jueves. 28.03.2024

El “8 de marzo” no debería existir

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Foto de MediaReduy. CC BY-SA 2.0

El patriarcalismo se celebra todos los días del año. Además, tiene un error en su formulación: el 8 de marzo no hay nada que celebrar, pero si mucho que reivindicar

Es muy posible que este titular sorprenda a muchas lectoras e incluso alegre a algunos lectores, al ver escrito eso que llevaban pensando mucho tiempo. ¿Por qué se celebra el “día de la mujer”, si no existe el día “día del hombre”? La pregunta cae por su propio peso: el patriarcalismo se celebra todos los días del año. Además, tiene un error en su formulación: el 8 de marzo no hay nada que celebrar, pero si mucho que reivindicar.

La existencia del 8 de marzo no es otra cosa que una mancha el expediente que nos acredita como seres humanos y, por ello, sujetos con los mismos derechos, sea cual sea nuestro género y nuestro sexo. La existencia de un día para recordar la desigualdad real de derechos de entre el hombre y la mujer -por mucho que la igualdad esté recogida en la Declaración Universal de Derechos Humanos o las Constituciones de todos los países que se definen a sus mismos como democráticos- evidencia no haber alcanzado las cuotas de democracia recogidos en dichos documentos.

Hay una parte importante de la sociedad, entre la cual se cuentan también muchas mujeres, que dedican a las activistas y simpatizantes del movimiento feminista calificativos como feas, malfolladas, feninazis y otras lindezas por el estilo. Todavía hay personas que piensan cómo las feministas deberían estar incluso agradecidas pues, al menos un día al año, se las visibiliza abriéndolas cámaras y micrófonos dándoles oportunidad de poder despotricar contra los hombres, pues, opinan, que finalmente no son más que unas resentidas. Que todavía haya opiniones a este respecto; que los pasos dados para hacer frente a una lacra social como la llamada violencia de género, a la que debiera llamarse sin eufemismos, violencia machista -con una ley imperfecta y con grandes deficiencias en su puesta en marcha- quieran ser anulados por la derecha; que la brecha salarial y los techos de cristal, o incluso de plomo, sigan existiendo año tras año, no sólo nos habla de la necesidad de esta fecha del 8 de marzo, si no también de la necesidad de prolongar la lucha llevada a cabo ese día a lo largo del año.

Como pretende reflejar el titular, si realmente viviéramos en un Estado social y democrático de Derecho, que -según reza la ínclita y tan citada, sobre todo por quienes la incumplen de manera habitual, Constitución de 1978- propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad, etc. Si esa ficción dibujada por nuestra Carta Magna se correspondiera con la realidad cotidiana del país -una realidad donde esos lastres citados en el párrafo anterior no existieran- entonces no tendría sentido celebrar un día de la mujer, a no que el mismo tuviera únicamente carácter conmemorativo y de reconocimiento a la lucha feminista; una lucha que ha logrado la construcción de un mundo más justo; más igualitario.

Aunque los “odiadores profesionales”, ya sean reales -entre los que se encuentran algunos políticos y periodistas - o virtuales -gente de a pie que se esconde en las redes sociales para escanciar su veneno contra aquel o aquella que piensa de forma diferente- digan lo contrario, las reivindicaciones del 8 de marzo debían se asumidas como “hoja de ruta” -termino muy en moda, aunque de manera frecuente evidencia una ruta que no lleva a ningún sitio- por aquellos partidos, agrupaciones y, en general, por todas aquellas personas que se definen como demócratas. Y es que el feminismo no es cosa únicamente de mujeres. Como dice Dolors Reguant: el feminismo es un movimiento social y político diferente al proyecto patriarcal que busca un cambio de paradigma global con alternativas de desarrollo humano y libertad tanto para las mujeres como para los hombres.

Según venimos afirmando en diferentes medios, el feminismo es lucha por los derechos humanos; una lucha en la que debemos implicarnos todas las personas quienes creemos en la democracia, la justicia y la igualdad como realidades por las que luchar y no solo como soflamas acomodaticias para rellenar discursos y finalmente dejar las cosas como están, según veremos este 8 de marzo y los sucesivos. Y es que no hay que ser mujer para definirse como feminista; es mas: cuando hombres y mujeres asumamos conjuntamente los postulados de esta lucha, las conquistas serán mayores y nuestro mundo más justo.

El “8 de marzo” no debería existir