martes. 23.04.2024

Tras la orgía privatizadora, ahora hay que nacionalizar la Banca

NUEVATRIBUNA.ES - 4.3.2009(PARA FUNDACIÓN SISTEMA)Quién nos iba a decir a nosotros, no hace muchos años ni tan siquiera unos meses, que íbamos a escuchar tantas voces a favor de la nacionalización de la banca, procedentes de dirigentes políticos y economistas convencionales.
NUEVATRIBUNA.ES - 4.3.2009

(PARA FUNDACIÓN SISTEMA)

Quién nos iba a decir a nosotros, no hace muchos años ni tan siquiera unos meses, que íbamos a escuchar tantas voces a favor de la nacionalización de la banca, procedentes de dirigentes políticos y economistas convencionales. Hace poco tiempo si a alguien se le ocurría plantear la nacionalización de la Banca era anatemizado y señalado como antiguo, desfasado, añorante de un pasado que no fue mejor, economista rancio y, en definitiva, propagador de unas ideas que conducían a la mala gestión y la ineficacia.

Desde los años ochenta del siglo pasado y hasta hace unos meses hemos asistido a una fiebre privatizadora con argumentos, como se puede apreciar ahora, más que discutibles, que se justificaban con la idea de que el mercado funcionaba como el mejor asignador de los recursos, mientras que, por el contrario, el Estado era un mal gestor. El Estado -se nos decía- es el que fallaba, no el mercado. Con la potenciación de las fuerzas del mercado se estaba consiguiendo un elevado crecimiento económico y un progreso jamás conocido.

Pero todo esto se ha desvanecido en tan sólo unos meses, aunque siempre existen recalcitrantes fundamentalistas de mercado que siguen erre que erre acusando a las malas actuaciones del sector público como responsables en última instancia de la crisis actual. Vulnerando los principios del rigor académico, de la ciencia y del conocimiento, piensan que es mejor no enmendar sus posiciones y que es la realidad la que se tiene que adecuar a sus planteamientos. Pero lo que tenemos ante nosotros es, más allá de una política monetaria más o menos laxa que ha permitido el endeudamiento creciente, un sistema bancario enfermo lleno de derivados financieros tóxicos. Grandes Bancos que han quebrado y que han tenido que ser rescatados por los Estados, más que por la creciente morosidad por los títulos emitidos de elevado riesgo y sin ningún respaldo de la economía real. La especulación, las estafas y el incremento de la burbuja financiera es lo que ha desencadenado la crisis actual. Todo ello vinculado a la otra gran burbuja, la inmobiliaria.

Tenemos, por tanto, un panorama preocupante ante la situación de una Banca enferma, a la que ha habido que apoyar para evitar males mayores, y, en consecuencia, sin capacidad de proporcionar créditos. Sin el lubricante del crédito la economía real se paraliza. Ahora se plantea la necesidad de la nacionalización para sanar a un enfermo y poder volver a conceder créditos. En estos momentos de quiebra del mercado, sólo queda el Estado como último salvador de la economía, pero éste tiene sus límites, no sólo por el déficit que se está generando, sino por ver quién financia a éste y porque, además, con las privatizaciones se ha quedado desarmado para actuar.

Por lo que concierne a nuestro país, las consecuencias negativas de la privatización de la Banca las ha recordado Naredo en un artículo en el diario “Público”. En los años setenta la Banca pública representaba el 20% del crédito, y todo eso se ha desmantelado, comenzando por el PSOE y siguiendo por el PP. Esas políticas ahora se están pagando. Las actuaciones que se han producido resultan más preocupantes cuando leemos la conferencia que impartió Miguel Boyer, en el año 1976, en la facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Barcelona en un ciclo en el que se exponían las propuestas económicas de los partidos políticos de la oposición. Decía Boyer: “En el capítulo de las nacionalizaciones que creemos deben efectuarse, nos parece necesario, y en esto discrepamos de algunos otros partidos que han expuesto su estrategia económica para el futuro próximo, la nacionalización de la gran Banca española. La gran Banca española supone una concentración de poder político absolutamente extraordinaria y es muy difícil que ningún Gobierno español pueda controlar la política económica e industrial del país sin controlar la gran Banca, salvo, claro está, que supedite los intereses generales a los intereses particulares de esta gran Banca” (“Programas económicos en la alternativa democrática”, Anagrama, 1976).

Boyer siguió después con sus argumentos a favor de la nacionalización, y habría que preguntarse qué es lo que le pasó a Boyer en los seis años que separan aquellas declaraciones de su cargo como ministro de Economía del primer Gobierno socialista en la nueva democracia. Fue en dirección contraria a lo que allí dijo, y no sólo eso sino que se podía haber reforzado la banca pública con todos los Bancos que quebraron en los años setenta y para los que hubo que crear deprisa y corriendo el Fondo de Garantía de Depósitos. Esa crisis costó varios billones de pesetas al erario público, y todos aquellos Bancos se entregaron sin más a los Bancos privados, una vez saneados con los impuestos de los ciudadanos españoles. Otro tanto se podría decir de la expropiación de Rumasa y sobre la intervención de Banesto. Por lo que ni siquiera habría que haber nacionalizado, sino tan sólo haber reforzado el papel de la Banca pública que ya existía con todos los Bancos que entraron en crisis o fueron intervenidos y saneados.

En fin, si ahora tuviéramos una Banca pública poderosa no tendríamos que tener al Gobierno suplicando a los Bancos privados para que den créditos, y se podría financiar a los sectores afectados por la crisis y a las pequeñas y medianas empresas. Los argumentos de Boyer de 1976 tienen más vigencia que nunca. Pero los privatizadores nos han conducido a una crisis de la que no sabemos aún las consecuencias que pueda tener. Todo lo cual se lo debemos a los gobiernos precedentes, y a los numerosos economistas que han justificado una teoría económica cargada de ideología a favor de los poderosos y en contra de los más vulnerables.

Carlos Berzosa es catedrático de Economía Aplicada y rector de la Universidad Complutense de Madrid desde el 23 de junio de 2003, tras ser Decano los catorce años anteriores de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de dicha Universidad.

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