viernes. 29.03.2024

La gran estafa en Catalunya (y en España) | II

Joan B. Culla es un historiador que trabaja también como columnista y periodista para los medios de mayor difusión en Catalunya, incluyendo Catalunya Ràdio y TV3. Es, sin duda, el comentarista político de mayor visibilidad en los medios de mayor difusión radiotelevisiva públicos de Catalunya. Ello se debe, en gran parte, a las posturas que promueve, próximas al partido gobernante hoy en Catalunya.

Joan B. Culla es un historiador que trabaja también como columnista y periodista para los medios de mayor difusión en Catalunya, incluyendo Catalunya Ràdio y TV3. Es, sin duda, el comentarista político de mayor visibilidad en los medios de mayor difusión radiotelevisiva públicos de Catalunya. Ello se debe, en gran parte, a las posturas que promueve, próximas al partido gobernante hoy en Catalunya. Tiene también una columna en ‘El País’ (Edición Calalunya), donde cubre la cuota del nacionalismo conservador en las páginas de tal rotativo, cuota negada, por cierto, a pensadores de izquierdas.

En un reciente artículo de su columna, titulado “Desmesuras” (09.11.12) criticaba a las izquierdas catalanas por hacer el juego a las voces procedentes del otro lado del Ebro, que denuncian lo que es obvio, que el gobierno de CiU está utilizando la movilización independentista (lo cual no quiere decir que tal movimiento sea un instrumento de CiU, como erróneamente se percibe en gran parte de España) para ocultar los recortes que tal gobierno ha hecho a lo largo de su mandato. Según Joan B. Culla, esta crítica a los recortes por parte de las izquierdas es malintencionada y refleja una doble moral, pues tales voces critican al gobierno Mas por hacer algo –los recortes- que, en realidad, todas las CCAA están haciendo. Según él, no es justo, por lo tanto, centrarse en los recortes del gobierno Mas e ignorar todos los demás.

Ésta fue también la respuesta que el propio presidente Mas dio a Mònica Terribas en el diario Ara, en la que éste respondió, en su defensa a la crítica de los recortes, con el argumento de que lo que él hacía era lo único posible, como atestiguaba el hecho de que todas las demás CCAA estuvieran haciéndolo también. El presidente Mas añadió que incluso en Andalucía, gobernada por una alianza del PSOE con Izquierda Unida, se estaba haciendo lo mismo. Predeciblemente, casi la misma expresión ha sido ahora escrita por el Sr. Culla en su artículo de El País. Tanto el Sr. Culla como la Sra. Mònica Terribas presentaron, así, los recortes del gobierno Mas como la única política posible, como lo demuestra que todas las CCAA estén haciendo lo mismo.

Debido al enorme dominio que las derechas catalanas tienen en los medios de mayor difusión en Catalunya, tal argumento ya se considera tan obvio que no requiere documentación. Ahora bien, si tales defensores del gobierno Mas mirasen los datos –cosa que raramente hacen, pues perciben que su misión no es la de informar, sino la de promocionar un ideario- verían que sí que hay alternativas a las políticas de recortes del gobierno Mas. Me remito a los datos presentados por Juan Torres, Alberto Garzón y yo, en el libro Hay Alternativas, que muestran que por cada recorte que han hecho los gobiernos Rajoy y Mas, había y continúa habiendo otras alternativas que ni siquiera han sido consideradas. Es más, si analizaran los recortes hechos por las CCAA también podrían haber visto que no todas las CCAA están haciendo lo mismo. Andalucía está siguiendo una política de recortes que es muy distinta a la que está siguiendo el gobierno Mas. La coalición PSOE-IU no ha recortado ni la sanidad ni la educación, ni ha impuesto sistemas de copago en sanidad, como el gobierno Mas ha hecho.

