sábado. 20.04.2024
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Los fenómenos globales producidos por el Cambio Climático Antropogénico afectan al sistema ‘ecológico’ y al ‘humano’. Ambos sistemas, recíprocamente relacionados, producen alteraciones en procesos básicos para el equilibrio social

Por Pablo Díaz Rodríguez | El Cambio Climático Antropogénico (CCA) se ha convertido en uno de los mayores retos de la comunidad mundial en los últimos años. Desde los 90 se han sucedido actos y acuerdos internacionales para tratar de luchar contra sus causas y sus impactos. El Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (1992), el Protocolo de Kioto (1997) o la Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático (2015), junto con las evaluaciones del Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas, la Organización Meteorológica Mundial y el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), se han convertido en importantes herramientas de visibilización del fenómeno, incidiendo de manera clave en su percepción social.

La mayoría de la población asume la existencia del CCA por causas humanas, posicionándose como el principal problema ambiental percibido. Sin embargo, es concebido como un problema ético y ambiental abstracto, de menor urgencia que la otorgada a preocupaciones socioeconómicas sentidas como cotidianas. Esto no solo afecta al soporte social necesario para el desarrollo de políticas socioambientales eficaces para la resolución del problema, sino que influye en el mantenimiento de prácticas y hábitos insostenibles. El desajuste entre las políticas públicas y las representaciones sociales sobre el CCA fomenta la falta de compromiso, así como el desconocimiento de soluciones, responsabilidades y consecuencias del fenómeno limita la implicación social.

Los fenómenos globales producidos por el CCA afectan al sistema ‘ecológico’ y al ‘humano’. Ambos sistemas, recíprocamente relacionados, producen alteraciones en procesos básicos para el equilibrio social.

El denominado ‘Cambio Global’, es heredero de la ‘Crisis Ambiental’ denunciada en los años 60. Tal y como indica el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, este cambio implica tanto transformaciones en las dinámicas básicas de las masas fluidas del planeta (Cambio Climático), como alteraciones sociales afectantes y afectadas por el propio Cambio Climático (Cambio Socioeconómico). 

Las consecuencias del CCA sobre la esfera social pueden llegar a ser muy graves. Como afirma el Informe Stern “Nuestras acciones actuales y de las próximas décadas podrían crear el riesgo de que se produzca una importante perturbación de las actividades económicas y sociales, cuya escala sería comparable a la asociada con las grandes guerras y depresión económica de la primera mitad del siglo XX”.

A nivel sociodemográfico destacan las afecciones relacionadas con la salud, la mortalidad o los procesos migratorios y de desequilibrio de la estructura social. En España se han calculado escenarios de cambio importantes en el clima, con un aumento notable de la temperatura y un descenso de las precipitaciones. Las previsiones advierten de un ascenso de la mortalidad por la intensidad de las olas de calor de los próximos años, una disminución de la calidad del aire que agravará problemas de salud, y un incremento de enfermedades vectoriales subtropicales. La obvia preocupación del Gobierno al respecto es cada vez más evidente. Sin mediar intereses y en representación de la ciudadanía, han comenzado a instaurar toda una serie de eficientes medidas orientadas a la mitigación de estos efectos, como el popular ‘Impuesto al Sol’, o regulaciones dirigidas a la divulgación y fomento de la involucración social en la toma de decisiones, como la aclamada ‘Ley Mordaza’.

El impacto sociocultural de estas dinámicas incluye cambios acelerados producidos en los valores sociales, prácticas culturales, y su repercusión en la estructura social y el patrimonio cultural. El cambio social es un proceso constante desde los orígenes de la civilización. Las dinámicas del Cambio Global, sin embargo, han condicionado la velocidad de transformación social. Esto puede acarrear la pérdida de valores y prácticas con importante valor patrimonial. Múltiples aspectos patrimonializados pueden verse afectados, ya sea a través del ‘mal de la piedra’ de monumentos y ciudades históricas, como por la amenaza de la subida del nivel del mar, o la desaparición de paisajes tradicionales por el abandono de actividades ancestrales. Todo ello a pesar del ‘ejemplar’ modelo actual de gestión del territorio nacional y su concepción socio-ecosistémica.

Estas dinámicas abarcan inevitablemente toda una serie de impactos socioeconómicos, incluyendo el deterioro o pérdida de bienes e infraestructuras, la pérdida de productividad o los efectos negativos en el sistema turístico.

La circunstancia se agrava en los contextos más pobres y con menor diversificación económica, como ocurre en determinadas poblaciones españolas fundamentalmente basadas en el sector primario o el turismo.

Impactos, vulnerabilidad y adaptación al Cambio Climático del sector turístico en España

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Fuente: Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático

En España se prevé una reducción de la productividad pesquera, de los cultivos marinos y del sistema agropecuario, que requerirá sistemas de adaptación (carga animal, instalaciones, pastoreo, fechas de siembra, variedades,…), con transformaciones drásticas de sistemas productivos y efectos importantes en la estructura social y cultural de las sociedades afectadas, repercutiendo en normas consuetudinarias, valores y prácticas, así como en múltiples aspectos del considerado patrimonio cultural.

Estos cambios de paisaje y prácticas culturales tienen una relación directa con las motivaciones turísticas, un sector particularmente importante en España -más del 11% del PIB de España- y especialmente vulnerable al CCA. Por un lado, la imagen turística de España se encuentra particularmente vinculada a sus características climatológicas. El CCA puede incidir en una pérdida de competitividad, siendo indispensable desarrollar nuevas estrategias de diferenciación. La motivación turística, la toma de decisiones y la elección del destino puede variar, así como la estancia media o la estacionalización, con importantes repercusiones en las economías locales y a nivel nacional. La alteración en los ecosistemas y en las prácticas consuetudinarias puede afectar al patrimonio natural, otro de los pilares de la oferta turística española. Por otro lado, la escasez hídrica afecta a la viabilidad y rentabilidad de ciertos destinos, al tiempo que múltiples localizaciones turísticas costeras se verán afectadas por la elevación del nivel del mar.

Desde una perspectiva global, la transformación y la gestión del planeta con perspectivas materialistas y consumistas se ha mostrado incompatible con el mantenimiento de los estados dinámicos de equilibrio entre el sistema social y el ecológico y el de éstos entre sí. La crisis ambiental pone de relieve la necesidad de revisión de estos valores y apostar por la educación en los móviles vitales. Una revisión urgente, que contrarreste incertidumbres como las que puedan derivarse de las decisiones de ciertas presidencias de lumbreras con influencias de alcance internacional.

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Pablo Díaz Rodríguez | Profesor e Investigador en la Escuela Universitaria de Turismo Ostelea

Pocas luces contra el cambio global