jueves. 02.05.2024

La familia según el Papa y el Pepé

NUEVATRIBUNA.ES - 12.11.2010Hay días en los que una siente que hay que hacer las cosas que son de justicia. Y una de esas cosas que me parecen de justicia es hacer una crítica a Paco Vázquez, Embajador de España en la Santa Sede. Ha afirmado que la visita del Papa ha sido un éxito rotundo y que el Gobierno estaba encantado.
NUEVATRIBUNA.ES - 12.11.2010

Hay días en los que una siente que hay que hacer las cosas que son de justicia. Y una de esas cosas que me parecen de justicia es hacer una crítica a Paco Vázquez, Embajador de España en la Santa Sede. Ha afirmado que la visita del Papa ha sido un éxito rotundo y que el Gobierno estaba encantado.

Compañero Paco, ni ha sido un éxito, ni el Gobierno puede estar encantado con la visita del jefe de una multinacional que lleva años expoliando dinero bajo la escusa de pastorear almas de rebaños de fieles ejemplares ovinos en peligro de extinción.

Es cuestión de educación. No sólo desaparece el pastoreo en los montes, desaparece en general por la propia actuación de quien tenía todo en su mano y la avaricia le rompió el saco.

Es difícil que al Papa se le haya escapado del conocimiento la concentración “del beso”. Así, en castellano. El beso de personas que se quieren. Ya sabemos que al Papa con esto de las relaciones homosexuales y los matrimonios de personas del mismo sexo le llevan los demonios (no sería malo), pero querido, entre que él sufra una úlcera de la rabia y ellos se queden sin los derechos que como ciudadanos les corresponde, casi es mejor arriesgarse a que sólo sufra uno.

Es el beso de quienes han decidido que las puertas del armario de la vida queden abiertas, que queden al albor de los sentimientos y de la vida.

Es curioso el ataque al colectivo homosexual, y no sólo porque es la forma más habitual de abuso por parte de los criminales que practican la pederastia bajo el palio de los altares, sino porque los derechos conseguidos por los individuos no traspasan el ámbito civil en el que la Iglesia, muy a su pesar, no tiene ni arte ni parte. Ni debe tenerlo.

En el álbum de la existencia del individuo, ya no tiene cabida quien se atreve a menospreciar a seres humanos auspiciándose en el modo en que cada uno hace uso de su derecho a la felicidad compartida.

Ni la homosexualidad se contagia ni es una rara avis.

Es amor, es deseo, pasión, compañerismo, adhesión, vivencia, complicidad, y eso es así, independientemente de quien ocupe los papeles protagonistas de la relación.

En la telenovela de la vida, sólo los que aman tienen cabida, los destructores no tiene más opción que la del cubo del reciclaje o la basura orgánica.

Paco, el Papa ni ha llenado foros ni conciencias. Y es que, definitivamente, la conciencia no se rellena como a un pimiento. El adalid de la familia tradicional, con el que se llenan la boca él y los que hacen aseveraciones semejantes, intentando solapar una homofobia rechinante en una tradición rota por el paso del tiempo, ya no sirve.

Ni los más rancios derechones la cumplen. Los salvadores de la patria, los castizos españoles sobrados de inmigrantes y los “Curros Jiménez” de asfalto están caducados, como las multas de tráfico.

Hasta las que más defienden el concepto de familia tradicional, el no a los matrimonios homosexuales y la xenofobia, recurrieron a la técnica “no celestial” de la fecundación in vitro para hacer de su sueño una realidad. Y es que Alicia Sánchez Camacho, la presidenta del PP de Cataluña, tenía el derecho a hacerlo como madre soltera.

Lo que hace rechinar los dientes es ver cómo podemos juzgar actos en terceros cuyos parecidos con los de uno mismo son asombrosos. Cuando menos es ilógico e hipócrita.

Alicia se jacta de haber sido madre soltera, pero además, cree que es uno de esos casos que se dará una vez cada cien mil años.

Y es que, mira que hicieron daños las clases de hortifruticultura de Ana Botella en la que le dio por mezclar manzanas, peras y, supongo, plátanos.

Que ella crie a un hijo sola no significa que la plebe, homosexuales y demás caterva de individuos alejados de los patrones de tradicionalidad al uso, lo puedan hacer. No, hombre, no.

Los homosexuales no pueden adoptar hijos, las lesbianas tampoco, es curioso. Se pueden dejar a los niños en orfanatos donde la infancia se diluya en el agua de un biberón, pero no se les puede dotar de una familia de seres que les querrán, cuidarán y harán de ellos personas felices.

Absurdo.

Es la razón de la sinrazón y la inquina de la desvergüenza.

Querido Paco, llegará el día en que las visitas del Papa sean anecdóticas, es sólo cuestión de que desde el Vaticano sigan con este ejercicio de “matafé” que tan bien practica la Iglesia Católica.

Es cuestión de tiempo y de valentía de los gobernantes.

La lucha será larga, pero qué sería la vida sin esas dificultades que hacen que la meta sea aún más gratificante.

Mientras tanto, deberías informar a Su Santidad que es de bien nacidos ser agradecido, y él, por desgracia para muchos de nosotros, tiene mucho que agradecer a esta nuestra España.

Leire Díez Castro - Presidenta de Red Laica para la Igualdad y la Diversidad


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