martes. 23.04.2024

Una de jueces

La APM es la oligarquía reaccionaria que ha asumido la continuidad de las tradiciones franquistas en lo judicial.
jueces

Anda el PP enfrascado en sus disputas aznarianas contra todo lo que signifique funcionamiento democrático. En su empeño de que todo esté bloqueado para así poder culpar, ya saben, a ese complejo comunista/bolivariano/pactista con el terrorismo independentista y etarra, que es la versión 3.0 del histórico contubernio judeo/masónico/comunista. Y de esa estrategia forma parte el bloqueo del Consejo General del Poder (y otras Instituciones del Estado). De hecho el Sr. Casado se ha convertido en el Mr. No de la política española, reacio a cualquier acción positiva salvo a que su estilista, le coloque cada mañana los pelos del flequillo tapando su incipiente alopecia frontal.

Y para ello echa mano de su brazo judicial, la Asociación Profesional de la Magistratura, a la que no sé si con ironía o por desconocimiento se califica generalmente como “conservadora”, como si ello fuera posible en este país. Me apunto a la diferenciación entre “conservadores” y “reaccionarios”. No sé si desbordo la definición pero, para mis cortas entendederas y neuronas en guerrilla, conservadores son los que pretenden la conservación de lo bueno y reaccionarios los que pretenden la conservación de lo malo, o dicho de otra manera reaccionario es el que se aferra a lo malo y no quiere que cambie. Y claro, con nuestro pasado histórico ser conservador en España es una misión imposible. Eso es, también, cosa mía. Para un Rey que, aunque claramente no era normal, lo parecía un poco, ¡miren lo que nos ha resultado! Históricamente este país, con Leyenda negra o sin ella, es un asco. Ya lo dijeron los de la generación del 98.

La estructura de mando de la Asociación Profesional de la Magistratura es el fruto del continuismo en la judicatura reinstaurada por el franquismo

Propiamente sería injusto calificar a la APM como la Delegación del PP entre los jueces, es mucho más. Es la oligarquía reaccionaria que ha asumido la continuidad de las tradiciones franquistas en lo judicial y como tal la fuente de la que manan las cabezas pensadoras que integran las mayorías en el Tribunal Supremo, Consejo General del Poder Judicial, Tribunal Constitucional…. Alcanzar su Presidencia o formar parte de su Junta Directiva es asegurarse una buena carrera (¡puro ejercicio aeróbico, sin sudar!). A cambio de mantener al país en la más pura reacción. Su estructura de mando es el fruto del continuismo en la judicatura reinstaurada por el franquismo.

Es conocida la afición de Franco por las instauraciones y reinstauraciones pero pocos saben que, antes de reinstaurar la monarquía y tras instaurarse a sí mismo en la Jefatura del Estado, nuestro hombrecillo de voz atiplada, cuya Dictadura totalitaria tanto nos humilla como pueblo, ensayó con pleno éxito en la Administración de Justicia.

Ya en Burgos y en 1938 designó, a dedo naturalmente, a Don Felipe Clemente de Diego Gutiérrez, Presidente del TS cargo en el que permanecería hasta 1945 para ser sustituido, igualmente a dedo, por Don José Castán Tobeñas. Del primero poco hay que decir porque su adscripción a lo que en Alemania se llamó Movimiento Conservador Revolucionario (Heideger, Spengler, Schmitt…) es suficientemente expresiva. Un movimiento precursor y justificador del nazismo. Carl Schmitt, al que Don Felipe de Diego citaba con frecuencia, de hecho llegó a ingresar en el Partido Nacional Socialista del que fue expulsado a instancias de las SS “por señorito” (Diferencia esencial con el fascismo español, la Falange, en el que la condición de “señorito” era prácticamente una exigencia). A Schmitt se le considera el autor de la arquitectura filosófica-jurídica que soporta y justifica  el nazismo. Del segundo, Don José Castán, es cierto que fue sometido a un Consejo de Guerra por el nuevo Régimen, lo que da idea de la universalidad represiva, pero también que fue absuelto. Y si las condenas eran siempre sospechosas porque no necesitaban basarse en pruebas, qué les voy a decir sobre las absoluciones. Es difícil saber, ni siquiera imaginable, lo qué tuvo que acreditar para ser absuelto, aparte de la protección que le dispensaba Don Felipe de Diego, el filonazi. Tanto debió probar y tanta confianza merecer al Régimen que ostentó la Presidencia del TS desde 1945 a 1967. Otra afición del Invicto Caudillo: el gusto por lo vitalicio y aún por lo hereditario. ¡No hagas a los demás lo que no quieras para ti!

