viernes. 29.03.2024

Feminismo, Franco y la revolución constante

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Clara Zetkin (1857-1933)

En España se ha insistido año tras año en que el 8 de marzo de 1908, las trabajadoras de la Fábrica Cotton de Nueva York se declararon en huelga y ocuparon las instalaciones. El dueño decidió cerrar las puertas, incendiándose la fábrica y pereciendo las 129 mujeres que se encontraban en su interior.

En Estados Unidos, la historia que se difunde es diferente, y dice que en aquél día de 1857, para unos, y 1908, para otros, se desarrolló una importante manifestación de trabajadoras textiles en Nueva York.

Parece ser que ambos hechos ocurrieron, pero no un 8 de marzo. Sí está demostrado que un grupo de trabajadoras de la Triangle Shirtwaist Company, y no de la Cotton, como se ha venido diciendo, organizaron por primera vez una huelga exclusivamente de mujeres y con carácter nacional. Estuvieron reivindicando mejoras laborales desde septiembre de 1909 y hasta febrero de 1910. Posteriormente se produjo el famoso incendio (pero no en la Cotton) y ocurrió el 25 de marzo de 1911, eso sí, sólo tres días después de que se conmemorara el por primera vez el Día Internacional de la Mujer, el 19 de marzo. En el incendio perecieron 149 mujeres y no 129, que es la cifra que se ha venido diciendo.

Es decir, ocurrió de todo, pero nada el 8 de marzo. Es más, tanto el 8 de marzo de 1857 como el de 1908 fueron domingo, día muy poco propicio para organizar paros laborables entonces y ahora, por ser festivo.

Este 2021 no se puede salir a la calle como nos gustaría, pero por ello no se acaba el mundo. El feminismo es algo más que una fecha. Es la revolución constante. Cada día del año debe ser 8 de marzo

Si el 8 de marzo se ha consagrado como celebración internacional de la Mujer es gracias a Clara Zetkin, líder del movimiento alemán de mujeres socialistas, quien en 1910, en Copenhague, en el transcurso de la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas formuló la propuesta para la conmemoración de esta jornada. Eso sí, la propuesta la realizó sin que se concretara la fecha.

Con esta moción conseguiría, además, posicionar a las mujeres socialistas al frente de la reivindicación mundial de los derechos de la mujer, incluyendo el derecho al sufragio, lo que necesariamente conllevaba un fortalecimiento de los lazos de solidaridad internacionalista entre todas las mujeres socialistas.

Zetkin, que nació en Leipzig en 1857, estudió magisterio en esa ciudad y, desde muy joven, mantuvo contacto con las juventudes del Partido Socialdemócrata alemán. Cuando Bismarck prohibió el Partido Socialdemócrata en 1881, se autoexilió, y pasó la mayor parte de la década en Suiza y París. Casi diez años después, y tras participar en el congreso fundacional de la Segunda Internacional Socialista en 1889, regresó a Alemania y editó el periódico de mujeres socialistas “Die Gleichheit (Igualdad)”, que se publicó entre 1892 y 1917.

Amiga personal de Lenin y de Rosa Luxemburgo, Zetkin organizó la primera conferencia internacional de mujeres contra la Primera Guerra Mundial (1915); fue cofundadora de la Liga Espartaquista en 1916 y se unió al nuevo Partido Comunista de Alemania en 1919, en el seno del cual llegó a ser miembro del Comité Central y del Reichstag desde 1920. Murió en 1933, en Moscú, nuevamente exiliada tras la llegada de Hitler al poder.

MÁS ALLÁ DE LOS SÍMBOLOS

Ni el 6 de enero los Reyes Magos llevaron regalos al Niño Jesús; ni el 8 de marzo hay un motivo contundente para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. Pero así se ha establecido. Como si de banderas o himnos habláramos, estas fechas son símbolos repletos de contenidos. Algo que sólo los seres humanos somos capaces de entender e incluso manipular a lo largo de los años. Con los símbolos hay que tener cuidado tal como nos demostró Chaplin cuando en “Tiempos Modernos” se convirtió en abanderado involuntario de una manifestación al enarbolar una banderola roja, señal de peligro, que asió al caerse de un camión.

Los símbolos son la carcasa necesaria para despertar emociones y sentimientos en una colectividad humana, pero si debajo de la carcasa no hay contenidos, estos son confusos o diversas facciones quieren arrebatar para sí ese símbolo surgirá la violencia o la absurda situación de debatir sobre el símbolo en lugar de lo que debería representar. En España somos muy de pegarnos sobre los colores de la bandera, pero no somos capaces de dialogar sobre la mejor fórmula para que funcione nuestro país, por ejemplo.