Frente a esta realidad, uno esperaría que la Sra. Mònica Terribas en su entrevista al Sr. Mas hubiera hecho esta lógica pregunta: “¿Por qué usted, Sr. Mas, recorta en sanidad y educación y el gobierno andaluz no lo hace?” Ni a la Sra. Terribas ni al Sr. Culla, sin embargo, les interesa que tal pregunta se haga pues la respuesta mostraría claramente la sensibilidad neoliberal que el gobierno Mas representa. En realidad, el gobierno Mas es el más neoliberal de los gobiernos existentes en España. Miembros de su equipo económico incluso han criticado al Sr. Rajoy por ser demasiado blando en sus reformas laborales, exigiendo una mayor dureza que facilite todavía más la bajada de salarios y el despido de los trabajadores. Y el gobierno Mas aprobó la Ley que configuró la necesidad de recortar gasto público a nivel autonómico, delegando incluso en el gobierno central la potestad de sancionar a las CCAA que no siguieran tales políticas. Ninguna de estas medidas y propuestas las hizo el gobierno andaluz de izquierdas.

Es más, es fácilmente demostrable que el argumento de que los recortes del gobierno Mas eran necesarios, como consecuencia del “desastre” heredado del gobierno tripartito anterior, no corresponde a la realidad. La deuda pública ha aumentado enormemente durante el periodo Mas, consecuencia de las políticas tomadas por el partido ahora gobernante, incluyendo los recortes que han contribuido a la recesión económica y, con ello, a la reducción de los ingresos públicos. Tal reducción de ingresos fue también facilitada por la bajada de impuestos aprobada con el apoyo de CiU en el año 2006 y realizada más tarde por el gobierno Mas, bajada de impuestos que aumentó, todavía más, el déficit y la deuda pública tanto española como catalana. Hoy el gobierno Mas es uno de los gobiernos más neoliberales existentes, no sólo en España, sino también en la Eurozona. Como bien ha dicho el propio presidente Mas, “tenemos que mostrar a Bruselas que somos serios en nuestras promesas”, clarificando que, para él, seriedad significa recortes y lo que llama disciplina fiscal. Tales recortes están deteriorando los servicios públicos, como la sanidad, lo cual está beneficiando a los servicios sanitarios privados, de los cuales el Consejero de Salud, el Sr. Boi Ruiz era, antes de ser nombrado Consejero, un máximo exponente como dirigente de la patronal hospitalaria privada.

El PP como el mejor aliado de CiU: la complementariedad de las derechas nacionalistas

Habiendo dicho todo lo anterior, quisiera subrayar que carecen de credibilidad las críticas al gobierno Mas procedentes de más allá del Ebro que vienen del gobierno Rajoy y del partido de derechas español, el PP, que ha sido responsable de políticas de recortes casi idénticas a las realizadas por el gobierno Mas. El PP, por cierto, con sus declaraciones, está estimulando el sentimiento independentista y su reacción españolista que electoralmente le favorece. El mejor aliado de la derecha catalana siempre ha sido la derecha española, incluso en su supuesta adversidad, más ficticia, por cierto, que real.

En realidad, existen semejanzas entre la ideología nacionalista de ambas formaciones políticas, CiU y PP. Su nacionalismo es de carácter esencialista, utilizado para movilizar a la población para que apoye sus políticas de clara orientación neoliberal que está dañando a las clases populares de ambos territorios. Ambos han tenido en sus orígenes una ideología supremacista, considerándose superiores a sus vecinos, elemento especialmente acentuado en el nacionalismo conservador español, que hablaba incluso de superioridad de raza. Su día nacional se llamó durante muchos años el día de la Raza. Tal narrativa y concepto no se presentaba con tal intensidad en el nacionalismo conservador catalán, aún cuando solía utilizar términos despectivos, con connotaciones étnicas para referirse a los ciudadanos procedentes de otras partes de España, llamándolos “charnegos”. Algunos de los escritos del que fue más tarde Presidente de Catalunya, el Sr. Jordi Pujol, hablaban incluso de una inferioridad del andaluz.