Por cierto que recientemente, Manuel Rivas nos recordaba la feliz estancia de Carl Schmitt en Santiago de Compostela, cómo era apodado “Don Carlos”, y cómo Fraga, su discípulo confeso, y el Instituto de Estudios Políticos le homenajearon y condecoraron en 1962 en la sede del Partido único, el Movimiento Nacional, hoy Palacio del Senado, en Madrid, con la presencia de Serrano Súñer y Fernández-Cuesta y “altas autoridades eclesiásticas”.

Una monografía recién publicada, léanla, de la que es autor el historiador y catedrático emérito de la Universidad de Alacant Glicerio Sánchez Recio sobre la depuración de la Judicatura (Franco “depuró”, Stalin “purgó”, usen correctamente los términos) llega a la conclusión, de que el nuevo Régimen pretendió llevar a cabo una sustitución total de la Magistratura. Crear una Judicatura a su imagen y semejanza, como Dios, una Administración de Justicia compatible y favorable al nuevo Régimen, que en aquellos momentos no ocultaba su adscripción al nazismo. Tras la eliminación física de los Jueces y Magistrados, lean asesinato, que se habían manifestado de cualquier forma, personal, política o profesional, a favor de la República, en la llamada “cuarta oleada represiva”, ríanse de las olas de la pandemia, se procedió a la inhabilitación generalizada de Jueces y Magistrados, incluidos los más conservadores. No se trataba de reformar aprovechando viejos materiales,  sino de construir de nueva planta. La idea de matar a 26 millones de españoles, o los que sean precisos, ni es nueva ni se quedó en la teoría. Solo que en 1936 sólo había 24,5 millones de españoles y no era posible matar a más de los nacidos.

De este modo, hecha tabla rasa, como Israel se basó en las doce tribus y la Iglesia en los doce Apóstoles, la nueva Judicatura, se basó en los trece “jueces depuradores”, uno por cada Audiencia Territorial que se encargaron de la “limpia”. Valga como ejemplo, Don Romualdo Hernández Serrano, padre de Antonio, Fernando, Félix y Francisco Hernández-Gil. Antonio fue Presidente del TS, de las Cortes y del Consejo de Estado, Fernando Magistrado del TS, Francisco Teniente Fiscal del TS y Félix, Fiscal del TOP. Todos los depuradores alcanzaron altas Magistraturas, como así también la inmensa mayoría de los jueces del TOP serían nombrados, ¡en la transición!, Magistrados del TS. El resto Presidentes de Audiencias Territoriales. El ejercicio desinhibido de la represión siempre fue objeto de especial agradecimiento. Antes de la Constitución por adhesión y después por “continuidad armónica” que dicen los músicos.

Si la instauración se basó en la violencia represiva, la pervivencia del nuevo sistema judicial, del instaurado en los cuarenta, yo diría que hasta hoy ha sido garantizada por el sistema de acceso a la Judicatura, las controvertidas oposiciones judiciales, y el sistema de nombramiento de cargos judiciales. Sobre lo que próximamente escribiré algo, pero respecto de las que anticipo que acabaría por imprimir a nuestra judicatura, con carácter predominante, un sesgo social pequeño burgués de predominio rural y provinciano y “conservador” (¿?) en lo ideológico. Naturalmente, no han podido evitar, a su pesar, la presencia de un sector progresista minoritario tan tozudo como heroico. Este pequeño sector, todavía hoy, aunque da dolores de cabeza, y hasta en las etapas de consenso ha aportado en positivo, “viste” el sistema.

Una de jueces