jueves. 28.03.2024

El Ku Klux Klan anti lazos amarillos

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¿Por qué el subconsciente del españolismo mas rancio y cañí evoca al Ku Klux Klan como compañero de aventuras para resolver el llamado problema catalán? ¿Tal vez un acto fallido?

En diciembre de 2011, unas declaraciones del político independentista catalán Alfons López Tena en las que acusaba a España de robar a Cataluña («España nos roba»), promovieron una polémica que la Junta de Portavoces del Parlament de Catalunya resolvió respetando el derecho de los políticos nacionalistas a utilizar esta expresión sin ser objeto de advertencia por parte de la Mesa del Parlamento.

Esta decisión no agradó al PP ni a Ciudadanos y la reacción de Albert Rivera fue inmediata al considerar tal permisividad como una xenofobia fiscal. Dijo el líder de Ciudadanos: «Solo deseo que el Ku Klux Klan no monte un partido en Cataluña y venga a decir que los negros nos roban». 

¿Por qué el subconsciente de Rivera evocaría al Ku Klux Klan? ¿Tal vez un acto fallido?

El caso es que esta fue la primera vez que en los medios se relacionó -en este caso a instancias del propio Albert Rivera- al grupo de encapuchados xenófobos, homófobos, racistas y antisemitas con el partido Ciudadanos.

La segunda vez -al menos que a mi me conste-, fue cuando el concejal de Ciudadanos de Sitges, Miguel Angel Bastenier, arremetió contra la Marxa de Torxes, un acto popular y pacífico reivindicativo de la independencia catalana que se celebra las noches del 10 de septiembre en forma de marchas acompañadas de música popular en las que los participantes llevan antorchas en la mano. Pues bien, Bastenier tuvo la idea de relacionar esta Marcha de las Antorchas con el Ku Klux Klan, y aderezar su ocurrencia con un collage de fotos que incitaban a homologar la fiesta independentista catalana con concentraciones nazis y con siniestras marchas nocturnas de los encapuchados racistas norteamericanos.

¿Por qué el subconsciente de Bastenier evocaría al Ku Klux Klan? ¿Tal vez un acto fallido?

lazosEsta segunda noticia no tuvo apenas repercusión -al menos nacional-, sin embargo, llama la atención que el Ku Klux Klan y Ciudadanos vuelvan a aparecer juntos en los periódicos por tercera vez cuando el último martes de agosto, casi un centenar de encapuchados portando armas blancas y con una estética similar a la del Ku Klux Klan, se dedicaron a quitar lazos amarillos en una zona muy turística de Girona.

Y ahora entra de nuevo Ciudadanos en acción. El día siguiente a la actuación de este grupo autodenominado "Brigadas de limpieza de lazos amarillos preparadas para liberar Cataluña del Independentismo", Albert Rivera Inés Arrimadas  acapararon la atención de los medios periodísticos al participar en una concentración de apoyo a quienes retiran lazos amarillos. De hecho, ambos políticos quitaron con sus propias manos varios lazos de plástico atados a una valla del municipio de Alella mientras, tal vez, pensaban cuantos votos de Pablo Casado conseguirían captar con este numerito.

¿Por qué el subconsciente de los responsables del atrezzo  de los encapuchados de Girona se decantaría por una estética tan próxima al Ku Klux Klan? ¿Por qué Rivera y Arrimadas los imitaron pocas horas después a cara descubierta? 

¿Tal vez un acto fallido?

Casi llamando a la movilización ciudadana, Ines Arrimadas declaró a Catalunya Radio que «retirar los lazos amarillos no lo tendría que hacer la gente sino la Administración», pero ante la evidencia de la «fractura social» existente en Catalunya —que, aparentemente, tanto alegra a la derecha—, Arrimadas añadió que «no nos podemos quedar callados mientras las fiestas y las calles son de los independentistas». Mas tarde, la lideresa del partido naranja enardecía a la ciudadanía con un tuit que incitaba a la movilización: «Hoy en Alella hemos retirado lazos amarillos del espacio público. Vamos a seguir defendiendo que las calles, las playas y las plazas de Cataluña. Son de todos los catalanes piensen como piensen. Recuperar la convivencia es urgente. No nos callarán»

A todo esto, una avioneta de Ciudadanos sobrevolaba las playas catalanas con la pancarta “Las playas son de todos. ¡A quitar lazos amarillos!”. Mientras tanto, los líderes de los dos principales partidos de la derecha, empujaban a la ciudadanía a defender a España. ¿La consecuencia de todo esto? Los independentistas se animan cada vez más con los ataques españolistas, y se sienten más firmes en sus ansias de alcanzar una independencia que, seamos realistas, por la vía del procés y la desobediencia nunca conseguirán. Es decir, el caldo de cultivo para una revuelta popular fratricida está servido para gozo de quienes desearían ver desfilar tanques españoles por la Diagonal, y para desesperación y ganas de revancha de quienes consideran presidente de su república a un fugado de la justicia al que consideran víctima de la represión del fascismo español. Cuando algo tan inocente como poner y quitar lazos amarillos se ha convertido en una excusa para promover la confrontación social, al peligro de una escalada de la violencia -por ambas partes- es un hecho que deberíamos contemplar como mas probable que imposible. 

Mientras el PP no se muestra tan activo de facto (aunque sí en sus declaraciones incendiarias) en su cruzada españolista, Ciudadanos ya envía sus avionetas propagandísticas y organiza a equipos de simpatizantes para que retiren lazos de las calles. Si a esto añadimos la cabezonería del independentismo al aspirar una república imposible por la vía pacífica, le sumamos la cerrazón fanática en la que han ido cayendo unos catalanes pacíficos alentados por sus unidireccionales líderes, y acabamos de preparar el cóctel con unas gotas de la rabia que propicia mantener en la cárcel a unos políticos que como tal deberían ser considerados y que podrían estar en libertad provisional hasta su juicio, nos encontramos con una coctelera que, apenas alguien la agite, podría explotar estrepitosamente. Y si algo debe evitarse, es el peligro de una confrontación civil que flota en el ambiente, algo que, al menos a mí, me preocupa desde el momento en que, aunque sea de soslayo, el Ku Klux Klan se ha colado como invitado en una función a la que nadie le ha invitado.

¿Por qué el subconsciente del españolismo mas rancio y cañí evoca al Ku Klux Klan como compañero de aventuras para resolver el llamado problema catalán? ¿Tal vez un acto fallido?

El Ku Klux Klan anti lazos amarillos