Tales componentes de la ideología nacionalista a ambos lados del Ebro han ido cambiando con el tiempo, habiendo sido el cambio particularmente acentuado en el caso catalán. Hoy el nacionalismo conservador catalán –las derechas catalanas- han aceptado en su seno a los catalanes procedentes de otras partes de España. Y ello como resultado de la influencia de las izquierdas con las cuales la derecha catalana ha tenido que competir y que tenían una visión opuesta a la conservadora. La historia de Catalunya (ocultada, por cierto, por el nacionalismo conservador catalán) muestra que fueron precisamente las izquierdas las que siempre defendieron a la nación catalana (defendiéndola como un colectivo que compartía lengua e historia común, con especificidades propias), incluido su derecho de autogobierno y autodeterminación (lo que ahora se llama “poder de decidir”), luchando heroicamente durante la dictadura, por tal defensa de Catalunya. Para estas izquierdas, (socialistas, comunistas y anarcosindicalistas) la lucha por los intereses del mundo del trabajo llevaba aparejada la defensa de Catalunya, integrando plenamente al trabajador recién llegado de otras partes de España a Catalunya y a su identidad. Nadie luchó con tanta intensidad por Catalunya y su propia identidad y gobierno como las izquierdas, lideradas durante la lucha antifascista por el PSUC. Se ha olvidado, por cierto, que los socialistas habían tenido también, durante la clandestinidad, el compromiso de que Catalunya tuviera autogobierno y autodeterminación, compromiso que la dirección del PSOE abandonó como resultado de las presiones del Ejército, eje -con la Iglesia y la Monarquía- del nacionalismo conservador español (tal como ha documentado el Historiador catalán Josep Fontana).

El nacionalismo español es el más opresivo y asfixiante pues niega la existencia de otras naciones e impone su visión de España, presentándola como la única España posible (ver mi artículo “El nacionalismo españolista” en Sistema (05.10.12)). Tal nacionalismo, (que niega incluso que sea nacionalismo) tiene su máxima expresión en el establishment español, basado principalmente en Madrid. Tal visión aparece también en dirigentes del PSOE, entre los cuales José Bono es el máximo exponente.

Las barbaridades del Sr. Bono

José Bono, declaró en Sitges que la negación de la posibilidad de dos identidades fue el origen de la barbarie nazi. Asume erróneamente que los nacionalistas conservadores catalanes están negando a los catalanes que se sienten también españoles los mismos derechos que los de los que se sienten sólo catalanes, insinuando, por lo tanto, que los primeros serían los judíos de la Catalunya dominada por los nacionalistas catalanes (en caso de conseguir la independencia), refiriéndose al nazismo como ejemplo de ello. Ni que decir tiene que las declaraciones del Sr. José Bono fueron, como era predecible, ampliamente difundidas por la televisión catalana TV3, controlada por el gobierno Mas, y que han dañado enormemente al PSC (el partido de la misma familia política de Bono) y ayudaron enormemente al partido gobernante en Catalunya.

Acusar hoy a los partidos nacionalistas catalanes de considerar a los catalanes que nos sentimos españoles como judíos es algo más que una acusación profundamente errónea y maliciosa: es una declaración antidemocrática que alcanza niveles deleznables, orientada a crear odio. Su acusación es tan absurda que es utilizada astuta e inteligentemente por CiU como representativa de la enorme intolerancia presente en el nacionalismo españolista. Tal nacionalismo, representado por Bono, es enormemente dañino no sólo para los independentistas sino también para los españoles que nos sentimos catalanes que, como dije anteriormente, tenemos otra visión de España –una España republicana plurinacional- compartida con millones de españoles. Tal intolerancia y exclusividad alcanzó extremos despreciables cuando el Sr. Bono siendo Presidente del Congreso tuvo la desfachatez de recriminar a los republicanos por enarbolar la bandera republicana en un acto de homenaje de las Cortes a las brigadas internacionales, uno de las reprimendas más vergonzosas que hayan ocurrido en aquella Cámara. El Sr. Bono ha escrito que aprendió de su padre -que era falangista- su amor a España, reproduciendo así su visión de España, heredada del fascismo. Han sido él y su concepción de España los que han negado dos identidades a los catalanes que nos sentimos españoles, al negarnos el poder de decidir, haciendo nuestra españolidad voluntaria y no forzada. Tal visión de España ha hecho mucho daño a nuestro país y terminará, sin duda, rompiéndolo.

