jueves. 28.03.2024

La reactivación económica del estado español exige igualdad y reparto

Lo primero para reactivar la economía es acabar con los contagios del coronavirus y esta no parece ser la prioridad ni de las derechas, ni de sectores patronales como un sector de la hostelería, ni de responsables políticos que siguen sin fortalecer la sanidad pública.
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La aprobación en el Congreso de los Diputados del Plan de reactivación y resiliencia económica, redactado por despachos de interés de las grandes empresas y que el gobierno de Pedro Sánchez, presenta como propio, puede ser otra vez papel mojado sino se cambia profundamente su implementación. Criticar es fácil, luego algunas ideas, tal vez no novedosas pero si imprescindibles, en nuestra humilde opinión:

Lo primero para reactivar la economía es acabar con los contagios del coronavirus y esta no parece ser la prioridad ni de las derechas, ni de sectores patronales como un sector de la hostelería, ni de responsables políticos que siguen sin fortalecer la sanidad pública. Vacunar, si vacunar pero con buenas vacunas, que las ahí fuera del circuito comercial anglo-europeo incluida la española, y eliminar las patentes, pues hay que vacunar el mundo, no solo un continente o la pandemia seguirá y mutará.

En segundo lugar y en el caso español tal y como incluso organismos internacionales del mercado afirman, es imprescindible acabar con la precariedad y los bajos salarios que tan solo permiten la supervivencia a duras penas de amplias capas obreras y populares juveniles de forma bestial. La CEOE y los ultra-liberales que afirman defender a las empresas, en realidad las ponen en mayores dificultades y las utilizan para sus fines de dominación política y económica, mientras que les hurten a sus posibles consumidores, clientes y  proveedores al pagarse con salarios de hambre o no tener futuro a la vista las clases populares.

En tercer lugar hacer caso omiso de las y los economistas neoliberales, se pongan la etiqueta que se pongan. Las soluciones neoliberales a la crisis de 2008 han sido tan desastrosas que no ha sido superada, ha endeudado más a empresas y estados y ha provocado miles de cierres en beneficio de los oligopolios industriales y comerciales. Las ayudas públicas solo han beneficiado en realidad a los poderosos, los bancos privados y las grandes corporaciones. Las y los pequeños y medianos empresarios y los y las agricultoras/es y ganaderos han de saber que el neoliberalismo y las políticas trumpistas y/o globalistas son su principal enemigo. Por eso cuando la “izquierda” oficialista se pliega al neoliberalismo solo consigue engordar a las extremas derechas y al trumpismo y en eso está.

En cuarto lugar distribuir de forma justa, transparente y limpia las ayudas públicas, de forma que estas no se las repartan las grandes empresas y el IBEX en exclusiva, tal y como está ocurriendo. Garantizando los servicios sociales y públicos (sanidad, vacunas, pensiones, educación e investigación) hacen falta impuestos. Sin pagar impuestos no se puede repartir, ni crear ayudas sociales para la población empobrecida o pobre, que a su vez pueda ser cliente de las pymes, los comercios y consumir decentemente. Los famosos planes de ayuda de la Unión Europea están en el alero por diversos motivos, incluida la propia Alemania. Resumiendo el principal enemigo de las pensiones públicas (Las y los pensionistas son grandes clientes y ayudan económicamente a los más jóvenes) es la precariedad y los bajos salarios por un lado, de otro la baja imposición y los privilegios fiscales de las clases altas y poderosas. El principal enemigo de las pymes y la economía social es el neoliberalismo que las grandes corporaciones imponen y los gobiernos obedecen.

En quinto lugar defender lo público y poseer un gran y buen sector público. El sector público garantiza el control democrático del mismo y su función es de de servicio, no de lucro. Debe haber banca pública, redes de comercialización públicas, pensiones públicas y por supuesto sanidad y educación. Pero el sector público debe estar presente en la investigación, las industrias estratégicas como la farmacéutica o la energía y comunicaciones, el transporte y ser apoyo de sectores emergentes. Además los servicios públicos crean siempre empleo con más calidad y dignidad, por eso acabar con la precariedad en los sectores públicos es de urgencia y justicia. El sector público de producción y servicios puede y debe además ser clave a la hora de cambiar nuestro modelo productivo y dejar de ser un estado solo de servicios o zángano de países más empobrecidos o colonizados económicamente. Dejar de ser la taberna de Europa que es el papel que Alemania y la UE nos imponen. Todo esto tiene más sentido cuando sabemos que el capitalismo español es rentista y especulativo, muy escasamente inversor en producción y trabajo. Sin banca pública, lo dicho es imposible implementarlo.

En sexto lugar las soluciones a las crisis o a los desastres y hecatombes son siempre políticas. Es política cualquier decisión y el neoliberalismo o la economía ortodoxa y capitalista es una opción ideológica política. Lo más político que hay es la economía. El Trabajo, carente de una opción política propia, se ve obligado a elegir entre fuerzas que en el fondo no defienden sus intereses, sino que sucumben a presiones o la compra-venta. Se pueden y deben hacer otras políticas. En estos momentos lo que sufrimos es una expropiación de lo público y los fondos públicos en beneficio de los y las muy poderosas, los grandes tinglados financieros y los estados se endeudan para salvar el capitalismo, que no a las personas.

En el reino de España, sin una constitución que garantice los derechos sociales, la vivienda, el trabajo o la libertad, sin un sistema democrático que permita la elección libre de sus magistraturas y la jefatura del estado, somos víctimas no del gobierno de turno, sino del sistema, del régimen, que unos aplican con más dureza y otros con más disimulo pero al final se impone.

Hay motivos para la esperanza y es que con lucha y coraje se consiguen pequeños triunfos como la despenalización de los piquetes de huelga o el fin del síndrome de alienación parental, por lo que el Trabajo debe organizarse más y mejor y exigir. Pero con una meta, porque al final será la política la que decida si tenemos derecho a la dignidad o solo a las migajas o el hambre.

La reactivación económica del estado español exige igualdad y reparto