viernes. 29.03.2024

El sistema no se destruye, sólo se transforma

NUEVATRIBUNA.ES - 1.7.2009"De esta crisis se saldrá antes si trabajamos más, no si trabajamos menos". La frase, en si misma, no tiene ningún elemento reprobable.
NUEVATRIBUNA.ES - 1.7.2009

"De esta crisis se saldrá antes si trabajamos más, no si trabajamos menos". La frase, en si misma, no tiene ningún elemento reprobable. Se podría interpretar como una invitación al esfuerzo colectivo para superar la penosa situación que afecta a millones de personas en todo el mundo: unas porque están en paro, otras porque mantienen a duras penas sus empleos a costa de soportar el recorte de sus derechos laborales y una tercera parte porque no encuentran quién les eche una mano para asegurar la continuidad de sus empresas.

La frase, insisto, podría tener cierto matiz provocador para los hipersensibilizados oídos de los parados que no consiguen trabajo por mucho que lo busquen, pero en principio es inofensiva. Ahora bien, coloquémosla en su contexto y adquirirá de repente un significado aterrador.

Para empezar, identifiquemos al autor: José María Aznar. En segundo lugar, el escenario: la FAES, la Fábrica de Argumentarios Espurios del PP. Y, en tercer lugar, el discurso del que formaba parte: "Europa. Propuestas de libertad", una reflexión del ex presidente del Gobierno sobre lo que, en su opinión, nos espera a los europeos si nos cargamos el liberalismo exacerbado que, recordémoslo una vez más, ha desencadenado la catástrofe financiera y la consiguiente crisis económica.

Aznar, como todos sus correligionarios, propuso flexibilizar el mercado de trabajo pero, sobre todo, se recreó en lo que llamó "abusos en la protección social". Se refería, claro está, a las medidas sociales en las que constantemente insiste el Gobierno, al que tanto él como su partido reprochan que esté más interesado en el apoyo a los parados que en sacarles del paro y reincorporarles a la vida laboral. Pero, además, de sus palabras se desprendía un tufillo de crítica a una hipotética actitud acomodaticia por parte de los desempleados que, siguiendo su hilo argumental, prefirirían seguir vagueando y aprovechándose de los planes de protección del Ejecutivo que volver al duro tajo. Y para apuntalar su tesis estableció la siguiente dicotomía: "La izquierda se alegra cada vez que alguien cae en la red de seguridad de la protección social y nosotros nos alegramos cada vez que alguien es capaz de salir de esa red".

¿Qué clase de patología mental hay que padecer para sugerir en público que un parado, cuyas expectativas se reducen actualmente a cobrar una prestación que generalmente es inferior a su salario durante un período de tiempo limitado y con pocas posibilidades de obtener otra fuente de ingresos, seguirá así por propia elección si el Estado le garantiza una mínima subvención?

Partiendo de la premisa de que en todas partes cuecen habas y de que también en este caso puede haber excepciones, comparar el paro con unas vacaciones pagadas es escandaloso. Y que lo diga alguien que cobra lo que cualquier trabajador medio tardaría años en recaudar por asesorar a Murdoch o dar una charla en la Universidad de Georgetown es una indecencia.

Pero el problema no es Aznar. Al menos no sólo lo es él. Su teoría la comparten los defensores del liberalismo a ultranza que ven en la crisis una fuente de nuevas oportunidades: si consiguen introducir las reformas laborales que proponen, habrán creado las condiciones para volver a las andadas con más y mayores garantías de éxito una vez que amaine el temporal. De momento, están de enhorabuena. El sistema que tan provechoso les resultó hasta que estalló la burbuja inmobiliaria sigue impoluto. No se destruye, sólo se transforma y Madoff es su chivo expiatorio.

El sistema no se destruye, sólo se transforma
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