jueves. 25.04.2024

El Papa nos trae la ‘buena vieja’

NUEVATRIBUNA.ES - 8.11.2010Con toda la cautela que exige la subjetividad de estos asuntos parece que la visita del Papa ha sido claramente decepcionante. De hecho, ha pasado por Galicia y no ha obrado el milagro de bajar el precio de los percebes y en Catalunya la multiplicación de los panes y los peces, trasladada al reclutamiento de fans del Pontífice, ha dejado mucho que desear ya que han asistido la cuarta parte de los esperados.
NUEVATRIBUNA.ES - 8.11.2010

Con toda la cautela que exige la subjetividad de estos asuntos parece que la visita del Papa ha sido claramente decepcionante. De hecho, ha pasado por Galicia y no ha obrado el milagro de bajar el precio de los percebes y en Catalunya la multiplicación de los panes y los peces, trasladada al reclutamiento de fans del Pontífice, ha dejado mucho que desear ya que han asistido la cuarta parte de los esperados. Ni siquiera ha logrado llenar la plaza de toros si bien, valga como eximente, acaso no se explicó bien que su Santidad no iba a lidiar unos morlacos, algo totalmente prohibido en esos lares, sino a adoctrinar a las masas pecadoras de la pradera y aledaños.

Lo que sí se antoja fuera de toda discusión, ya seas meapilas, creyente medio, agnóstico o ateo con trienios, es que no ha traído la buena nueva sino la de siempre. Que el Papa Benedicto venga a España para decirnos que le parece fatal el matrimonio entre homosexuales y tanto o peor la Ley del Aborto no nos importa mucho porque somos un país de natural hospitalario, pero no me digan que para ese viaje no le hubiera valido con una riñonera en vez de unas alforjas. Lo que me estupefacta, y eso que ya se creía uno curado después de la grabación del disco de Jesulín de Ubrique, es que todavía le demos una dimensión tal que lo que sólo es una monserga acabe alcanzando el rango de revelación divina.

¿Acaso alguien esperaba que clamara lo contrario? Francamente, me aburre tanto esta cantinela que en pocas ocasiones el ¿y a mí qué? resulta tan reconfortante. El Papa tiene su público y merece todo el respeto. O, si no todo, justo el mismo que tengan hacia quienes no compartimos esas regresiones en el tiempo o esas agresiones a la libertad individual. De eso a echarnos las manos a la cabeza tanto en un sentido como en otro dista la enorme distancia que hay entre quienes consideran a Rouco el embajador de Dios en España y quienes le tenemos por un señor muy pesado a quien, al parecer, le hubiera gustado ver a Zapatero en los actos del Papa.

Ay, señor obispo, si yo le dijera las cosas que me gustan tendría que estar en el confesionario hasta que Rajoy opinara de algo, pero no es el caso. El caso es que de lo de ser un estado aconfesional no sabemos con exactitud cuál es la parte que no entiende. Y así y todo, aconfesional por decir algo. Eso sí, los suficiente para que ahora a los presidentes del Gobierno les voten y, si llueve, les lleven bajo paraguas, no bajo palio como en aquellos años que, para nostalgia de muchos, ya sólo vemos en la serie de ficción ‘Cuéntame’ aunque algunos les gustara que fuera un reality show.

Germán Temprano es escritor y periodista

JAULA DE GRILLOS

El Papa nos trae la ‘buena vieja’
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