viernes. 19.04.2024

La suerte de Grecia está echada

La tarde del pasado sábado, el primer ministro griego, Papandreu, se dirigía a Washington para entrevistarse con la dirección del Fondo Monetario Internacional, cuando el avión dio medio vuelta y emprendió el regreso a Atenas. Hubo rumores para todos los gustos, y posiblemente todos con una parte de verdad.

La tarde del pasado sábado, el primer ministro griego, Papandreu, se dirigía a Washington para entrevistarse con la dirección del Fondo Monetario Internacional, cuando el avión dio medio vuelta y emprendió el regreso a Atenas. Hubo rumores para todos los gustos, y posiblemente todos con una parte de verdad. Se dijo que el gobierno griego estaba a punto de disolver el parlamento para convocar nuevas elecciones, en vista de su debilidad para llevar a cabo las reformas que se le piden. También se dijo que la crisis de gobierno la está sufriendo Alemania, donde la coalición en el poder no apoya la política de rescates de la canciller Merkel. Al final, resultó que el gobierno griego se reunía de urgencia el domingo por la tarde para aprobar nuevas medidas que ofrecer a la troika (UE, BCE y FMI) encargada de buscar solución a la crisis de solvencia griega. Al término de la reunión, el ministro de Finanzas, Venizelos, dio una rueda de prensa. Empezó atacando a la oposición por lo irresponsable de no apoyar al gobierno en esta crisis. (¿Por qué me sonará esta canción?). Continuó diciendo que extremar las medidas de austeridad no ayudará a la economía a salir de su estancamiento. Y terminó anunciando que en la mañana del lunes se entrevistará con la troika por videoconferencia, al término de la cual el gobierno se volverá a reunir y dará a conocer las medidas a aplicar.

La troika quiere garantías de que el recorte de gasto se va a realizar, y para ello espera que el gobierno griego acuerde el despido de 100.000 funcionarios en dos años. Pero es evidente que el PASOK, en el poder, no va a atreverse a dar el paso sin el apoyo de la oposición: eso explica la retórica contra ésta, de Venizelos. La troika no aceptará el argumento, y entonces Papandreu tendrá que elegir entre convocar elecciones y arrostrar la bancarrota de su país, o afrontar el desgaste de las medidas en solitario. Con lo que sabemos, la segunda opción sólo retrasará algún tiempo lo inevitable. El partido en el poder empieza a descomponerse, y en pocas semanas Papandreu ni siquiera podrá contar con el apoyo de su propio grupo parlamentario. Por tanto, lo previsible es que disuelva el parlamento y convoque elecciones.

Sin despido masivo de funcionarios, la troika no liberará los fondos que Grecia necesita para subsistir. Grecia irá a la bancarrota. Alemania está preparada para compensar a sus bancos. Francia lo está mucho menos, pero su voz cuenta poco en la troika, pese a la presencia de Christine Lagarde al frente del FMI. Todas las alternativas han sido ya descontadas y se está dispuesto a pagar el precio. La prima de riesgo de Grecia subía la semana pasada, al tiempo que las demás bajaban y las Bolsas celebraban una fiesta. Grecia no va a salir del euro. Esté dentro o fuera del euro, Grecia dependerá financieramente de la UE; por tanto, ¿por qué querría salir del euro? Y nadie va a querer echar a Grecia de la zona euro, porque ¿quién echa de casa a un esclavo? Porque en eso es, exactamente, en lo que se convertirá Grecia en cuanto se declare en bancarrota.

La suerte de Grecia está echada
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