viernes. 19.04.2024
Camp Nou
Camp Nou

El Clásico es todo un acontecimiento todos los años, pero este lo ha sido aún más. Y es que mientras se disputaba el partido en el Camp Nou, ardían ya algunas barricadas fuera del estadio. Algunos asistentes lanzaron balones amarillos que apenas se dejaron sentir por parte de quienes veían el partido en televisión, pero que sí obligó a parar el partido durante dos minutos.

El estadio no tardó en volver a la realidad deportiva, en la que el Madrid, a pesar de un juego sublime, no pudo con un Barça que hizo todo lo posible para sobrevivir. Obviamente el empate no era el resultado esperado por los seguidores de uno ni de otro lado, pero el Real Madrid no pudo hacer más y el Barcelona, no cabe más remedio que reconocer que ya no es aquel equipo casi invencible al que le bastaba poner un pie en un estadio para dominar la situación.

Al Real Madrid se le reprochó durante largo tiempo que tan solo buscara el triunfo, pero ahora se trata de un equipo romántico. Los de Zidane se asociaron sin problema alguno en el estadio del Barcelona, sin importar siquiera que Bale amagara con redimirse. Juego había, pero el gol no llegó.

 

La apuesta de Zidane

A Valverde le llegó la excusa perfecta para que Busquets se quedara en el banquillo, después de comprobar que el mediocentro había estado con fiebre todo el día, y quien sí asomó fue Rakitic. Tenía que escoltar al croata en el eje con De Jong y Sergi Roberto. Con todo eso, Valverde minimizó a De Jong en el que ha sido su primer clásico. Al holandés no le quedó más remedio que correr de un lado del campo a otro, sin balón.

Zidane tenía claro que su apuesta debía ser reforzar el control incluyendo a Isco en un 4-4-2 en el que Modric no tuvo sitio. Y es que hasta esos futbolistas que parecen ser atemporales terminan condenados por el tiempo, siempre implacable, a pesar de que la afición siga confiando en ellos y lo demuestren tanto con su fiel seguimiento, como en sus apuestas en directo.

Se desesperaba Piqué ante la falta de acción de Valverde en la corrección, rogando a sus compañeros que de una vez salieran de un agujero que tan solo tapaban él y Lenglet con la ayuda de Ter Stegen. Por si no fuera suficiente, el portero tenía que ponerse manos a la obra a construir. Aunque en realidad aquello era un pelotazo para Luis Suárez, para que, de espaldas, encontrara de cara a Messi.

El juego ambos equipos

El Real Madrid remató hasta doce veces en el primer acto. Por su parte, Piqué sacó bajo palos un testarazo de Casemiro, después de que Alba se quedase como si nada tras un córner. Fede Valverde tuvo siempre el pie a punto en el balcón, pero no hubo forma.

Tuvo incluso motivos para la protesta el equipo blanco, por culpa de dos jugadas consecutivas en las que el colegiado no señaló nada. En primer lugar fue Lenglet quien dejó en el área los tacos al central francés. Y Rakitic agarró a Varane de la camiseta. Parece pues que el Var se ha limitado a ser un medio para cronificar la polémica, lejos de dar aires de modernidad al fútbol.

 

 

 

Ya se ha jugado un clásico que no deja buen sabor de boca