viernes. 29.03.2024

La legislatura perdida

La EPA nos dice que ahora hay menos parados que al principio de la legislatura, dato que Rajoy exhibe como un éxito, pero no es tal.

Los dos principales problemas del país son (por este orden) el paro y la deuda. Todas las encuestas indican que el paro es percibido por la población como el problema más importante, a mucha distancia de cualquier otro. La EPA del Tercer Trimestre de 2015 es la última que se publica antes de las elecciones del 20D. A ella se aferra el Gobierno para validar su gestión en esta materia y, consecuentemente, pedir el voto para continuar en la misma senda. Básicamente, la posición del Gobierno viene a ser que la creación de empleo y la reducción del paro que muestra la última EPA es la consecuencia de las políticas aplicadas, que, en sustancia, son austeridad y reformas. De estas, hay que destacar la reforma laboral, a partir de la cual se ha producido una importante rebaja salarial. Por tanto, si esto es así, lo que procede es seguir en la misma senda y reelegir al partido que tanto acierto ha tenido al abordar el problema más importante.

Sin embargo, el balance no del último año, sino de la legislatura completa dice que estamos ante una legislatura perdida.

El dato más significativo en materia de empleo es cuanta gente estaba trabajando cuando Rajoy llegó a La Moncloa (cuarto trimestre de 2011) y comparar con los trabajan ahora. Resulta que hay unos cien mil menos (104.300 exactamente). Claro que ahora hay más gente trabajando que hace un año o que hace tres meses y que se puede apreciar una tendencia reciente positiva; pero si lo que se quiere es valorar el efecto de las políticas aplicadas, habrá que comparar con la situación que había al inicio de la Legislatura. En ese período el balance es francamente negativo.

Más negativo aún si se analiza un poco la composición del empleo existente, ya que mientras el trabajo a tiempo parcial ha ido aumentando, disminuyó el trabajo a tiempo completo. Se ha producido una especie de reparto del empleo, sustituyendo trabajadores a tiempo completo por otros (más) a tiempo parcial. Con menos gente trabajando que hace cuatro años y, además, con el empleo a tiempo parcial desplazando al empleo a tiempo completo, el número total de horas trabajadas disminuye y también lo hace la retribución global de los trabajadores.  A la caída de la masa salarial global ha contribuido la devaluación salarial. Una buena parte de las empresas ha decidido alterar unilateralmente las condiciones de trabajo, entre ellas el salario.  Y los nuevos contratos se hacen con salarios menores.

Por eso, el dato más llamativo es que ni aun así, es decir, ni con salarios más bajos ni con más empleo parcial se consigue que haya más gente trabajando que hace cuatro años. Por eso hablamos de una legislatura perdida en materia de empleo.

A la postre, lo que interesa es saber cuánta gente quiere trabajar y no encuentra trabajo. O dicho de otro modo, cuanto empleo se debería crear para que todo el mundo tuviese trabajo. Este grupo se compone, en primer lugar, de los que ahora están parados. La EPA nos dice que ahora hay menos parados que al principio de la legislatura, dato que Rajoy exhibe como un éxito. Pero no hay tal porque la disminución del paro no se debe a la creación de empleo sino a la caída de la población activa. Desde el inicio de la Legislatura algo más de medio millón de personas (540.800) han dejado de ser activas bien sea porque se han ido del país bien sea porque, desanimadas, ya no buscan trabajo. Esto puede hacer que la cifra de parados luzca mejor, pero es un gran drama porque esta disminución de la actividad se centra muy mucho entre los jóvenes. En todo caso, si queremos saber cuánto empleo sería necesario para dar trabajo a todo el mundo, a los parados actuales habría que añadir los desanimados y una parte de los emigrados.

Finalmente, es evidente que una gran parte de los trabajadores a tiempo parcial querrían empleo a tiempo completo. La suma de los que está parados más una parte de los desanimados y emigrados que han dejado de buscar empleo (pero que volverían a  buscarlo si cambiase la tendencia) más los que quieren pasar del tiempo parcial al tiempo completo, describe una demanda de empleo que, a todas luces, es hoy mayor que hace cuatro años.

En el colectivo de parados resaltan tres datos alarmantes: el primero es que ha aumentado el número de parados que llevan más de dos años buscando empleo. El segundo que ha bajado notablemente la cobertura del desempleo. El tercero es el enorme paro juvenil, que no lleva trazas de solucionarse. Es decir, cada vez tenemos más parados de larga duración, más desprotegidos y con un enorme agujero en los jóvenes. Todo ello describe un fracaso rotundo de las políticas aplicadas.

De donde se deduce la necesidad de otra política económica que ponga el énfasis en la creación de empleo. Sin embargo, en el debate político con que se inicia la campaña electoral lo que destaca es la propuesta de asignar rentas, desde el sector público, a los que no tienen ingresos y a los que, teniéndolo, su salario es insuficiente para cubrir sus necesidades más básicas. Parece como si aceptaran que vamos a tener que coexistir con un gran sector de parados y con un gran grupo de trabajadores pobres y que, de lo que se trata, es de complementar unos salarios escasos o la falta de ingresos. Claro que más vale eso que nada, pero, desde luego, nada sustituye a un salario justo y al pleno empleo, con la correspondiente protección al desempleo.

Para el PP, la cosa está clara: más de lo mismo. Sobre todo si tenemos en cuenta que la UE ya avisa de que habrá que hacer recortes en el próximo año y que no pocas voces autorizadas apuntan a un nuevo empujón en la rebaja salarial. La propuesta política del PP es meridiana. No se puede decir lo mismo de la de los demás partidos.

La legislatura perdida