La desafortunada respuesta de Pere Navarro

Por desgracia, la respuesta del candidato del PSC al Govern de la Generalitat, Pere Navarro, a las barbaridades de Bono ha sido muy desafortunada. Frente a la barbaridad de Bono, Pere Navarro indicó que “no contestaba a jubilados”, con lo cual ofendió a los jubilados, por los cuales, por cierto, el socialismo catalán y español han hecho muchísimo. El comentario de Pere Navarro parecía reflejar que los argumentos de los ancianos, la gran mayoría de los jubilados, no deben tenerse en cuenta, lo cual, además de ser ofensivo, es suicida electoralmente pues los votantes más fieles que tiene el socialismo en Catalunya y en España han sido precisamente los jubilados por vejez. Inconscientemente Pere Navarro estaba reproduciendo una discriminación muy generalizada en contra de la ancianidad, que debe denunciarse con toda contundencia.

El problema de las izquierdas catalanas

Se ha olvidado (olvido que las derechas catalanas han facilitado a través de la mayoría de medios de información que controlan, instrumentalizan, o influencian) que, tal como indiqué antes, fueron las izquierdas las que, bajo condiciones enormemente represivas, pidieron el “derecho a decidir”. Tanto el PSUC como el PSOE habían incluido tales reivindicaciones en sus propuestas. El socialismo lo abandonó, pero el PSUC no. Y el problema es que las izquierdas abandonaron la tradición y sensibilidad del PSUC, es decir, la identificación de la lucha por la liberación del mundo del trabajo con la autodeterminación de la nación catalana, autodeterminación necesaria para mostrar que la incorporación de Catalunya a España es un acto voluntario y no impuesto. La mayoría de catalanes se han sentido siempre españoles, al menos hasta hace poco. Este desapego es resultado del dominio del PP en las instituciones políticas del Estado y de su nacionalismo españolista (compartido por José Bono) que un número creciente de catalanes encuentra asfixiante.

Las izquierdas catalanas tendrían que haber enfatizado que el que más ama a Catalunya es el que más se compromete con el bienestar de las clases populares de Catalunya (ver mi artículo “¿Quiénes son los patriotas?” Público (15.11.12)), que son la mayoría de la población, a través, entre otros medios, de la expansión del estado del bienestar, denunciando a las derechas por utilizar las banderas para defender intereses particulares y de clase. La recuperación electoral de IC-V-EUiA se debe, en parte, a que ha ido redescubriendo el “rojo” de su historia, que no tendría nunca que haber diluido. Por lo demás, es importante para las izquierdas, incluyendo el PSC, que pierdan sus complejos y que sigan la estrategia que el Partido Demócrata de Estados Unidos utiliza en sus campañas electorales y que el Partido Republicano defensivamente llama la estrategia de la “lucha de clases”, presentando a las derechas por lo que son, el mero instrumento del poder de las elites financieras y económicas gobernantes. Hoy estamos viendo en Catalunya y en España el ataque más frontal que ha habido durante el periodo democrático al estado del bienestar, estado del bienestar utilizado por las clases populares a los dos lados del Ebro, que tienen más en común en la defensa de sus intereses de lo que las separa. El objetivo de las derechas es impedir que tales clases populares así lo perciban, creando enfrentamientos que las dividan. Pero la cultura política catalana (hegemonizada por las derechas), excesivamente versallesca, obstaculiza el desarrollo de tal estrategia. Y así les va a las izquierdas.

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