jueves. 28.03.2024

¿De qué servirá el 25N en la lucha contra el feminicidio?

Por Laura L. Ruiz I La mujer es violada en España cada siete horas y el Gobierno no declara la emergencia nacional.

Por Laura L. Ruiz I Dice Miguel Lorente, ex-Delegado del Gobierno para la violencia de género, que “el machismo se vuelve más sutil para confundir y seguir manteniendo su poder". Debe ser esa la explicación de que las víctimas de la violencia machista superen ya las 80... y no hay una revolución en las calles.

Debe ser por eso mismo por lo que una mujer es violada en España cada siete horas... y el Gobierno no declara la emergencia nacional. Y este mismo argumento es el que debe dar sentido a la pasividad ciudadana ante la desigualdad salarial, el techo de cristal, los micromachismos y tantos otros ejemplos del reflejo del mundo sexista en el que vivimos. Hoy, 25 de noviembre, se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y, como cada año, nos hacemos la promesa de que los esfuerzos seguirán más allá de la efeméride. 

¿Será diferente este año? Para empezar, la crisis económica se ha cebado con las mujeres: precariedad, desempleo, trabajo sin remunerar, mercado negro... Y las políticas públicas no ayudan: reforma laboral, disminución de las prestaciones, aniquilación de la Ley de Dependencia, reducción de becas y ayudas relacionadas con la infancia, intento de acabar con nuestro derecho a decidir sobre la reproducción... En la cúspide del esfuerzo institucional para acabar con esta lacra hay una normativa incompleta, desprovista de herramientas y aún inmadura: la Ley Integral contra la violencia machista de 2004

No es que la ley en sí sea mala, es que es insuficiente. Para empezar, solo recoge un tipo de agresiones, las de las parejas o ex-parejas de la víctima. Fuera quedan las causadas por otros miembros del ámbito familiar, allegados, conocidos o desconocidos. Hay un colectivo especialmente invisibilizado por esta ley. No es otro que el de la prostitución. Lo mismo ocurre con las agresiones o asesinatos de personas cercanas a las víctimas: madres, nuevas parejas, hijos... ¡Cuánto cuesta aún que sean reconocidos como víctimas de la violencia de género! ¡Cuánto cuesta hablar de feminicidios en España! Por eso dista tanto la cifra real -los ochenta y tres que se recuentan en proyectos como Feminicidio.net- de los cuarenta y cuatro que reconoce de forma oficial el Ministerio de Sanidad

Llegados a este punto, vuelvo a la reflexión de Lorente. El machismo busca disfrazarse, burlarse de sus enemigos, demostrar más poder. Por eso políticos como Javier León de la Riva pueden leer  manifiestos el 25N sobre las agresiones machistas después de haber protagonizado uno de los sucesos más vergonzosos, sin arrepentimiento alguno. Hay que romper con esta impunidad, con esta tolerancia. La lucha por la igualdad de género debería partir de la eliminación de los privilegios de la parte opresora. Pero el machismo no hace más que intentar ridiculizar los nuevos tipos de masculinidad y llamar “exageradas” y “exagerados” a quienes siguen denunciando sus tentáculos más oscuros. 

En 1949 un dictador se “encaprichó” de una joven, esta le rechazó y fue perseguida hasta que sufrió ‘un accidente’. Estoy hablando de Minerva Mirabal y de Rafael Leónidas Trujillo, el hombre que durante más de tres décadas gobernó República Dominicana de forma tiránica. Minerva pertenecía a una familia pudiente de empresarios ilustrados, lo que hizo que ella y su hermana Patria empezaran a preocuparse por las desigualdades sociales y la falta de libertad en su país. Fundaron, junto a otros opositores, el Movimiento Revolucionario del 14 de Junio, grupo vital en la caída de Trujillo. Pero mucho antes de sus implicaciones políticas, ya eran perseguidas por ser mujeres. Tras ese encuentro en 1949, el dictador ordenó detener a Minerva y a su familia. Una demostración de fuerza de un hombre despechado. A partir de ahí, presiones, cárcel... e incluso imposibilitar que Minerva, una de las primeras mujeres en acabar Derecho en su país, ejerciese como abogada. En 1960, Trujillo se cansó del juego y ordenó hacer “desaparecer” a tres de las hermanas Mirabal. Precisamente este 25 de noviembre se celebra en homenaje a aquellas mujeres doblemente represaliadas, por ser opositoras y por ser mujeres. 

Quizá este día sirva para abrir los ojos y hacer frente a la discriminación sexista. Quizá podamos dejar de ver titulares que tratan a las mujeres asesinadas como simples cifras. Es necesaria la implicación de todos. Para que las asesinadas por feminicidio en España no se sigan contando por centenares. Para que la violencia machista deje de ser la principal causa de muerte de las mujeres entre 15 y 44 años en el mundo. 

¿De qué servirá el 25N en la lucha contra el feminicidio?