martes. 23.04.2024

A la búsqueda de la competitividad

nuevatribuna.es | 14.02.2011Competitividad es la palabra clave del momento. En los dos lados del Atlántico Norte es el nuevo mantra que inspira la acción de los gobiernos.En EEUU Obama ha cambiado el nombre a su Consejo de Asesores Económicos por el de Council for Jobs and Competitivity. Quizá imitándole, en España el Gobierno anunció hace poco la creación de un Consejo Nacional de la Competitividad.

nuevatribuna.es | 14.02.2011

Competitividad es la palabra clave del momento. En los dos lados del Atlántico Norte es el nuevo mantra que inspira la acción de los gobiernos.

En EEUU Obama ha cambiado el nombre a su Consejo de Asesores Económicos por el de Council for Jobs and Competitivity. Quizá imitándole, en España el Gobierno anunció hace poco la creación de un Consejo Nacional de la Competitividad. Y Alemania, con el apoyo de Francia, acaba de poner sobre la mesa del Consejo Europeo del pasado 4 de febrero un “pacto de competitividad”, que ha provocado una importante polémica saldada con un desacuerdo que va a requerir bastante trabajo superar.

Cuando se vive en una economía abierta a la competencia por supuesto que hay que ser competitivo y nadie abogaría por no serlo. Pero no está nada claro cómo se mide la competitividad y en cualquier caso hay muchas formas de conseguirla con consecuencias sociales y políticas bien diferentes.

Por ejemplo, si la competitividad se mide por la parte que un país tiene en las exportaciones, resulta que desde que se estrenó el euro, la parte de las exportaciones de los PIGS en el total de las exportaciones de la eurozona se ha mantenido absolutamente estable. No se habría perdido competitividad desde el punto de vista de la cuota de mercado a la exportación. Y últimamente España ha incluso aumentado la suya.

Por supuesto, si produjéramos más bueno, bonito y barato exportaríamos más y eso crearía empleo en casa y ayudaría a salir de la recesión. Es lo que sugiere Obama cuando dice que EE.UU. puede competir con cualquier país del mundo, aunque su abismal deficit comercial no lo demuestre. Lo mismo puede decirse de otras economías deprimidas como las europea, con la excepción de Alemania, pero todos no podemos aumentar a la vez nuestras exportaciones salvo que encontremos un nuevo planeta que las importe.

Y si lo que Obama quiere decir es que China tiene que reducir su surplus comercial, mejor que se tome en serio la paridad del yuan sin lo cual todos los esfuerzos de “competitividad” vía reducción de costes, salariales sobre todo, se los comerá el dumping monetario.

Es arriesgado plantear la competitividad de un país como si fuera una empresa. Las empresas que reducen sus empleados y así aumentan sus beneficios son aplaudidas, entre otros por las Bolsas ,porque son más “competitivas”. Es lo que está ocurriendo a escala de país en EE.UU., donde se ha destruido mucho empleo y los beneficios empresariales alcanzan niveles récords. No creo que sea para alegrarse ni un objetivo que perseguir.

Detrás del discurso de la competitividad suele estar escondida una demanda de menos regulación y menos intervencion pública. Pero lo cierto es que una economía regulada con un papel importante del sector público como la alemana ha capeado la crisis mucho mejor que EE.UU.

En Europa la búsqueda de la competitividad perdida de los países del sur y la convergencia económica con los países centrales del núcleo germánico habrá servido para por fin poner sobre la mesa ideas sobre la reforma de la zona euro que van mas allá de endurecer las sanciones sobre los incumplidores del Pacto de Estabilidad.

La gran novedad es que Merkel parece haber sacado de la crisis del euro la convicción de que la vieja idea francesa de la “gobernanza económica” del euro, siempre rechazada por Alemania, ya no puede descartarse y hay que dotarla de contenido para empezar a bajar de las musas al teatro.

Empezando por las cuestiones presupuestarias, hasta ahora Berlín solo quería reforzar las sanciones del Pacto de Estabilidad. Pero ya nadie puede dudar que el PE tiene problemas de concepción tanto como los ha tenido de aplicación. ¿Hay que recordar que en el 2007 España e Irlanda eran los alumnos virtuosos del Pacto? ¿Hay que recordar que nadie se enteró del déficit real de Grecia durante 10 años? ¿Cómo no reconocer que durante esos diez años del euro la supuesta tutela de Bruselas ha sido totalmente incapaz de reformar las políticas nacionales de los Estados miembros y de evitar la divergencia de sus economías?

