viernes. 26.04.2024

Gestos inequívocos (1)

El 2012 será, sin duda, el año en que el PP muestre con toda crudeza sus regresivas políticas. Lo hará con el eufemismo como bandera, que es siempre una forma proporcionada de la mentira. Desde el momento en que han comenzado a gobernar han cultivado gestos inequívocos de desprecio a la política de los derechos. Son incipientes pero clarísimos. Todo lo objetaran, nada van a dejar de revisar.

El 2012 será, sin duda, el año en que el PP muestre con toda crudeza sus regresivas políticas. Lo hará con el eufemismo como bandera, que es siempre una forma proporcionada de la mentira.

Desde el momento en que han comenzado a gobernar han cultivado gestos inequívocos de desprecio a la política de los derechos. Son incipientes pero clarísimos. Todo lo objetaran, nada van a dejar de revisar.

En el objetivo de sus políticas se halla, el adelgazamiento de los principales instrumentos democráticos (partidos políticos y sindicatos) y el desmantelamiento de las estructuras organizativas de la sociedad civil. En definitiva, acabar con la conciencia social y sus instrumentos de acción. Lo harán aprovechando la coartada de una crisis.

Todo será revisado, todo se pondrá en cuestión. La crisis es la justificación perfecta para el cambio de paradigma, para el cambio de valores y para el estrangulamiento de las organizaciones que permiten que la ciudadanía se resista a la brutalidad del sistema. Un sistema que considera los derechos sociales como una rémora económica y los individuales una amenaza a sus tradiciones regresivas. Los primeros gestos en lo simbólico, y las primeras medidas en lo concreto, han ido en ese sentido.

En lo simbólico, Ana Mato, responsable del “ministerio social” no quiso desperdiciar la ocasión de comenzar el revisionismo. Y entró con lo más duro: cuestionando precisamente los conceptos que definen el origen de las brutales agresiones sexistas contra las mujeres. Dadas sus convicciones ideológicas es comprensible ya que actuará al dictado de la Jerarquía Católica, que será de facto el lobby más influyente en su ministerio.

Rouco Varela ha debido enviar ya a la sede ministerial del Paseo del Prado el manual de actuación y mapa de ruta para estrangular a esos “perversos” movimientos sociales que se empeñan en dar a las mujeres las claves e instrumentos que les permiten hacerse con el control de sus cuerpos y sus vidas.

Parece que el lenguaje se ha manifestado como pieza clave para esa labor de gobierno. Si Ana Mato difuminó de un plumazo la violencia machista, Aznar no tardó en manifestar vivamente su negativa a feminizar el nombre de “alcalde”, instruyendo para que a su esposa no se la cite utilizando el femenino.

Los dirigentes del PP se posicionan así contra las recomendaciones de la Unesco, contra el Informe sobre el lenguaje no sexista del Parlamento Europeo, o contra la Orden de 22 de marzo de 1995, por la que se adecua la denominación de los títulos académicos y profesionales a la condición masculina o femenina de quienes lo obtengan… y por supuesto, contra el uso común que la sociedad y especialmente las mujeres, venimos haciendo del lenguaje.

Adrienne Rich, Eulália Lledó, Mercedes Bengohechea y otras pensadoras han analizado minuciosamente el uso androcéntrico del lenguaje. Por ellas sabemos que el lenguaje es uno de los instrumentos coercitivos que configuran las sociedades sexistas. De ahí la importancia que las derechas dan a esta cuestión. Ellos saben, efectivamente, que el lenguaje es un elemento que condiciona nuestro pensamiento y visión del mundo.

Lo usarán, por tanto, a modo de bisturí: usurparán términos para desvirtuarlos (igualdad); atacarán con dureza conceptos esenciales para la comprensión de determinados comportamientos humanos (género); ignorarán recomendaciones y serán activos para obstaculizar la adecuación de la lengua a las nuevas realidades. Y lo harán en aras a la cómoda economía lingüística, ridiculizando los nuevos usos e insultando –cómo no!- a sus promotores/as. ¿Quién se beneficiará de ello? Tomemos nota.

Gestos inequívocos (1)
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