29 de septiembre de 2010, 16:21
NUEVATRIBUNA.ES - 14.12.2009
Debe ser estas fechas que aturden tanto los recuerdos. Algunos no pueden por menos que llorar la ausencia de los seres queridos. A usted seguro que le pasa con algún familiar cercano. A Telemadrid le pasa con Franco. No pocas lágrimas de nostalgia se habrán vertido en el plató mientras sus directivos visionaban esas añejas imágenes en blanco y negro en las que el dictador saludaba a las masas. No como ahora que va Espe a un hospital a inaugurar la incubadora y no falta el insurrecto que le recuerda las listas de espera.
Luego, para que no afee el informativo, hay que meter tijera como en esos buenos tiempos que tanto añoran. Y menos mal que todavía les quedan estos pequeños oasis autoritarios para olvidar que España ya no es una ni grande ni libre. Que España se ha descosido de tal manera que hasta la gente vota y los sindicatos son legales. Por eso es comprensible que ellos, ante esta zapatiesta intolerable, sigan refugiados en el No-Do aunque ahora sea en color y lo emitan por la TDT. Antes de que el mayordomo de turno comparara la manifestación del 12-D con los actos de exaltación franquista ya hubo quien abonó el terreno para que este sujeto exhalara tales rebuznos sin necesidad de telepronter.
Primero fue la presidenta quien tachó de escandaloso el número de liberados sindicales, y luego el pelota de guardia, en este caso Granados, el del Mini del constructor, ya que Güemes andaba haciéndose la manicura, quien subió los decibelios del asunto. Cosa del meritoriaje. Tienen razón. Lo que sin duda no es nada escandaloso, aunque lo cantara Raphael, es que un gobierno pague sueldos de fábula con el dinero de todos a cientos de asesores cuyo cometido, a tres turnos, es decirle a la presidenta lo bien que le queda el traje chaqueta. Eso, lejos de ser un bochornoso despilfarro, es tener sentido de estado. En este caso me refiero al ‘ha estado usted estupenda, presidenta’ al que tantos réditos sacan estos parásitos fobiosindicales.
Guardo muchas reservas sobre el 12-D (rositas) para el Gobierno, pero ninguna sobre el ejercicio de los derechos. Hasta el derecho a hacer el ridículo a través de la pantalla se me antoja legítimo. Lo que no me lo parece tanto es tener que cofinanciar con mis impuestos cortijos de nadie. Si quieren una tele, ahora que están a tiempo, que le pidan a los Reyes un Cinexin ¿No les pide Cayo una mediación? Pues esto mucho más sencillo. Ni siquiera elevar al altar a mártires de la libertad de expresión como Tertsch compensa. Y eso que él, como nadie, ha demostrado que a las tantas y en los bares también se puede defender la independencia profesional y el rigor informativo sin ni siquiera denunciar el hecho por aquello de que el periodista nunca es noticia. Un héroe.
Germán Temprano es escritor y periodista.
JAULA DE GRILLOS
Debe ser estas fechas que aturden tanto los recuerdos. Algunos no pueden por menos que llorar la ausencia de los seres queridos. A usted seguro que le pasa con algún familiar cercano. A Telemadrid le pasa con Franco. No pocas lágrimas de nostalgia se habrán vertido en el plató mientras sus directivos visionaban esas añejas imágenes en blanco y negro en las que el dictador saludaba a las masas. No como ahora que va Espe a un hospital a inaugurar la incubadora y no falta el insurrecto que le recuerda las listas de espera.
Luego, para que no afee el informativo, hay que meter tijera como en esos buenos tiempos que tanto añoran. Y menos mal que todavía les quedan estos pequeños oasis autoritarios para olvidar que España ya no es una ni grande ni libre. Que España se ha descosido de tal manera que hasta la gente vota y los sindicatos son legales. Por eso es comprensible que ellos, ante esta zapatiesta intolerable, sigan refugiados en el No-Do aunque ahora sea en color y lo emitan por la TDT. Antes de que el mayordomo de turno comparara la manifestación del 12-D con los actos de exaltación franquista ya hubo quien abonó el terreno para que este sujeto exhalara tales rebuznos sin necesidad de telepronter.
Primero fue la presidenta quien tachó de escandaloso el número de liberados sindicales, y luego el pelota de guardia, en este caso Granados, el del Mini del constructor, ya que Güemes andaba haciéndose la manicura, quien subió los decibelios del asunto. Cosa del meritoriaje. Tienen razón. Lo que sin duda no es nada escandaloso, aunque lo cantara Raphael, es que un gobierno pague sueldos de fábula con el dinero de todos a cientos de asesores cuyo cometido, a tres turnos, es decirle a la presidenta lo bien que le queda el traje chaqueta. Eso, lejos de ser un bochornoso despilfarro, es tener sentido de estado. En este caso me refiero al ‘ha estado usted estupenda, presidenta’ al que tantos réditos sacan estos parásitos fobiosindicales.
Guardo muchas reservas sobre el 12-D (rositas) para el Gobierno, pero ninguna sobre el ejercicio de los derechos. Hasta el derecho a hacer el ridículo a través de la pantalla se me antoja legítimo. Lo que no me lo parece tanto es tener que cofinanciar con mis impuestos cortijos de nadie. Si quieren una tele, ahora que están a tiempo, que le pidan a los Reyes un Cinexin ¿No les pide Cayo una mediación? Pues esto mucho más sencillo. Ni siquiera elevar al altar a mártires de la libertad de expresión como Tertsch compensa. Y eso que él, como nadie, ha demostrado que a las tantas y en los bares también se puede defender la independencia profesional y el rigor informativo sin ni siquiera denunciar el hecho por aquello de que el periodista nunca es noticia. Un héroe.
Germán Temprano es escritor y periodista.
JAULA DE GRILLOS