viernes. 29.03.2024

Cataluña y la gobernabilidad de España

Cataluña ha ocupado una parte sustancial del debate electoral y, sin duda, ha influido en los resultados. Los partidos han ido a las elecciones con propuestas muy diferentes para abordar la cuestión catalana. Tiene pues cierto interés evaluar qué apoyos tiene cada una de las propuestas medidos por los votos a los partidos. Interesa también de la previsible posición de sus diputados en el Congreso respecto de cada una de las propuestas.

En primer lugar hay partidos que sostienen que la solución del conflicto en Cataluña consiste en hacer un referéndum de autodeterminación. Entre los partidarios de esta idea hay matices muy notables.  Podemos, en particular ha matizado notablemente su propuesta. Pero si englobamos a todos los que, de un modo u otro, se han manifestado favorables a que se celebre en Cataluña un referéndum de autodeterminación encontramos que tiene el apoyo de un cuarto de los votantes. En términos de escaños, a lo sumo 75 diputados de 350 apoyarían una medida como ésta. Rotundamente en contra estaría el 80% del Congreso. A más a más, como ha señalado la reciente sentencia del TS, un referéndum de autodeterminación sería, de todo punto, ilegal. Dicho de otra manera, el referéndum tendría en contra a la Ley y a los 4/5 del Congreso. No es, pues, una solución aplicable. O sea, no es una solución.

Otra repetición de las elecciones es jugarse a la ruleta rusa la autonomía de Cataluña. Claro que algunos de ellos están instalados en el “cuanto peor mejor”. Pero como la historia ha demostrado en muchas ocasiones, cuanto peor, peor

Ciertamente, en Cataluña hay una mayoría de votantes favorables a esta opción (el 56%) pero esa mayoría se forma contando los que quieren un referéndum solo si es acordado con el Estado. La opción de un referéndum unilateral es minoría y tiene el apoyo de menos de la mitad del electorado catalán, los apoyos a los partidos independentistas. Añadamos a esto que el referéndum unilateral e ilegal ha sido ya ensayado y no ha tenido ningún resultado positivo. Torra amaga con otro referéndum ilegal, pero no parece probable que se atreva a hacerlo, visto el destino de los promotores del anterior.

En el extremo opuesto se sitúan las derechas cuya propuesta para Cataluña consiste en reducir o suprimir la autonomía de Cataluña. Esta propuesta cuenta con el apoyo del 43% de los electores. En el Congreso, medidas en ese sentido tendrían también un 43 % de los escaños, pero hay que dar por descontado que tendrían el voto contrario del 57% de la Cámara. Los que proponen esa vía deberían tener en  cuenta que el TC ha puesto condiciones y límites a la aplicación del 155 por lo que en el hipotético caso de ir por ahí, podrían encontrarse con que el TC anulara esas medidas. El 155 no se debe aplicar si no median hechos concretos en los que apoyar la aplicación de ese artículo. La supresión de la autonomía, como quiere Vox, choca de lleno con la Constitución. Por cierto las derechas deberían aclararse con Vox, un partido cuyas propuestas chocan de frente con la Constitución por lo cual cuando hablan de “partidos constitucionalistas” no deberían incluir a Vox en su lista. En definitiva, esta propuesta política no tendría el apoyo mayoritario de la ciudadanía, ni el respaldo del Congreso. En Cataluña, es franca minoría, pero los nacionalistas catalanes deberían advertir un peligro: la reducción de la autonomía e incluso la supresión de la misma tiene muchos apoyos en España y están aumentando. Otra repetición de las elecciones es jugarse a la ruleta rusa la autonomía de Cataluña. Claro que algunos de ellos están instalados en el “cuanto peor mejor”. Pero como la historia ha demostrado en muchas ocasiones, cuanto peor, peor.

La tercera gran propuesta en relación a Cataluña es la del diálogo dentro de la Constitución. Por el momento esta propuesta cuenta con el apoyo de 158 escaños en las Cortes, aunque podamos aventurar que se acercaría a los 170. En todo caso es la que más apoyos reúne en las actuales Cortes. No soy nada partidario de interpretar la voluntad del pueblo, básicamente porque esta voluntad no existe ya que el pueblo vota por distintas y variadas motivaciones. Pero podemos presumir que lo que tiene más apoyo en el electorado es, precisamente, la de abordar el conflicto catalán mediante el diálogo. Por tanto es la que más legitimidad aporta al debate sobre la crisis catalana.

Las derechas (y una parte del PSOE, me temo) son reticentes al diálogo porque temen que el Gobierno termine por hacer concesiones a los indepes. Deberían recordar que en medio del terrorismo hubo diálogo entre el Gobierno y ETA con gobiernos del PSOE y del PP. Fue un dialogo que, desgraciadamente, no produjo ningún acuerdo. Pero, sobre todo,no hubo ninguna concesión a los terroristas.

Resolver el conflicto catalán en una mesa de diálogo es una propuesta que tiene muchos y variopintos partidarios, la mayoría de ellos bienintencionados. La pregunta que me hago es esta: ¿realmente quieren los independentistas resolver el conflicto catalán? Me parece que no porque es, precisamente, el independentismo el que ha creado un conflicto donde antes no lo había y vive de él, procurando mantenerlo vivo y activo, con fases más agudas y fases menos agudas. Ahora hemos tenido una fase aguda a raíz de la sentencia del procés. Todo el mundo habrá observado que los disturbios estaban preparados desde hace meses, tenían una buena organización y contaban con el apoyo y el beneplácito del Gobierno Catalán. La sentencia no fue más que la señal, convenida de antemano, del inicio de los disturbios.

Ahora bien, reclamar una mesa de diálogo para resolver el conflicto forma parte de la campaña electoral permanente en que está instalada Cataluña desde hace ya unos años. Además, ahora que parece cercano un adelanto electoral, se intensifica la propaganda independentista. Lo que ERC le pide al PSOE a cambio de la investidura es una baza electoral, que le permita decir a los suyos que ellos son los que pueden llevar al Estado a sentarse a una mesa para hablar de amnistía y autodeterminación.

La reacción de JxCAT poniendo condiciones al diálogo propuesto por ERC busca reventar su propuesta. Nos deja muy claro que estamos en una campaña electoral feroz  donde el voto se juega en el terreno de ver quién es el más radical. En ese terreno me temo que será la CUP quien gane.

En numerosas ocasiones el nacionalismo catalán ha tenido un papel importante en la gobernabilidad de España. Un papel que han aprovechado en beneficio propio y de Cataluña, en ese orden. Ahora también, la gobernabilidad depende otra vez del nacionalismo, esta vez convertidos en independentistas. Entre ellos  parece haber dos posiciones. Una  la de quienes apuestan claramente por la ingobernabilidad de España. La CUP lo dice claramente pero también está en ello JxCAT. ERC parece estar en otra onda, aunque no está nada claro que resista la presión de sus colegas. Sería de mucho interés que, finalmente, ERC se decantara por facilitar la gobernabilidad. Veremos

Cataluña y la gobernabilidad de España