miércoles. 24.04.2024

El conde Romanones: en las zarzas del camino (político) vi quedar en la realidad de las cosas muchos ideales míos

Hay un librito, una auténtica joya, que lo conseguí hace unos años de una manera azarosa en una librería de libro antiguo en Barcelona, cuyo nombre no recuerdo, aunque sí que estaba por la Avenida de Puerta del Ángel. El título es Breviario de política experimental, publicado en 1944, cuya autor es nada más ni nada menos que Don Álvaro de Figueroa y Torres, conde Romanones. Todo un político. Todo un pura sangre de la política. En su tiempo fue considerado como el más experto y hábil manipulador de tretas y picardías políticas. El ojo sagaz del conde, que desconcertaba a Azaña, sabía intuir las situaciones más arduas y anticiparse a los más inesperados acontecimientos. Se consideró un liberal.

Haré una breve reseña biográfica política con algunas de sus decisiones políticas más importantes, y acabaré con algunas citas del libro mencionado. De sus actividades empresariales muchas e importantes,  como la Compañía Española de las Minas del Rif, potenciadas por su actividad política, no podré darles cabida en este breve artículo.

Álvaro de Figueroa y Torres, fue el primer conde de Romanones. Nació en Madrid en 1863 y falleció en esa ciudad en 1950, pero su trayectoria política está fuertemente vinculada con Guadalajara, donde fue elegido diputado provincial ininterrumpidamente desde 1891 a 1923. Además, fue presidente del Senado y de los Diputados, varias veces ministro, tres veces presidente del Consejo de Ministros bajo el reinado de Alfonso XIII y formó parte del Partido Liberal de Mateo Sagasta y José Canalejas. Consiguió ser diputado provincial durante más de 30 años seguidos, “a veces sin candidato en contra, independientemente de qué partido gobernara en ese momento”, “eso tiene su ‘mérito’ especialmente cuando abundaba el ‘pucherazo’: el gobierno se turnaba entre liberales y conservadores, siendo el partido que gobernaba el que colocaba sus candidatos y ‘preparaba’ las elecciones siguientes de modo que siempre obtenía mayoría. No existía una representación del pueblo tal y como ahora la entendemos. Muestra del control que ejercía Romanones en Guadalajara, incluso en sus comienzos como político, es que llegaría a salir elegido a pesar de que su propio partido apoyaba a otro candidato”. 

Participó en la decisión junto con el presidente del Consejo de Ministros, el marino gaditano Juan Bautista Aznar y Cabana, de sacar al rey Alfonso XIII y entregar la jefatura del Estado al primer presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora. Escoltó personalmente al rey hacia su destierro, y siguió participando en política como diputado de las Cortes constituyentes de la Segunda República (1931), en donde defendió la figura del rey destronado.

Entre los avances sociales a nivel educativo destaca el Real Decreto de 26 de octubre de 1901, siendo Ministro de Instrucción Pública, por el que incluía en los Presupuestos Generales del Estado los salarios de los maestros, y el pago de las atenciones de personal subalterno y material de las escuelas públicas de primera enseñanza. Por ello,   tiene un busto dedicado a su persona en una plaza de Guadalajara, financiado por el colectivo de maestros de principios del 1913. En el mismo decreto de 1901 Romanones ampliaba el plan de estudio de la enseñanza primaria y duplicaba la edad escolar obligatoria (antes de 6 a 9 años, ahora de 6 a 12). Con un diseño curricular del regeneracionismo español.

Fue un privilegiado testigo del giro anticlerical de su partido, el liberal.  Para ello me basaré en el libro de Manuel de Puelles Benítez, Modernidad, Republicanismo y Democracia. Una historia de la educación en España (1898-2008). Años más tarde enjuiciará la situación del siguiente modo: “No había en nuestros propósitos  nada contra los principios de la religión católica. En ninguno de los principales animadores de aquella campaña, a cuyo lado estuve, percibí atisbo alguno sectario. Se luchaba   convencidos  de ser absolutamente necesario salir al paso al clericalismo, defender la tolerancia y, sobre todo, mantener la supremacía del Poder civil, justamente alarmado por las intromisiones de una parte del clero y por el crecimiento arrollador de las Órdenes religiosas. Romanones, haciéndose eco del programa de Canalejas, hacía suyo el slogan pronunciado por quien pronto será el líder del partido liberal: “hay que dar la batalla al clericalismo”.

