanos tendrá que ver cómo actúa) y una derecha extrema, que también comenzará a buscar su espacio; idealmente, cada una por su lado.

La escisión necesaria