En Madrid algo así ha sucedido este 8 de Marzo. Tras un año de pandemia bajo el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso es lógico que tanto responsables políticos, institucionales y la propia ciudadanía madrileña tengamos la salud mental un tanto alterada y todo el mundo esté a la que salta. Cualquiera que siga mínimamente la evolución de la pandemia en la región de Madrid y en la capital sabrá que sufre los peores datos del Estado, sólo por detrás de Melilla. De hecho, esa insólita ocurrencia sanitaria de las Zonas Básicas de Salud (ZBS) hace que haya aún 15 zonas confinadas. A una semana de la conmemoración del 8 de Marzo, según Europa Press que maneja los datos oficiales, el número de pacientes hospitalizados aumentó con 1.940 ingresados en planta y 559 en UCI. El número de pacientes en seguimiento domiciliario por Atención Primaria se situaba en 5.500 (1.098 más). El número de muertes fue de 37.

El sentido común y la experiencia eran suficientes para entender que las propias organizaciones feministas buscarían fórmulas alternativas para conmemorar la fecha símbolo del 8 de marzo, tal como ocurrió el Primero de Mayo o en la Jornada del Orgullo LGTBIQ. Pero empezó el jaleo desde la propia Delegación del Gobierno encarnada, incomprensiblemente, por el secretario general del PSOE de Madrid, José Manuel Franco. Éste aseguró que iban a celebrarse manifestaciones con el tope de 500 personas. Las tres derechas montan en cólera a pesar de que han salvado la Navidad a base de muerte, a pesar de que quieren salvar la Semana Santa a base de más muerte y a pesar de que nada dicen de la manifestación nazi permitida por la Delegación del Gobierno, o las varias de Vox, en coche andando y con cacerolas.

Pocos días después, siguiendo el camino del Ministerio de Sanidad, Franco cambia de opinión y prohibe las manifestaciones del 8 de marzo. Las derechas se quedan sin argumentos aunque el PP vuelve con el 8-M de hace un año. Ahora quienes explotaban eran varias organizaciones feministas, partidos de izquierdas en versión madrileña y sindicatos, que siempre han criticado a la Delegación del Gobierno por permitir las manifestaciones de Vox, de nazis, de negacionistas, etcétera.

POR UN MEJOR FEMINISMO

Así las cosas, en este tiempo de conmemorar la fecha de las luchas feministas y dialogar sobre feminismo, el debate en Madrid se ha centrado en José Manuel Franco, en el derecho a manifestarse para cualquier asunto. Izquierda Socialista, la corriente de izquierdas del PSOE ha hecho público un comunicado que nos da muchas pistas sobre lo que no se ha estado hablando: El terrorismo machista sigue asesinando mujeres;el 90 % de los 4,5 millones de personas en el mundo víctimas de trata con fines de explotación sexual son mujeres y niñas.;la prostitución; el alquiler de vientres; la pornografía; en España dos millones y medio de mujeres con diversos grados de discapacidad se encuentran desprotegidas, tienen menor acceso a los puestos de trabajo que se ofrecen a personas con problemas similares y padecen más violencia y abusos.

De un tiempo a esta parte se reclaman “más” cantidades: más país, más democracia, más feminismo…, quizá habría que ir a los cimientos y trabajar por un mejor feminismo, un mejor país, una mejor democracia. Es evidente que el movimiento feminista es imparable porque ya cuenta con muy sólidos cimientos realizados a lo largo de muchos años. El problema surge cuando se quieren levantar torres, muros y vidrieras de la noche a la mañana sin planificar arbotantes o contrafuertes, porque se caen y hay que volver a empezar.

A esa pérdida de tiempo para las generaciones futuras,  hay que añadir las amenazas históricas que siempre están ahí. La directora del Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y presidenta de la Asociación Española de Ética y Filosofía, Concha Roldán Panadero, compara el patriarcado con el personaje cinematográfico de “alíen”, ese monstruo que cuando creemos que lo hemos vencido, vuelve.

El movimiento feminista es responsabilidad de toda la sociedad, porque como relata Roldán: “las “acciones positivas” que promueven las políticas de igualdad sólo conseguirán combatir los estereotipos de un androcentrismo recurrente si todas y todos asumimos nuestra cuota de responsabilidad: mientras nos sigan (nos sigamos) educando y socializando de manera distinta a hombres y mujeres en las familias, en las escuelas, en las Universidades y, desde luego, en los medios de comunicación, tendremos que seguir entonando en las manifestaciones el “ni una más”, “las mujeres también piensan”, o el “se va a acabar la brecha salarial” (Revista digital del Centro 8 de Marzo de la Fundación 1º de Mayo. Febrero 2021).

El feminismo se construye cada día reivindicando desde todas las caras de la sociedad y en contacto con todos los rincones del planeta. Para ello es necesaria mucha formación y mucha información. El movimiento feminista ha logrado en un siglo más que en toda una historia patriarcal. Ha venido siendo una revolución silenciosa, inteligente y llena de debates. No hace tanto se tildaba a las feminista de trasnochadas y antiguallas, hoy parece que muchas quieren patrimonializarlo.

Este 2021 no se puede salir a la calle como nos gustaría, pero por ello no se acaba el mundo. El feminismo es algo más que una fecha. Es la revolución constante. Cada día del año debe ser 8 de marzo.

Feminismo, Franco y la revolución constante