sábado. 20.04.2024

Los estragos de la corrupción

Es imprescindible otra actitud, diametralmente opuesta, por parte de los partidos políticos para afrontar el tema de la corrupción.

La corrupción no tiene ni entiende de color político. Y esto es un axioma que debieran entender cuanto antes los partidos políticos para poder poner las bases que, al menos, permitan detectarla cuanto antes y que los deje (a los corruptos) sin el amparo político del partido al que han venido perteneciendo.

Porque la verdad es que se viene repitiendo siempre la misma historia: si los corruptos son de un partido concreto, por ejemplo todo el caso Gurtel con Bárcenas incluído…, sale el Partido Popular a protestar y a quejarse de que se trata de una persecución contra su partido. Las perlas publicadas en este sentido debieran hacer dimitir de inmediato a sus autores, pero ya que eso no se estila ni entra al parecer en el baremo de la ética colectiva ni personal, cuando menos debiera merecerles una profunda reflexión, caso de que no sea todo puro cinismo.

Y si el caso afecta  a personas vinculadas al Partido Socialista, como el caso de los ERE de Andalucía, son estos los que salen a acusar a la jueza de redactar autos sin ningún fundamento y de hacerlo para perjudicarles.

El resultado no puede ser más nefasto para las causas investigadas, cuyos jueces instructores deben sortear todo tipo de interferencias y de retrasos en la instrucción.

En todo el tema del caso Gurtel, por ejemplo, interferencias hasta el punto de tener que echar de la causa al Partido Popular, donde teóricamente actuaba como acusación particular pero que en la práctica, utilizaba su personación para retrasar y entorpecer el avance de la instrucción (no lo digo yo, lo dice el juez en el Auto emitido al respecto).

No se si es el objetivo que persiguen o no. Y tampoco se si les importa lo suficiente como para tomar medidas determinantes y eficaces. Pero su actitud ante la corrupción la verdad es que no es bien percibida ni por la sociedad ni por las bases de sus propios partidos. Estos la ven como grandilocuente cuando se trata de pronunciamientos generales, todos se manifiestan contrarios y dispuestos a tomar medidas; carroñera cuando supuestamente salpica a las filas de partidos ajenos, y cínica y obstruccionista cuando afecta a los de su propio partido.

Todo esto hace que la mayoría de la sociedad esté señalando el problema de la corrupción como uno de los más importantes de la sociedad española. Si no recuerdo mal en la última encuesta del CIS aparecía como el segundo problema que más preocupa a la sociedad.

La excusa que ha dado pié a los casos más graves de corrupción, ha sido la supuesta financiación ilegal de los partidos políticos. Podría escribirse toda una enciclopedia al respecto con las tramas montadas para recibir comisiones de entre el 3 y el 5% sobre el importe de las adjudicaciones públicas… Y además a esta corrupción siempre le ha venido acompañando la propia de “los conseguidotes”, se llamaran Roldán, Sala,… O se llamen Bárcenas, Gurtel,…

Por eso existe entre la sociedad la convicción de que son actuaciones consentidas  (por acción o por omisión) mientras no salgan a la luz.

Y si además, lo último que se va conociendo de los famosos “apuntes de Bárcenas”, es que se repartía parte de ese dinero en pagos que se entregaban en cajas de puros y en sobres incluso a ministros del gobierno de Aznar…

Es imprescindible otra actitud, diametralmente opuesta, por parte de los partidos políticos para afrontar el tema de la corrupción.

Primero, ajustando sus gastos a los ingresos transparentes y obligatoriamente públicos, que reciban. Y segundo, denunciando (en lugar de entorpeciendo los procesos) ante la justicia, cualquier atisbo de corrupción en las propias filas.

Es la asignatura pendiente de los partidos, de todos, aunque  la relevancia sea de quienes tienen opción de gobierno.

Los estragos de la corrupción