jueves. 28.03.2024

El lío del Brexit

BREXIT

Tiene razón Teresa May en que este acuerdo defiende mejor el interés nacional que la salida a pelo, sin acuerdo, que es lo que defiende el sector más duro de su partido

Si los más conspicuos partidarios de la salida del Reino Unido de la UE pensaban que el Brexit desencadenaría la crisis de la UE, el tiro les ha salido por la culata: es el Reino Unido el que ha entrado en crisis política de consecuencias imprevisibles. Dos años y medio después del referéndum, el RU sigue estando en la UE aunque ya hay fecha para la salida: el 29 de Marzo. A estas alturas, está muy claro que la salida del RU ni es fácil ni le sale gratis al RU. Por el contrario,es un asunto muy complicado y tiene un coste elevado. Los adalides de la salida mintieron con toda la boca en la campaña del referéndum.

El acuerdo alcanzado entre el Gobierno de Teresa May y el negociador europeo, en sustancia, consiste en acordar un período transitorio de 21 meses en el que las cosas seguirán más o menos como están a la espera de que, en ese plazo, se negocie un Tratado que fije definitivamente las relaciones entre el RU y la UE. Me llama la atención la facilidad con que el RU ha aceptado dos asuntos de grueso calibre: la salvaguarda de los derechos de los ciudadanos europeos en el RU y de los británicos que viven en Europa y la contribución del RU al Presupuesto de la UE. Aún cuando del RU haya abandonado la UE, debe asumir sus compromisos financieros con la UE como si siguiera dentro, lo cual se traduce en una factura de unos 50.000 millones a pagar en cómodos plazos. Lo cual es lo contrario de lo que prometieron los partidarios de salir.

¿Por qué es tan difícil irse de Europa? El RU entró en 1973. En estos 45 años la economía británica se ha entrelazado con la de del resto de países de la UE. Romper esos lazos crearía una distorsión enorme en el RU. También en el resto de los países de la UE, pero mucho más intensa en el RU. Pongo un ejemplo que ilustra la cosa. Un coche actual monta cientos piezas distintas, de las cuales solo unas pocas las produce el fabricante. El resto las compra en el mercado de componentes de modo que cada componente debe llegar en un plazo fijado por contrato. Digamos que una fábrica de coches en el RU monta componentes que se fabrican en España, en Polonia o cualquier otro país de la UE que llegan a la fábrica británica (quizás de propiedad japonesa o alemana) sin aduanas de por medio. Si, de repente, se ponen aduanas, la distorsión en la producción es muy seria y obliga al fabricante a rediseñar la cadena de suministros, cosa que no se puede hacer de la noche a la mañana. Algo parecido sucede con el suministro de alimentos y medicinas. El Gobierno Británico ha creado una sección dedicada al suministro  de alimentos y ha recomendado aprovisionamiento de medicinas para el caso de un Brexit duro.

Tiene razón Teresa May en que este acuerdo defiende mejor el interés nacional que la salida a pelo, sin acuerdo, que es lo que defiende el sector más duro de su partido. Lo cuales señalan que este acuerdo no satisface sus ansias de recuperar la soberanía británica en toda su extensión. Muy cierto. En el período transitorio firmado el RU admite que está sometido a reglas de la UE y a arbitrajes de los Tribunales de Justicia europeos. Claro. Pero es que el interés británico debe compaginarse con el interés europeo. Por su parte, la oposición laborista ha pedido a May un acuerdo que sea bueno, bonito y barato.. Es lo que toca hacer a la oposición que busca que haya elecciones cuanto antes. Dicen que la felicidad de un ratón es estar sentado en queso comiendo de otro. Vale. Pero eso no es posible, salvo que el gato sea idiota. O sea que un acuerdo debe tener cesiones de ambas partes.

En resumen, el acuerdo de May es un buen acuerdo que tiene en cuenta los intereses del RU y los intereses de la UE. Más que un buen acuerdo es el menos malo de los acuerdos, porque el interés del RU y de la UE estarían mejor servidos si no hubiese Brexit. O dicho de otro modo, aunque es mejor este acuerdo que el Brexit duro, es peor que quedarse dentro. Pero quedarse dentro implica decirle al pueblo británico que se ha equivocado y romper con el principio de hacer lo que ha dicho el pueblo en referéndum. Esta es la esencia del lío del Brexit.

¿Y ahora qué? Bueno, en contra del acuerdo están los laboristas porque quieren que haya elecciones, diga lo que diga el acuerdo; están los unionistas de Irlanda del Norte porque el acuerdo prevé algo parecido a una frontera en el Mar de Irlanda; están los nacionalistas escoceses porque quieren estar en Europa y está medio partido conservador porque quieren el caos de un Brexit duro. Si May sabe jugar al mus, diría aquello de  ni grande, ni chica, ni pares, ni juego. Por lo demás bien. Solo tiene una solución y es ganarse a la opinión pública a pelo. Si lo consigue será la líder del RU. Y si no será cadáver en pocas semanas. That is the question.

De este apasionante relato, saco algunas lecciones.

Primera. Si romper la integración de la economía británica en la europea es tan difícil y costoso, ¿Que decir de la economía catalana en la española que no tiene 45 años de antigüedad sino siglos? En definitiva la secesión no  sirve el interés de los catalanes. Ni de los españoles.

Segundo. Se equivoca quien piense que la UE va a deshacerse. Lo  que la mantiene unida es la integración económica, de suerte que para cualquier país es mucho peor irse que quedarse. Claro que mejor aún sería una unión más estrecha. En esa están algunos.

Tercera. En los tiempos del capitalismo globalizado la soberanía nacional no deja de ser un sueño del pasado. Ahora todo está entrelazado, para bien o para mal. Y me temo que esa tendencia sea imparable. Algún día puede haber soberanía europea y creo que ya no llegaremos a tiempo. Por eso creo que el nacionalismo es una idea tan romántica como inútil, o si se quiere perjudicial porque va contra la corriente de la historia. Y nos mete en unos líos monumentales que pueden acabar mal, muy mal. Por eso es tan peligrosa la ola nacionalista que recorre el mundo desde EE UU a Brasil.

Cuarto. La mejor salida para la crisis del Brexit sería votar, es decir, un nuevo referéndum, esta vez dejando claro qué consecuencias tiene la salida. Si el Parlamento rechaza el acuerdo (cosa que es bastante probable) a los ciudadanos británicos se les debería someter la cuestión de un Brexit duro o quedarse dentro de la Unión. Es probable que, en medio, haya elecciones y para ello el RU debería pactar con la UE una prórroga de la fecha de salida. Claro que el peligro que tiene esto es que de prórroga en prórroga, estemos ante un Brexit eterno. O sea que el Reino Unido se quede pero a plazos.

El lío del Brexit