jueves. 28.03.2024

Los efectos de las elecciones sobre la sanidad

La Sanidad Pública esta en España ampliamente descentralizada. Desde 2001 son las CCAA las que tienen competencias sobre su gestión y por lo tanto la política de estas tiene una influencia determinante sobre el funcionamiento del sistema sanitario público y por lo tanto en las prestaciones que finalmente reciben los ciudadanos.

La Sanidad Pública esta en España ampliamente descentralizada. Desde 2001 son las CCAA las que tienen competencias sobre su gestión y por lo tanto la política de estas tiene una influencia determinante sobre el funcionamiento del sistema sanitario público y por lo tanto en las prestaciones que finalmente reciben los ciudadanos.

Es evidente que convendría mantener unos sistemas de coordinación y cohesión que evitasen el que los resultados electorales acabaran distorsionando la política sanitaria y el acceso real de los ciudadanos a unas prestaciones de calidad, pero el hecho real es que no es así, y que las tendencias centrifugas han primado sobre la necesidad de una política de salud ý una marco organizativo común, tanto por la falta de intereses de las CCAA en que este sea posible (tarea esta en la que han destacado las gobernadas por el PP), como por la ausencia de implicación del Ministerio de Sanidad, que no ha utilizado los instrumentos que tiene, aunque sean limitados, para garantizar el modelo sanitario que define la Ley General de Sanidad.

Es evidente por lo tanto la importancia del resultado de las elecciones autonómicas en el funcionamiento del sistema sanitario, máxime cuando estamos viviendo una situación especialmente critica en la que los poderes económicos están intentando rentabilizar la crisis económica para desmantelar los servicios públicos.

Es bien conocido que la salud es uno de los pilares básicos del estado del bienestar y que el gasto sanitario es una parte muy importante de los presupuestos de las CCAA (entre el 30 y el 40% de los mismos), así como que tiene una gran capacidad para activar la economía, como generador de empleo y para fomentar la cohesión social y territorial y es precisamente esta importancia presupuestaria lo que la convierte en un objeto del deseo de las empresas que quieren hacerse con una parte cada vez mayor del mercado sanitario, y a la vez, en una fuente de problemas para los gobiernos autonómicos, especialmente en momentos de restricciones.

Tenemos dos ejemplos recientes de cómo los resultados electorales pueden convertirse en un desastre para la Sanidad Pública, a pesar de que haya tenido un protagonismo mínimo en la campaña electoral, y que, por supuesto, las medidas adoptadas por los gobiernos autonómicos no fueron en modo alguno anunciadas durante la campaña electoral.

El primero y más antiguo es el caso de Galicia. Desde que tomo posesión el nuevo gobierno del PP se paralizaron todos los proyectos de infraestructuras puestos en marcha por el gobierno anterior (PSOE-BNG) para poder construir los hospitales (VIGO, Pontevedra,…) por el modelo PFI (iniciativa de financiación privada) con un coste mas de 5-6 veces superior y a la vez se desactivo el “plan de mellora de AP” que debía permitir una adaptación de la AP en Galicia a las propuestas de mejora y desarrollo de la AP21. El resultado ha sido un aumento galopante de las listas de espera, un peor funcionamiento del sistema sanitario y el incremento de las movilizaciones ciudadanas y profesionales.

El caso catalán es mas reciente y mas conocido. El nuevo gobierno de CiU pretende un recorte indiscriminado del 10% del gasto con el resultado de cierre de servicios, despidos de miles de profesionales y limitación de las prestaciones de la Sanidad Publica en Cataluña, habiendo encontrado también un amplio rechazo social y profesional.

La campaña electoral sin embargo parece mas centrada en asuntos alejados de la situación sanitaria, a pesar de que la opinión pública, tal como las encuestas año tras año demuestran, valora fuertemente la existencia del Sistema Nacional de Salud (SNS) así como su equidad, calidad y prestigio. Lógicamente es razonable que quienes pretenden privatizar y desmantelar el sistema sanitario público prefieran que se hable de cualquier otra cosa y se empeñan en generar el mayor ruido mediático para hacer invisible lo que realmente esta en juego.

Existe un enorme espacio, no sólo para dar impulso al SNS lo cual es obviamente positivo, sino para que la argumentada defensa del mismo y su cohesión autonómica, sirva para acercar a la ciudadanía a posiciones progresistas a pesar de la creciente campaña mediática de confusión. Una potente y bien explicada política a favor del SNS es a la vez una vital herramienta para incentivar a la ciudadanía a una intervención concienciada en las próximas elecciones. Nos estamos jugando mucho y conviene que se tenga en cuenta.

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