viernes. 19.04.2024

Como país, inhumano

La cifra que se ha dado es espeluznante: hay una actividad sumergida en España, cercana al 28% del PIB, que supone evitar una recaudación...

La cifra que se ha dado es espeluznante: hay una actividad sumergida en España, cercana al 28% del PIB, que supone evitar una recaudación de unos 80.000 millones de euros. Hay que recordar que el rescate bancario en España ha sido por 40.000 millones de euros. De escalofrío, resulta saber que cerca de un 8% del PIB no se recauda, porque está sin control. Un estudio llevado a cabo por un inspector de Hacienda y un profesor de la Universidad Autónoma de Madrid identifican que, como media en Europa, cada punto de economía sumergida, justifica un 0.35% de decremento en la recaudación fiscal. En España, desde 2003, ha crecido un 6.3% anual. Se han dado otras cifras, como corresponde a un tema tan evanescente como el de la economía sumergida y el fraude fiscal. Se habla, también, de un fraude del 60% en el impuesto de sucesiones, un 34% de economía sumergida y un 13% de media en Europa.

En cualquier caso, la cuestión produce estupor por lo tremenda que es. Estamos rodeados por unas bolsas de fraude fenomenales. Seis millones de parados, cientos de personas en organizaciones e instituciones de beneficencia, porque el Estado ni es sensible, ni capaz de dar respuesta y, junto a ello, un tercio del PIB enmascarado para evitando ser solidario. Son razones suficientes, como para dudar de esta Humanidad en la que estamos incluidos, ¿forzadamente?. Todavía más indignante resulta saber que las pensiones se revalorizarán, tan sólo, en un vergonzoso 0.25%, cuando la inflación prevista es de 1.3 %, lo que supondría que se pierden en torno a 1000 millones de euros, que resulta ser ochenta veces, se dice pronto, lo que se estafa a la solidaridad, por parte de los que no mantienen una actividad regular.

No podemos estar orgullosos del país en que vivimos. Vamos acumulando razones, sin descanso. Poca gente entiende sus obligaciones fiscales, como parte de ese gran partenariado en el que estamos inmersos y donde todos dependemos y atendemos a todos. Fallamos en los aspectos básicos, en esa educación que las aulas no otorgan, las familias no reclaman y el Estado desatiende. Y esto, es como el calcio radiactivo en el cuerpo: acumulativo. Ahora, los niveles son de emergencia. España ha resultado ser el país de la zona euro que recauda menos impuestos, aún siendo los más altos. Desatino total, donde los haya. Es decir, que aún siendo el país que ha protagonizado los incrementos fiscales más elevados de Europa, en la recaudación figuramos a la cola de Europa. Para entendernos, a los disparates que comete el gobierno, una parte del pueblo le responde con cuña de la misma madera.

En España, los ingresos supusieron un 37.1% del PIB en 2012, y solamente nos aventajan en este ranking de la vergüenza en el escenario del euro, Irlanda  y Eslovaquia. Pero, a diferencia de estos países, España, además, posee los tipos marginales más elevados. En suma, pues, el modelo fiscal español es muy ineficiente. No siendo los únicos que hemos subido los impuestos, si somos los que menos resultados hemos obtenido. Grecia y Portugal, que algunos suelen poner de referencia, para regodearse en las bondades de nuestro país, recaudan por encima de nosotros, ya que las cifras que alcanzan son de más del 40% del PIB. No digamos ya Alemania que ronda el 45% del PIB o Francia que supera el 55%. La media es de 46% y eso supone que vamos en torno a 10 puntos por debajo.

Este tipo de liderazgo deteriora severamente la imagen de España. En muchos casos hay razones técnicas que se superponen a las conductuales habituales. El incremento del IVA, no ha podido ser absorbido en buena parte de casos. Ha supuesto el cierre o paso a la economía irregular por falta de competitividad y de capacidad de mantener las rentas mínimas de sus miembros. Muchas veces, la actividad regular que anteriormente desarrollaban, ha pasado a la clandestinidad, pero no se ha dejado de realizar. Claro que esta conducta no solamente conlleva un deterioro fiscal, sino que, además, supone una falta de cotización a la S.S., en ese 35% imprescindible para que el sistema de pensiones no se vea afectado. Ya cuando se llevó a cabo la subida del IVA, el propio Ministro daba a entender que con el “choriceo” que había, lo subía hasta el 21% consciente de que una parte absorbía el impago que, en todo caso, se iba a dar. Suponía la certificación del fraude desde las instancias públicas.

Hay un enfoque que parece incuestionable: para que la economía funcione hay que sacar del paro a los seis millones de personas que hay. Eso supone activar la economía. No caben las actitudes pasivas en las que estamos sumergidos. Recaudar con la vista puesta, en exclusiva en el déficit, además que de oculta buena parte de los problemas, genera otros de importancia vital. El paro es la mayor lacra y es inhumano que algunos de los parados, con vigor suficiente y cualidades razonables, por razón de haber cumplido  en torno a 45 años se ven expulsados del mercado de trabajo, para siempre. No se va a recuperar a estas personas. El hecho de haber pasado por el paro, en este disparatado planteamiento económico en el que las personas son las que sufren la devaluación, supone que algunos efectivos se han quedado inservibles, cuando, en el mejor de los casos, la economía pueda volver a funcionar.

El enfoque gubernamental tiene otras derivas, igual o más impropias que las aparentes. El tratamiento que le ha dado a las capacidades financieras. La contracción del crédito, eso que los snob llaman “credit crunch”, en buena medida, ha expulsado a gran parte del sector privado, al derivarse el crédito al sector público que lo ha absorbido, como remedio de las malas y adversas condiciones que impone la prima de riesgo y las exigencias del sector financiero internacional. El rescate de la banca española ha servido para tapar este agujero y que no sea mayor. Es decir, que  le  hemos hecho una finta a la prima de riesgo, a costa de nuestras empresas que no han tenido acceso al crédito. Esto ha sido especialmente severo en el caso de las pequeñas empresas, que han quedado al margen del mercado financiero. Se habla de que, en torno a 500.000 millones de euros de los bancos han ido a parar al Estado. Pero, no nos engañemos, hay que pagar ese dinero, hay que reembolsarlo, hay que pagar los intereses. Y ¿quién va a pagar esta orgía? Mientras tanto, más paro, nuestros universitarios pueblan Alemania (mano de obra privilegiada), que sustituimos por mano de obra poco cualificada, en nuestro país; subimos los impuestos, hasta que las empresas se hacen irregulares; IVA de Cultura arriba, ¡será porque es poco importante para algunos gobernantes actuales! y un largo etcétera de disparates que decoran un escenario indeseable en el que nos movemos, todavía, algunos. ¡Qué país nos están dejando! Y va a peor. Algunos de estos gobernantes, son capaces de querer irse de aquí, después, cuando tengan que vivir lo que han construido ellos solitos.

Como país, inhumano