miércoles. 24.04.2024

Las grandes ausencias en los debates electorales

La expectación que se está creando en gran parte de la sociedad española no sucedía desde hace ya bastantes años.

Estoy siguiendo con interés los debates políticos que de cara a las elecciones del 20 de diciembre se están celebrando. Hace tiempo que no me sentía tan atraído por los debates y las berzosa101215controversias que se dan entre los distintos partidos y coaliciones electorales. La expectación que se está creando en gran parte de la sociedad española no sucedía desde hace ya bastantes años. Esto es un síntoma de que la política sí que importa, frente al comportamiento que se estaba dando como tendencia de desafección de los ciudadanos por los asuntos públicos.

Este revulsivo lo han creado Podemos, en primer lugar, y más tarde Ciudadanos. Un hecho de esta naturaleza se pudo comprobar en el debate que mantuvieron Pablo Iglesias y Albert Rivera en el programa de Salvados de Jordi Évole. Una audiencia de más de cinco millones de telespectadores así lo confirma. La gente está ansiosa por ver algo nuevo, diferente, a lo ya viejo y establecido. El debate se produjo en un formato también distinto al habitual, al no estar sujetos los dos candidatos a presidir el Gobierno de España a tiempos rígidos y a temas cerrados. Fue, por tanto, un debate ágil y nada aburrido, en el que, según mi punto de vista, Rivera superó a Iglesias.

En el último que organizaron Antena 3 y la Sexta, se alcanzó la cifra de más de nueve millones de telespectadores, y en este caso las tornas se modificaron, pues apareció un Pablo Iglesias sólido y contundente, que bajo mi punto de vista fue el mejor, lo que también viene confirmado por otros analistas, los sondeos llevados a cabo y la opinión expresada en las redes. Rivera dio muestras de nerviosismo al principio, cosa rara en él, y si no llega a ser porque enseñó la portada de El Mundo en la que se decía que Rajoy había cobrado sobresueldos de la caja B que administraba Bárcenas, habría estado muy desdibujado.

Esto por lo que concierne a los partidos emergentes, por lo que se refiere a los clásicos, hay que señalar lo vergonzoso que resultó la no comparecencia de Rajoy y su sustitución por la vicepresidenta del Gobierno. El candidato a seguir presidiendo el Gobierno alegó cuestiones de agenda, cuando todo ello se vino abajo al encontrarse en Doñana viendo el debate con la familia. Ha alegado también que él hará el debate sólo con el jefe de la oposición, pues siempre ha sido así. Con estas palabras ya se pone de manifiesto que Rajoy no ha entendido lo que está pasando, y es que precisamente se pide algo diferente, al encontrarnos inmersos en un periodo de cambio donde el panorama político se encuentra más abierto que en épocas pasadas.

La vicepresidenta, a mi modo de ver, lo hizo bastante mal, pues la impresión que se tenía era el de una opositora cantando los temas que se sabía de memoria. Falta de reflejos y capacidad de razonamiento así como insuficiente capacidad de rebatir los argumentos de los contrarios. Repitió lo que el PP lleva cuatro años diciendo de una forma machacona y faltando a la verdad de los datos. Sin ninguna autocrítica por los daños causados por la crisis y las políticas llevadas a cabo por su Gobierno. Se quedó absolutamente desconcertada cuando Rivera enseñó la página de El Mundo.

Por su parte, Pedro Sánchez lo tenía difícil, no lo hizo mal, pero tampoco bien. No supo responder a Pablo Iglesias cuando este le acusó de que una cosa es lo que dicen en la oposición y otra lo que llevan a cabo cuando el PSOE gobierna. Falto también de reflejos, tuvo que contestar en un mitin al día siguiente dando gritos y reivindicando las cosas que hizo el último Gobierno del PSOE. Las cosas que dijo eran ciertas, y le faltó mencionar algo que fue muy importante, como fue la retirada de las tropas españolas de la guerra de Iraq, que era un compromiso electoral, pero lo hizo en contra de Estados Unidos. La crítica de Pablo Iglesias era acertada en las cuestiones económicas pero no globalmente. Desde este punto de vista era claramente injusta. Muchos progresos sociales y en derechos de ciudadanía se han conseguido durante gobiernos socialistas.

En suma, un debate en el que los partidos emergentes, con sus insuficiencias y limitaciones, estuvieron mejor que los viejos partidos que han protagonizado la vida política española en las últimas décadas. En todo caso, hay que reconocer que el PSOE está intentando llevar acabo un proceso de transformación en función de los nuevos tiempos, aunque aún es incompleto. En todo caso, hay que lamentar que no se haya invitado a UPyD y a Izquierda Unida, que han tenido representación parlamentaria. Es cierto que los sondeos dan a estas cuatro fuerzas políticas opciones para gobernar o pactar para formar gobierno y los otros dos corren el riesgo de no obtener representación parlamentaria. Pero si se les ningunea de esta manera se entra en un círculo vicioso, pues prácticamente han desaparecido del mapa electoral y la impresión que se da es que ya no cuentan para nada, a la vez que no nos podemos guiar por las encuestas sustituyendo la voluntad de los ciudadanos expresada en las urnas.

Por último señalar, que en los diferentes debates se producen muchas ausencias de cuestiones relevantes y problemáticas. Resulta llamativo el que no se aborde el calentamiento del Planeta cuando se está celebrando la Cumbre en París sobre cambio climático. Al igual que otras cuestiones muy preocupantes sobre el medio ambiente: problemas de presión demográfica; problemas de agotamiento de materias primas; problemas de degradación del medio en que se vive con la contaminación, y que afecta a la calidad de vida, entre otros. En un mundo cada vez más globalizado no se explica que no se haga referencia a la política internacional, con medidas económicas incluidas, a la tragedia de los emigrantes y refugiados, y no se haya hecho mención alguna a la Unión Europea, con las políticas de austeridad impuestas y a la incompetencia mostrada en la cuestión de los refugiados. Un debate que queda lastrado por ser excesivamente provinciano.

Las grandes ausencias en los debates electorales