martes. 16.04.2024

La necesaria Izquierda Socialista

Felipe Gonnzález Márquez y Luis Gómez Llorente

Saben los navegantes que la mar juega malas pasadas en el rumbo marcado. Muchos factores hacen que haya que asir el timón con fuerza, plegar y desplegar velas, jugar con el viento, pelear con las mareas… Saben también que, en el Hemisferio Norte, la fuerza de Coriolis que surge por el movimiento de rotación de la Tierra de Oeste a Este, influye para que el rumbo se desvíe hacia la derecha.

Desde el XXVIII Congreso del PSOE, en mayo de 1979, con la coyuntural dimisión de Felipe González (“hay que ser socialistas antes que marxistas”), la fuerza de Coriolis, la desviación hacia la derecha se implantó en el partido. Aquel Congreso, que se remató en septiembre con el retorno de González en un Congreso Extraordinario, también sirvió para aglutinar al “sector crítico”, a la izquierda del PSOE e ir equilibrando esa querencia a la diestra, tanto en las políticas para España como en la democracia interna del partido.

Año y medio después, hace ahora cuarenta, el 16 de noviembre de 1980, se presentaba formalmente la corriente Izquierda Socialista con un “Manifiesto Fundacional” encabezado por Luis Gómez Llorente, Pablo Castellano, Francisco Bustelo, Manuel Turrión, Joaquín Martínez Bjiorkman, Manuel Sánchez Ayuso, Elvira Domingo, Alonso Puerta, Carlos López Riaño, Manuel Abejón y Manuel de la Rocha al que se sumaron multitud de militantes.

Tampoco se estaba inventando la rueda, pues el PSOE siempre fue un partido plural. Un partido con voluntad de Gobierno tiene que cubrir un amplio espectro aunque tenga “dos almas”. Esas dos almas conviven en el PSOE históricamente a lo largo de su historia, prácticamente desde su nacimiento hace más de un siglo. Es decir, esa dialéctica hegeliana heredada por Marx se ha mantenido a pesar de que Felipe González mató al “dios” Marx para ocupar él su puesto, con mayúscula, según le denominaban en 1991 destacados militantes.

En el PSOE siguen vivas esas dos fuerzas, una más socioliberal que se preocupa por los mercados mucho más que la otra, más izquierdista, más interesada en el combate contra la desigualdad. También en la acción política los enfoques son diferentes: existe un modelo de uniformidad, verticalidad, que apuesta por la política de fans, por el “quien se mueva no sale en la foto”; frente al otro modelo que apuesta por la pluralidad, la democracia y la pluralidad.

Con ese empeño izquierdista y radical nació Izquierda Socialista hace 40 años, también, en palabras de su gran teórico, Luis Gómez Llorente, para combatir el giro al socialiberalismo en que se estaba convirtiendo el PSOE de Felipe González.

Desde la lealtad, la honestidad y también la invisibilidad, en este tiempo Izquierda Socialista ha logrado influir en no pocos asuntos, algunos, sonadas derrotas. Tal fue el caso del referéndum de la OTAN, en el que la corriente de izquierdas propugnó valientemente el voto en contra. También apoyó sonadas victorias como la huelga general del 14-D de 1988, enfrentándose a una deriva extremadamente neoliberal del PSOE que se tapó los oídos ante el grito del sindicalismo de clase. Desde Izquierda Socialista se ha venido defendiendo una fiscalidad progresiva, no sólo redistribuyendo por el gasto, también por los ingresos, la defensa del estado de derecho frente al terrorismo de Estado.

El último gran encontronazo con la dirección del PSOE surgió con la oposición a la reforma del artículo 135 de la Constitución, llevado a cabo con agostidad y alevosía y que no votaron los tres diputados socialistas vinculados a IS, además del voto en contra del independiente, Antonio Gutiérrez, exsecretario general de CCOO.

Asimismo, como modelo de partido se empujó la convocatoria de elecciones primarias, apoyando a Josep Borrell como candidato a la presidencia del Gobierno en 1998 o a Fernando Morán a la alcaldía de la capital. En junio de 2014, Izquierda Socialista presentó como secretario general del PSOE a José Antonio Pérez Tapias también para que representara a amplios sectores que postulaban una definición del partido en la izquierda, alcanzado el 18% de los votos, base para la construcción del ala izquierda.

EL ALA IZQUIERDA

El problema de Izquierda Socialista es precisamente que se ha convertido en “la corriente”. El PSOE permite las corrientes de opinión en actitud de pluralismo, pero no existen más corrientes que Izquierda Socialista, lo cual no es positivo ni para el PSOE ni para Izquierda Socialista. Desde la dirección del partido se acalla a la corriente para que no afecte al “statu quo” y la corriente se acomoda, va perdiendo tensión, retroalimentándose en sí misma, incluso reproduciendo defectos de la propia dirección.

Quien vota o simpatiza con el PSOE es mayoritariamente de izquierdas, más de izquierdas que Felipe González, quien es capaz de alentar acuerdos con un Partido Popular decadente, con personajes en sus filas como Isabel Díaz Ayuso encabezando gobiernos, antes que con otras fuerzas de izquierdas. Nunca entendieron Felipe González y Alfonso Guerra que el PSOE no puede ser una “casa común” clientelar, sino, como defendían Antonio García Santesmases y Manuel de la Rocha, coincidir en una “causa común”.

En esa causa común está el tejido social, las bases del sindicalismo de clase, las bases de las asociaciones de vecinos, de las organizaciones no gubernamentales, de las asociaciones de padres y madres de alumnos. La base que clama y reclama por una sanidad y una educación públicas de calidad, no un gueto para pobres.

No tiene sentido que el PSOE tenga que mirar fuera de sus filas para adoptar medidas de izquierdas. El PSOE es partido de Gobierno, pero también hay que influir en el PSOE, desde dentro del PSOE, hacia la izquierda para que esa fuerza de Coriolis no derive en la derechización más trasnochada.

Desde la dimisión de Pérez Tapias, Izquierda Socialista ha sufrido un cierto vacío, que está empezando a superar, con una nueva presencia pública, tanto de cuadros veteranos, como de otros más jóvenes. El PSOE necesita que se refuerce y siga equilibrando a los sectores más a la derecha del propio partido, como ha venido haciendo en estos cuarenta años.

La necesaria Izquierda Socialista