viernes. 29.03.2024

La pobreza extrema y los trabajadores y trabajadoras pobres aumentan.

El origen de los partidos obreros (pues hay que recordar que la izquierda es un concepto más general que tiene que ver con ideas laicas, republicanas, reformadoras y puede ser burguesa o pequeño-burguesa) el origen pues de los partidos de masas, obreros y socialistas, está en combatir la desigualdad, defender siempre las mejoras materiales y de vida, la igualdad, ser la fuerza politica organizada de las clases trabajadoras y conseguir el reparto de la riqueza y la supresión de las clases.

No está mal recordar esto, sobre todo cuando nuevas generaciones se incorporan a la politica y se olvida el porqué de los partidos obreros y si los hay o no. El feminismo desde casi los inicios del obrerismo político de la mano de Flora Tristan o Rosa Luxemburgo transita y milita en los partidos de clase que con el ecosocialismo y la declaración de Rio, (pues no hay que confundir el ecosocialismo originario y anti-capitalista con el sub-producto que partidos moderados de izquierda, nos venden) se incorporan al ideario de los partidos de clase, aunque en realidad ya llevan años formando parte de sus valores. Pero desde la ciertamente exitosa contra-revolución neoliberal a finales del siglo XX, las desregulaciones y privatizaciones generalizadas generan una ola de desigualdad y pobreza que se incrementa sin cesar.  

Los partidos obreros sufrimos una derrota tanto interna como externa. El capitalismo solo basa su triunfo en la desigualdad, la explotación y la guerra, pero personajes que surgen en el interior de partidos obreros abrazan su causa y niegan la mayor, el socialismo, pasa a ser una simple marca electoral corrompida, por eso a muchas y muchos nos resulta tan difícil rescatar la credibilidad y el hacer socialista. Desde el momento que algunos renuncian a las ideas de cambio social y político se renuncia también a luchar por la igualdad y la erradicación de la pobreza, de no ser más que de forma cosmética o bien si no hay crisis económica y los capitalistas pueden dar algo.

El abrazo neoliberal de las izquierdas oficiales, provoca finalmente que éstas a la hora de elaborar sus políticas económicas miran más y mejor las opiniones de banqueras y banqueros, patronales o lobby conservadores que en favor de millones de personas que no pueden salir de sus barrios y solo van a los centros urbanos a servir mesas y poner cañas, o no llegan a fin de mes o simplemente no tienen trabajo y si lo tienen es en precario o en negro. Agricultores y agricultoras que ven como las grandes superficies les roban su trabajo y sus cosechas. Mujeres obreras, trabajadoras y desempleadas que son el último eslabón laboral o sufren brecha salarial. Cada vez hay más millones de trabajadoras y trabajadores pobres y para los más jóvenes ser mileurista ha pasado a ser un sueño inalcanzable.

Y eso pasa en la Unión Europea, en España, no solo en India, Brasil o Pakistán. Nuestros barrios están habitados por personas que se alimentan de mierda elaborada por ser barata, deben pagar facturas de luz a precios de lujo y cuando se piden medidas políticas de control de precios en uno u otro sentido, el o la ministra de economía correspondiente dice que no se puede perjudicar a las eléctricas, o que huirán los inversores o que los mercados… Pero nunca las personas, jamás las clases obreras y populares. Esto pasa.

Mi convencimiento es que el interclasismo de ciertas izquierdas y el transversalismo de otras han dejado a la clase trabajadora sin partidos y encima con unas burocracias sindicales cobardes e instaladas, cobrando subvenciones. Y mientras tanto, cada vez más pobres. Lo malo para los partidos de la situación, es que la mayor parte de las personas pobres, las victimas más duras del neoliberalismo, no suelen votar, pero también que pueden hacerlo en beneficio de la extrema derecha ante la ausencia de partidos obreros fuertes o bien los grandes impedimentos de todo tipo que se ponen contra los partidos de clase llamándolos demagogos radicales, antisistema o locos a efectos de descalificarlos.

Tanto es así que más allá de medidas “de avance social” que no sabemos lo que son, o mayor o menor incremento de subsidios condicionados no hay nada que en lo que a reparto de la riqueza se refiere diferencie a las fuerzas de las izquierdas oficiales de las derechas y conservadores. La renta básica (tan necesaria en cualquiera de sus fórmulas) o el impuesto a la banca se han convertido en mantras de las campañas electorales que ninguna Calviño que se precie permitirán jamás o si lo hacen será de forma ridícula y limosnera como los bonos sociales, pura invención de caridad burguesa y ultra-temporal. Al avergonzarse la izquierda, de serlo y de poder ser una fuerza del trabajo organizado, los reclamos electorales no pasan de serlo.

La única forma de trabajar contra la pobreza y la desigualdad desde un punto de vista de reparto, justicia redistributiva es construir una izquierda obrera, del trabajo organizado, de las y los “pringaos”, los y las “currantas” que somos mayoría y no inventos de señoritos de Madrid o de simple regeneracionismo liberal.

Los partidos obreros (el PSOE en origen lo es) surgieron también para cambiar leyes y constituciones y defender los derechos de los pueblos, no para sostener coronas o leyes injustas o tan solo pensar en que dirá el IBEX, el burócrata de turno de Bruselas o el FMI. Por eso y hablando de la UE o el FMI regresar al internacionalismo, es imprescindible, pues la desigualdad, las agresiones contra las personas y el planeta son internacionales.     

La pobreza extrema y los trabajadores y trabajadoras pobres aumentan.