jueves. 28.03.2024

La puta manzana

“Si es que van provocando”. Esta frase se encuentra presente en el pensamiento, incluso en la boca -cuando no, blanco sobre negro en alguna que otra sentencia judicial; eso si, con terminología mas elegante- de muchos hombres para justificar agresiones físicas, sean de carácter sexual o no, contra las mujeres. Dicha frase, es la misma que debió pensar Adán o Dios, cuando envió un ángel con un espada de fuego para hacer efectivo el desahucio del paraíso. Hoy envían varios furgones policiales, pero el sentido es el mismo.

Pobre Adán. No habría en el paraíso otros árboles y otras frutas más apetecibles: mangos dorados o fresas dulces, por poner algunos ejemplos. Seguro que existían estas frutas u otras mucho más deliciosas. ¡Pues no! ¡Eva tuvo que elegir la puta manzana, a sabiendas de la que iba a liar! Esta manera de actuar; esta conspiración entre la serpiente y ella -recordemos que la serpiente es un palabra femenina- constituye una clara provocación. ¿Será esta conspiración el origen del contubernio judeo masónico que diría muchos siglos más tarde cierto dictador bajito? Es difícil asegurarlo, pero una cosa hay clara: el origen de todos los males de la humanidad, consecuencia de la huella del pecado en acciones y vida cotidiana, es consecuencia del pecado original: el pecado cometido por Eva al elegir la susodicha manzana. Cuanto hubiera cambiado la historia, si hubiera elegido otra fruta. Y es que, además de una provocadora, mira que fue tonta: con las frutas tan deliciosas que debía de haber…

Quizás la lectora o el lector se sorprendan de la publicación, en esta fecha tan señalada y en una publicación tan seria, de un artículo en estos términos. Puesto que, al comienzo hablamos de provocación, el mismo pretende haber provocado, al menos la sonrisa. No queremos frivolizar, ni mucho menos, ya sea el contendió de la fecha o las justas reivindicaciones que la misma connota. El tono empleado pretende ser acorde a las circunstancias: prohibir de todas las manifestaciones con motivo del 8 ocho de marzo, con el argumento de motivos de salud pública,  es para reír; eso si: por no llorar. De manera que se autoriza un concierto multitudinario en un recinto cerrado de uno de los cantantes “mascaron de proa” de la música en el franquismo; se autorizan manifestaciones de negacionistas y conspiranoicos, sin respetar la distancia social y sin mascarilla; se autorizan manifestaciones en contra de la Ley Celá; se autorizan concentraciones en  el cementerio de la Almudena a favor de la División Azul y el nazismo y, por el contrario, se prohíben todas las manifestaciones feministas. ¿Es que las mujeres contagian más que el resto de colectivos? Pareciera que sí. Todavía recordamos los debates, también irrisorios de hace un año, cuando señalaban precisamente a las manifestaciones del 8 M como el motivo de la expansión del virus de la pandemia. Lo cual es, igualmente para reírse a carcajadas. No el fútbol; no las misas; no los cines; no los mil eventos que tuvieron lugar por esas fechas -incluido un acto de VOX, dónde, un dirigente recién llegado de una zona de riesgo y contagiado de covid-19, repartió abrazos a granel-. No: la culpa la tienen las mujeres; como la causa de todos los males de la humanidad los tiene la tal Eva. Argumento irrisorio, si el mismo no demostrara que patriarcalismo sigue campando a sus anchas en nuestra inmaculada democracia; una democracia  tan perfecta que incluso ni lo de la corrupción reinante es capaz de enturbiarla. Otro tema hilarante.

Vale que la causa feminista y las reivindicaciones propias de esta fecha tiene un mayor poder de convocatoria que el resto de colectivos citados; vale que el número de personas que se concentrarían en calles y plazas de Madrid sería abultado -osea, que no serían cuatro locas dispuestas a gritar sus consignas en contra de los hombres-; vale que las chicas que van a las manifestaciones de los cayetanos o a las la de la División Azul son mas monas que las feministas. Vale todo eso – venga, que estamos en rebajas- pero de hay a prohibirlas absolutamente todas hay una distancia importante. Podrían haberse adoptado soluciones imaginativas acordes con los tiempos y la situación sanitaria:  desde haberse articulado un “nanifestódromo” en un carril de la M-30 en el que fuera posible respetar la distancia de seguridad en mas metros de los recomendado, hasta solo autorizar algunos actos. Pero no, lo mejor: extirpar el mal desde la raíz y prohibirlos todos. De esta manera, no únicamente  se niega la visibilización de las reivindicaciones en pro de una igualdad real; se niega el ejercicio de un derecho básico como es el de manifestación, lo cual hace más patente, si cabe, el contenido real de dichas reivindicaciones y la necesidad social de las mismas.

Además de Eva, la manzana, la serpiente, etc. todo es resultado de una cadena de errores: si la Inquisición hubiera hecho bien su trabajo, ahora “las nietas de las brujas que que no lograron quemar” no se podrían manifestarían y asunto concluido. Si es que, muchos autos de fe y muchas hogueras, pero, en el fondo, fueron unos chapuzas. Por culpa de unos y otros nos vemos así. Menos mal que el Delegado del Gobierno, que vela por nosotros -por nosotras: menos; ya se ve- ha cortado en seco toda la transgresión preparada para esta fecha.

Pareciera que, dependiendo del lado hacia el que escora el colectivo que solicita el derecho a manifestarse, su poder de contagio es mayor o menor. ¿No será que realmente se tiene miedo, no es tanto al virus del covid-19 y si al “virus feminista”, que promueve la igualdad de derechos entre hombres y mujeres; es decir entre las personas? ! Un virus propugna el cumplimiento de los derechos humanos ! Pareciera que sí y por eso utilizar el argumento de la salud, que, dados los antecedentes, resulta tan peregrino e irrisorio. 

Cuando no hay una argumentación sería que sustente esta decisión política de prohibir los actos del 8 M en Madrid, se recurre a argumentos de tan poco peso y que expresa sin lugar a dudas el sesgo ideológico del Delegado del Gobierno y la Comunidad. Un argumento esperpéntico, dados los antecedentes citados, que resulta tan esperpéntico e irrisorio como aquel tan utilizado por la Iglesia Católica a los largo de los siglos: el de Eva y la puta manzana.

           

La puta manzana