sábado. 20.04.2024

Un precio muy alto para obtener escasos resultados

Se crea empleo, pero muy lentamente y, lo que es peor, en unas condiciones laborales precarias y sin apenas derechos...

El paro en la economía española está descendiendo levemente, según las cifras que proporcionan el paro registrado y las más fiables de la Encuesta de Población Activa. Esta mejora ha llevado al Gobierno a lanzar las campanas al vuelo presentándolo como un éxito de la política económica puesta en práctica. Se reconoce que ha habido que efectuar sacrificios pero ha merecido la pena, pues ya se empiezan a ver los resultados. Además, se añade, las drásticas medidas tomadas han sido necesarias por la herencia recibida del Gobierno socialista. Se ha evitado el rescate, una verdad a medias, y se ha conseguido no caer en el abismo. Todo este discurso lo que trata es de encubrir el fracaso de la política económica llevada a cabo.

El Gobierno del Partido Popular lleva dos años y medio en la dirección de país, sin embargo, la impresión que produce en ocasiones es que sigue en la oposición, culpabilizando de todos los males al Gobierno socialista, en lugar de asumir sus propias responsabilidades en la toma de decisiones. Lo que pretende por todos los medios es la forma de encontrar justificaciones que le sirvan para defender su incumplimiento electoral y para no enfrentarse a la realidad de los daños causados con su gestión.

La incapacidad que ha mostrado en la gestión de la crisis, los escasos frutos obtenidos en su solución y la frustración que ha creado entre su propio electorado al no haber resuelto ni siquiera parcialmente los problemas derivados de la recesión, cuando entre sus promesas electorales estaba el que con ellos todo se solucionaría de la noche a la mañana, no es otra cosa que un mal resultado como Gobierno. La idea que trataron de difundir es que con el PP en el Gobierno se resolvería el principal problema de la crisis, que era principalmente de confianza. Con un partido conservador en el Gobierno volvería a restablecerse la inversión empresarial, bajaría la prima de riesgo, y se incrementaría el consumo. Nada de eso ha sucedido, de ahí la frustración que han sufrido muchos de sus votantes. La prima de riesgo de hecho aumentó en sus primeros meses de Gobierno y si luego ha tendido al descenso, no es por méritos propios, sino por la actuación del Banco Central Europeo (BCE).

La crisis tiene raíces más profundas y su desconocimiento es lo que ha conducido a tomar medidas equivocadas, tanto en la Unión Europea como en España. Las causas de la crisis han dado lugar a una literatura notable y abundante, que sí ha sabido desentrañar las razones de por qué ha tenido lugar un hecho de esta naturaleza, cuando los Gobiernos y la mayor parte del pensamiento económico, antes de que estallara la Gran Recesión, se asentaban en lo que Galbraith bautizó, con acierto, la cultura de la satisfacción. Pero parece que esta literatura, que va desde posiciones convencionales, críticas eso sí con la economía de libre mercado que se ha impuesto en los últimos años, hasta las visiones más heterodoxas, no se encuentra entre los libros de cabecera de los dirigentes actuales.

De todas maneras, a pesar de la existencia de esta buena y rigurosa literatura económica, como estamos en periodo de vacaciones y no se trata de recomendar libros sesudos sobre la crisis, no porque en verano seamos más tontos sino por ser días de relajación, desconexión, deporte, paseos, marchas, diversión y de pereza, les voy a proponer una novela, que trata sobre la crisis financiera actual, acerca del origen del Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial, ahora que se cumplen setenta años de la creación de estos organismos económicos internacionales, con caza de brujas incluida, Memorial del engaño de Jorge Volpi (Alfaguara, 2014) . Una novela en la se mezcla ficción con hechos y personajes reales, escrita por un autor mexicano que tiene otros libros notables como En busca de Klingsor y No será la tierra.

Tras este paréntesis literario, lo que muestran las acciones de política económica practicadas es que se han combinado la ignorancia de lo que hay que hacer ante una crisis de esta envergadura conjuntamente con la defensa de los intereses económicos dominantes, grandes corporaciones y las finanzas. Sin embargo, conviene matizar, pues si bien esto es una tendencia general, hay diferencias entre los países, aunque desde luego lo hecho está muy claro en España, sobre todo con el Partido Popular.

Así, sin entrar a juzgar las medidas de austeridad tomadas por el Gobierno socialista francés, que son muy criticables, sin embargo requiere matices. En una entrevista realizada en el diario El País al primer ministro francés, Manuel Valls, este afirma: “Asumimos nuestras opciones prioritarias: reducir el déficit a la vez que mantenemos nuestras prioridades con 60.000 empleos nuevos en cinco años en la Educación nacional; empleos suplementarios en la policía, la gendarmería o la justicia, a la vez que mantenemos la investigación y las universidades. Pocos países han seguido esta senda equilibrada”. En España, se ha hecho lo contrario: destrucción de puestos de profesores, personal sanitario, recortes a la investigación y a las universidades.  

Los recortes se hacen sin establecer prioridades y no se afronta una verdadera reforma fiscal, no la que está preparando el Gobierno, que sea capaz de abordar los principales problemas: la baja capacidad recaudatoria del sistema impositivo y el enorme fraude.

Un libro lúcido que expone de una manera clara las insuficiencias del sistema fiscal español es el de Francisco de la Torre Díaz ¿Hacienda somos todos? (Debate, 2014). El autor pone el dedo en la llaga de esas insuficiencias, aunque no se esté de acuerdo en todo con él, pero no cabe duda de que puede servir como una guía para saber qué reforma fiscal convendría llevar a cabo.

Se crea empleo, lo que sin duda es positivo, pero muy lentamente frente al grave problema padecido, y lo que es peor, en unas condiciones laborales precarias y sin apenas derechos. Esta política económica estrecha de miras y sesgada hacia los grandes intereses no sirve para volver a la situación de bienestar que tenía este país antes de que se produjera el cataclismo económico. Los daños causados por la crisis y la política económica han sido muy graves hasta el punto de que en un país que se sitúa, según la clasificación del Banco Mundial, en el grupo minoritario de ingresos altos esté sufriendo privaciones y situaciones precarias típicas de otras épocas de la historia pasada y triste de nuestro país. 

Un precio muy alto para obtener escasos resultados