Otro aspecto a destacar de su biografía política. El 1 de octubre de 1919 entraba en vigor el decreto firmado seis meses antes por el conde de Romanones, presidente del Consejo de Ministros, que dispuso que «la jornada máxima legal será de ocho horas al día, o cuarenta y ocho semanales, en todos los trabajos». Esta conquista fue debida a la Huelga de la Canadiense en Barcelona de 1919.

Fue un hábil escritor llegando a ser Académico de la Historia y Académico de Bellas Artes de San Fernando. Durante la República escribió sus memorias. Obras suyas fueron ‘Breviario de Política Experimental’, ‘Biología de los Partidos Políticos’ y ‘Notas de mi vida’.

Quiero terminar con algunos de sus pensamientos políticos, extraídos de su libro citado al principio Breviario de política experimental. En la introducción nos explica su objetivo: Y aun quisiera que no se encontrase en esta obra la sonrisa escéptica, fatalmente desalentadora. A lo largo de mi vida política, en el trascurso de las tres etapas en que asumí la presidencia del Gobierno, en las zarzas del camino vi quedar en la realidad de las cosas muchos ideales míos. De la amargura, de las decepciones, de los encontronazos de las ideas políticas con las realidades políticas de los tiempos pasados, es inevitable que, al correr de los desengañados días, hayan quedado entre la blancura de las cuartillas algunas sombras de mis reflexiones. Son la reacción del ambiente, que contrapuso lo que pude a lo que quise.

Esta estructurado a base de pequeñas frases, pero plenas de significado político. Los capítulos  son varios: Monarquía. Pueblo. Política exterior. Del personal diplomático. De las luchas políticas. Psicología del gobernante. El sentido de la orientación. Del dominio de sí mismo. Lógica de la política. De la intuición y la flexibilidad en la política. Ética de la política. Aspectos de la vida política. Jóvenes y viejos. La mujer en la política. De la amistad política. Liberalismo. El toreo y la política. De la caza y de la política.

No han perdido actualidad. Algunos de rabiosa actualidad, sobre todo el primero.  Expondré algunos de ellos.

MONARQUÍA: Los amoríos de los reyes son vistos con indulgencia por los pueblos; a veces, con casi una aureola. El más leve desliz de una reina no se perdona.

PUEBLO: La gratitud de los pueblos es efímera. Es tan difícil gobernar un pueblo de incrédulos como uno de fanáticos.

DEL PERSONAL DIPLOMÁTICO: Para negociar con la Iglesia nunca se debe tener prisa; para ella el tiempo no pasa lo mismo que para el resto de los mortales, porque parte de su inmortalidad. Para ella los siglos son años, y éstos le significan menos que para nosotros los minutos. La resistencia pasiva de la Iglesia es inconmensurable. La suavidad en la forma y la firmeza en el propósito son condiciones indispensables para conversar con la Iglesia.

DE LAS LUCHAS POLÍTICAS: Las cuatro reglas de la política: suma cuanto puedas, resta lo menos posible, multiplica con cuidado y divide al adversario hasta hacerle polvo.

PSICOLOGÍA DEL GOBERNANTE: Al que gobierna le es esencial estar bien rodeado. Escoger los colaboradores, aun los más modestos, requiere especial cuidado. No basta que sean inteligentes y cultos, abnegados y activos. Se necesita que al respirar el ambiente de la cumbre, no se despierte en ellos la ambición.

DE LA AMISTAD POLÍTICA: Muchas veces los más útiles amigos son los que nos contradicen. No los que siempre nos dicen amén.

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