jueves. 28.03.2024

De sucesiones y sucesores

En política, cada tiempo tiene su afán y cada afán tiene su tiempo. Y este no es el tiempo de adoptar decisiones sobre candidatos a las elecciones generales. Al Gobierno le toca combatir el paro y al partido le corresponde ganar las elecciones locales y regionales. Ese es el afán de este tiempo.

En política, cada tiempo tiene su afán y cada afán tiene su tiempo. Y este no es el tiempo de adoptar decisiones sobre candidatos a las elecciones generales. Al Gobierno le toca combatir el paro y al partido le corresponde ganar las elecciones locales y regionales. Ese es el afán de este tiempo. No obstante, las cosas se han puesto (las hemos puesto) de tal manera que ni Gobierno ni partido podrán cumplir con su responsabilidad adecuadamente si no se resuelve con carácter previo la incertidumbre sobre el liderazgo del proyecto nacional.

Resulta arriesgado atribuir culpas en concreto, pero es más que evidente que en este lío los socialistas nos hemos metido solitos. Cuando aún quedaba por cumplir más de un tercio de la legislatura, cuando más arreciaba la crisis global, y cuando más nos exigían los ciudadanos concentración en la solución de sus problemas, nosotros nos entreteníamos en insinuaciones, cábalas, conspiraderas y juegos de salón que en nada interesaban al país y que perjudicaban seriamente nuestro crédito como gobernantes. Que si sigue, que si no sigue, que si éste, que si aquella, que si ahora, que si mañana…

Desde luego que hay que centrar al Gobierno en gobernar, y claro que hay que situar la campaña del 22 de mayo en las políticas municipales y autonómicas. Y nadie duda de que hay que sortear la trampa que está tendiendo la derecha para convertir las próximas elecciones en un falso plebiscito sobre Zapatero.

Pero es que la trampa ya está tendida, y en el tejido de la red no han participado solo Rajoy y los suyos. Inevitablemente ya, los ciudadanos españoles, especialmente los electores socialistas, esperan del debate político de los próximos meses una aclaración en torno a quiénes van a estar al timón del país y cuáles son sus planes para resolver los muchos problemas que tenemos por delante. Y por mucho que intentemos hablar a los ciudadanos de sanidad, de educación o de políticas activas de empleo, esa demanda, esa ansiedad, va a perseguirnos cada día de esta campaña. Porque nosotros mismos hemos contribuido a generarla.

En consecuencia, yo soy partidario de zanjar la cuestión ya, de forma rápida y democrática. Convoquemos primarias y elijamos ya a nuestro candidato, nuevo o no, para las próximas elecciones generales. Despejemos esa duda, eliminemos esa incertidumbre, ofrezcamos seguridades a la sociedad española y a todos nos irá mejor. Los ciudadanos sabrán a qué atenerse con nosotros y el partido socialista podrá centrar su trabajo definitivamente en lo que toca, en mayo lo municipal y lo autonómico, y a continuación el debate nacional sobre las respuestas a la crisis.

Habrá quien argumente que no hay tiempo, que el riesgo de despistar a los ciudadanos es grande, que no debemos entrar en el juego de la derecha “nacionalizando” el debate político a las puertas de una campaña de alcaldes y presidentes regionales. Pero creo sinceramente que hay tiempo en este mes de marzo para zanjar la candidatura nacional con todas las garantías democráticas, y que los meses de abril y mayo pueden dedicarse con fruición e intensidad a explicar nuestros programas para los Ayuntamientos y las Comunidades Autónomas.

Es más, nuestros electores, con toda seguridad, agradecerán que dejemos atrás definitivamente los dimes y diretes, los mensajes con doblez, las filtraciones de parte, las fotos con lectura equívoca, las reuniones para hablar “de lo que ustedes imaginan” pero que no les contamos… Y la gran mayoría de los ciudadanos valorarán positivamente que resolvamos una incógnita importante de forma democrática y con plena transparencia. Lejos de suponer un handicap ante el inicio de la campaña, podemos considerarlo previsiblemente como un factor positivo de movilización y simpatía general.

Todo el respeto del mundo a los órganos de dirección del Partido, que tienen la responsabilidad de interpretar el interés general y adoptar las decisiones convenientes. Y todo el respeto, desde luego, por el secretario general y Presidente del Gobierno, por sus decisiones y por sus tiempos. Merece esa confianza y la tiene. No obstante, dadas las incertidumbres que se ciernen sobre el panorama político, a algunos nos parece casi obligado ofrecer una humilde opinión personal. Para lo que valga.

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