Hace falta algo más, mucho más que fijar una regla más exigente de policía del déficit y castigar con mayor dureza al que la incumpla. Para empezar, hay que unificar los sistemas contables para medir la vulnerabilidad de las finanzas públicas, armonizar el sistema de calculo de la base del impuesto de sociedades (¡¡Señor, cuánto tiempo hace que algunos nos hemos quedado roncos pidiendo ese mínimo esfuerzo de coexistencia fiscal en el interior de un mercado único!!).

Hay que asegurarse que en caso de nueva crisis los Bancos pagarán la factura y no los Estados, es decir, los contribuyentes. Alemania propone además descentralizar la disciplina presupuestaria de manera que cada país se dote de reglas constitucionales propias que aseguren la estabilidad a lo largo del ciclo económico y adaptar el sistema de pensiones a la evolución demográfica.

Berlín quiere también que cada país alinee el crecimiento de sus salarios sobre el de la productividad y no sobre el de la inflación, eliminando la indexación automática, que no existe ya en muchos países, y unos niveles mínimos de inversión en educación, investigación e infraestructuras.

Merkel está en una posición de fuerza y lo que propone es la contrapartida para aumentar el Fondo de Estabilidad ideado para venir en ayuda de los países en dificultades. Pero muchos consideran que lo que se pide es mucho y lo que se ofrece es poco. Y las medidas propuestas serán tanto mas difíciles de aceptar cuanto más se parezcan a un “dicktat” alemán en vez de una propuesta de la Comisión, cuyo monopolio de la iniciativa parece haber sido claramente olvidado. Y de los eurobonos, ni media palabra.

Después de una larga sequía de propuestas y de tomarse la crisis del euro como si fuera un problema de los demás, de repente se presenta una propuesta que parece querer imponer a todos los países un traje a la medida del que usa Alemania. Y es difícil que una sola talla sirva para tantos países que se encuentran en situaciones tan diferentes.

Algunos países necesitan mantener estímulos fiscales transitorios y no pueden permitirse tanta austeridad como Alemania si quieren recuperar el crecimiento que es la única forma de estabilizar su Deuda y poder devolverla. Para otros la competitividad pasa por mayor inversión en educación e infraestructuras. Y en otros, como demuestra el caso irlandés, el coste de reflotar sus bancos es demasiado grande. A los dos años de su nacionalización el Banco Anglo Irish presenta perdidas record en la historia del país, del orden de 18.000 millones de euros. Su recapitalización le habra costado a los contribuyentes irlandeses cerca de 35.000 millones de euros. Tendran que apretarse mucho el cinturón para financiar esas perdidas.

Y en Grecia, todos sus esfuerzos no han sido suficientes para disipar el temor a una restructuración de la Deuda. Si no se mejoran las condiciones de la ayuda que ha recibido hasta ahora será muy difícil que no reproduzca una restructuración “dulce”, es decir pactada y sin hacer ruido.

Y por eso una sola talla de traje, es decir el mismo conjunto de medidas para todos al estilo alemán, ni basta ni funciona. Es bueno que por fin se pongan a discutir medidas de coordinación y reformas conjuntas, pero habra mucho que discutir sobre la propuesta de Merkel lo largo del próximo mes si se quiere que sea aceptable por todos.

De momento, el desacuerdo del Consejo y las dificultades que se anticipan para alumbrar ese “pacto de competitividad”, ya han producido una nueva subida de la prima de riesgo de las emisiones de bonos portugueses que han alcanzado el nivel record del 7,6%. Bueno, ningún país puede mantener su solvencia con un crecimiento anémico y pagando su Deuda a esos tipos de usura. Tampoco Alemania podría financiar su déficit a esos tipos sin tener problemas.

En el Pacto de Competitividad propuesto por Francia y Alemania a sus colegas del Consejo Europeo se mezclan evidencias con cuestiones muy discutibles. Por ejemplo, es seguro que el equilibrio de los sistemas de pensiones es deseable para el de las finanzas publicas, pero que retrasar la jubilación a los 67 años sea necesariamente favorable a la competitividad de una economía no es tan evidente.

Pero la propuesta abre una posibilidad de salir por arriba de la crisis abierta hace un año por el déficit público griego, buscando otras soluciones que más de lo mismo.

Josep Borrell | Presidente del Instituto Universitario Europeo de Florencia (Italia)

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