viernes. 29.03.2024

Cómo construir unidad popular

discurso

La formación del sujeto de cambio, la superación del bloqueo en la relación de fuerzas frente al poder establecido deberá venir por la activación cívica enraizada en la defensa de intereses y demandas populares

Aunque ha pasado un tiempo, es pertinente, a la luz del debate posterior, volver a la interesante y compleja reflexión desarrollada en “La clase siempre vuelve” de Jorge Lago (CTXT, 8/8/2018). Señalo un comentario crítico sintético desde una posición teórica que he explicado en positivo en otros textos recientes sobre la clase social como sujeto de cambio.

El citado artículo comienza por un diagnóstico realista: bloqueo del cambio institucional de progreso, resurrección de la socialdemocracia y dos tendencias regresivas (en las izquierdas): la fragmentación postmoderna y el determinismo sin sujeto de cierta vieja izquierda (o con un sujeto, la clase trabajadora, demasiado grande). Las dos vías aparecen como radicalizadas y minoritarias, es decir, sin ‘sentido común’. Realiza un crítica incisiva y positiva a las debilidades de esos enfoques: no son la solución. Resultado de su análisis: impotencia de la política (como acción compartida), es decir, de la acción populista (y la construcción de pueblo). Las fuerzas del cambio no tendrían un horizonte claro para avanzar y se esfuerza en elaborar una respuesta.

Pero no hace referencia a la interpretación realista, social y democrática (thompsoniana o gramsciana o, al menos, de Tilly, Jessop y pensadores similares) que explica los procesos de la contienda política desde otra corriente crítica de pensamiento, presente, aunque no de forma sistemática, entre los movimientos sociales y las fuerzas del cambio. El artículo se reafirma en el enfoque populista para reelaborar una estrategia de salida al bloqueo y el desconcierto existentes. O sea, a mi modo de ver, desemboca en el mismo callejón sin salida del enfoque populista como lógica política irrealista -antagonismo discursivo-. Así, no valora bien las causas del bloqueo político-electoral, la conformación de los sujetos sociales y la representación política y los factores que condicionan la pugna sociopolítica con el apoyo de una teoría crítica no idealista ni ambigua ideológicamente.

Su posición alternativa: ‘pensar en articular las diferencias’…; o sea, a través, fundamentalmente, del discurso, eje idealista o constructivista de la teoría populista. Para ello ‘hay que deshacer el actual revival de la clase’, cosa razonable contra un izquierdismo esencialista. Aunque, al mismo tiempo, no valora suficientemente la regresión en las condiciones socioeconómicas y democráticas que sufre la mayoría social popular. Llega a la infravaloración del peso de lo material, que no es sinónimo del determinismo de clase, sino realismo sobre la situación de subordinación y malestar popular. Además hace una exposición confusa de la separación economía-cultura para realzar su superación por la política (populista o discursiva, o sea, culturalista).

Por tanto, cae en la infravaloración de la experiencia popular y la acción por los intereses materiales (no solo económicos) y culturales (simbólicos y de reconocimiento), más importantes y combinados en esta crisis sistémica. Se afirma en una visión idealista (discursiva) de la política, infravalorando la ‘realidad’ realmente existente e interpretada por la gente. No se trata de ‘desvelar’ una hipotética ley histórica sino de analizar la dinámica sociopolítica, histórica y relacional para, desde esta situación, experiencia y relación de fuerzas, empujar por la transformación emancipatoria y el cambio democrático-igualitario. O sea, partir de la realidad (constituida también por la subjetividad, pero no construida por el discurso de un liderazgo) … para cambiarla.

El problema de fondo es cómo construir unidad popular. La formación del sujeto de cambio, la superación del bloqueo en la relación de fuerzas frente al poder establecido deberá venir por la activación cívica enraizada en la defensa de intereses y demandas populares, con una articulación práctica unitaria-popular; o sea, a través de la experiencia y la participación de la gente en el conflicto sociopolítico y la diferenciación cultural y con un sentido político democrático-igualitario y emancipador.

Cómo construir unidad popular