jueves. 28.03.2024

Los niños no podrán pasear por la calle, pero sí ir al súper o al estanco con sus padres

niños

El Gobierno acaba de cometer un error. No dudo que sea un error bienintencionado, pues no está en el ánimo del consejo de ministros torturar a la infancia, pero es un disparate como la copa de un pino que después de portarse como unos héroes tras más de cuarenta días de confinación, a veces en pisos muy pequeños, millones de niños estén haciendo la cuenta atrás de los días que les quedan para poder dar un paseo, que saben que será corto, sin subir al tobogán, sin tocar el columpio, solo dos vueltas a la manzana y saludando a sus amigos como mínimo a dos metros de distancia. Es algo que tienen asumido y se lo tienen ganado. Y sin embargo, el próximo lunes se encontrarán conque sólo pueden ir al supermercado (a donde se recomienda ir a sus padres sólo un día a la semana) y volver enseguida a casa.

Es un dislate que el gobierno haya determinado que los lugares donde puedan ir los niños a partir del día 27 sean los mismos a los que, excepcionalmente, ya se de les deja ir a sus padres (al supermercado, a la farmacia, a comprar la prensa, al horno o al estanco) en una visita rápida y sin retraso en la vuelta al hogar.

Señor presidente, señoras y señores ministros, reflexionen y sean sensatos por favor. El supermercado no es —ni debería ser— un lugar de esparcimiento infantil (y mucho menos ahora) por ser mayor el riesgo que allí tendrán de entrar en proximidad con otros niños, así como el peligro de exposición a las aglomeraciones al tratarse de un recinto cerrado ajeno al hogar.

¿Por qué no permitir a nuestros pequeños que den un paseo al aire libre de la mano de su padre o su madre como sucede en otros países tan próximos como Francia?

El confinamiento está poniendo a prueba la estabilidad emocional de los niños, al someterlos a un estrés desde hace mes y medio, que podría pasarles factura más adelante

El confinamiento está poniendo a prueba la estabilidad emocional de los niños, al someterlos a un estrés desde hace mes y medio, que podría pasarles factura más adelante. Cuanto más largo sea el confinamiento, es de suponer que mayor será el riesgo de que acabe repercutiendo en el estado psicológico infantil, aunque no haya una constatación científica de esta aseveración porque la pandemia es una situación sin precedentes en nuestro ámbito y no disponemos de bibliografía ni trabajos que refrenden esta hipótesis. Consideremos que son cientos de miles los niños que están expuestos a un ambiente estresante en sus hogares, bien porque sus padres han dejado de trabajar, o bien porque realizan un teletrabajo en casas de pocos metros cuadrados que exigen silencio a los pequeños. También hay niños sometidos al estrés de tener referentes familiares enfermos o incluso haberlos perdido como consecuencia de la enfermedad que nos azota. El riesgo de estrés y ansiedad de estos pequeños héroes es inmenso sólo por el hecho de haber tenido que abandonar sus rutinas sin previo aviso, su escolarización o el juego con sus amigos.

Nada más lejos de mi intención que sugerir que con un paseo de media hora al aire libre con sus padres evitaremos que a ningún niño le pase factura el estrés postraumático tras la cuarentena. Pero si que considero absurdo que no se les permita algo tan sencillo como dar la vuelta a la manzana de su edificio, o pasear por un par de calles de su pueblo o ciudad de la mano de un progenitor, y sin embargo se les autorice a acompañarles al supermercado o a comprar tabaco al estanco.

Entiendo que nuestros gobernantes están sesgados por un exceso de prudencia o temor, plenamente justificado por la gravedad de la situación, y que el estrés que también ellos sufren puede predisponerles a tomar decisiones absurdas. Es por ello que pido al Gobierno que recapacite la decisión que hoy se ha tomado, y que rectifiquen cuanto antes, aunque sólo fuera para evitar ofrecer más carnaza a la oposición y a los medios periodísticos afines.

Los niños no podrán pasear por la calle, pero sí ir al súper o al estanco con sus padres