sábado. 27.04.2024

Como ya sabéis, el tribunal que juzgó el genocidio judío lo hizo en la ciudad alemana de Nuremberg y tuvo como objeto el enjuiciamiento y la fijación de responsabilidades en la extinción de millones de judíos así como de sujetos pertenecientes a otras minorías, gitanos, homosexuales, comunistas, artistas y otros “desviados”. El tribunal fue erigido de manera particular para juzgar delitos de lesa humanidad y fue el origen de otros tribunales que han adquirido estatus de permanente para vigilar y castigar las conductas inhumanas, particularmente aquellas que se escudan en la belicosidad de los conflictos en entornos de guerra. La Corte Penal Internacional constituida a finales del siglo XX es la última aportación a la cadena de tribunales organizados para enjuiciar la perversión y la inquina de unos hombres sobre otros.

El tribunal de Nuremberg es asimismo famoso por haber resultado seminal para la revelación de una actitud que aclara la perfidia de ciertos actos humanos. Annah Arent lo analizó y describió como la banalización del mal, aquellos actos abominables que se enmascaran en actividades normalizadas, actos bárbaros que pretenden pasar por respuestas apropiadas justificadas por razones de obediencia o mera eficiencia. En su juicio Eichmann, que sería ahorcado en Israel, arguyó debida obediencia y eficiencia razonable para justificar su implicación en la muerte de millones de inocentes. Y no le tembló un músculo

Esto nos lleva a la solicitud de puesta en marcha de un tribunal penal internacional orientado a los delitos ecológicos

Pero dejemos a éste asesino y quedémonos en Nuremberg y la puesta en funcionamiento de un tribunal especial para juzgar unos tipos de delitos muy particulares: la masacre de una etnia para cohesionar las filas internas del movimiento nazi y sus aliados fascistas. Los miembros del tribunal y las cohortes de legistas que intervinieron tuvieron que renovar algunas concepciones que por hallarse tan ajenas a la conducta general de la humanidad no se habían descrito como delitos antes de su espeluznante ejecución en la Alemania nazi. Se cometieron crímenes impensables, se provocó un dolor inimaginable. El tribunal juzgó a posteriori claro, no había experiencia previa y por tanto la justicia no pretendía reorientar ninguna actitud criminal que hasta ese momento no existía. La ejemplaridad del tribunal, lógicamente no podía actuar.

Y esto nos lleva a la solicitud de puesta en marcha de un tribunal penal internacional orientado a los delitos ecológicos. Y solicitamos la excepcionalidad de un tribunal especializado por dos razones. Primero porque los delitos ecológicos se multiplican si, pero andan dispersos en cuanto a su origen y tratamiento, no hay una doctrina internacional que oriente y regule la actividad de tribunales de menor rango vinculadas al ecodelito. Y segundo porque la actividad de dicho tribunal significaría potenciar la labor pedagógica de la justicia, no solo identificando el mal y a quien lo comete, sino advirtiendo de que no hay posibilidad de banalización del delito ecológico.

Es muy importante que un tribunal, amparado por una cohorte técnico legal potente, identifique actos contra la naturaleza

Y esto es particularmente importante. Hay una legión de ingenieros, técnicos, gestores, burócratas y comerciales que actúan en favor del delito ecológico y no se sienten partícipes de ninguna conspiración contra la salud del planeta y de sus habitantes. Ellos actúan como actúan por razones de eficiencia profesional y de obediencia responsable. Pero sin su actitud de esbirros de la industria de los combustibles fósiles, su arrogancia en la destrucción del planeta y su avaricia para monetizar la hecatombe ecológica, no sería posible. Es muy importante que un tribunal, amparado por una cohorte técnico legal potente, identifique actos contra la naturaleza, catalogue prácticas degradantes y defina umbrales de responsabilidad.

Porque hay grados de responsabilidad. No tiene la misma el programador de la herramienta digital para ampliar las perforaciones en tierra o mar, que quien fuerza el que se desarrolle contra toda lógica una nueva perforación. Es aún más responsable quien compra voluntades políticas, o las impulsa para esconder su intervención injustificable. Es bueno que haya un tribunal con competencias para conocer quién y con qué cantidades de dinero se encuentran detrás de los grupos ultra y negacionistasSabemos que los hermanos Koch, petroleros texanos, son la principal fuente de ingresos de Trump. Sabemos que Putin y sus petrojerarcas están detrás de Orban, los fratelli de Italia y con ramificaciones en las derechas negacionistas desparramadas por toda Europa. Pero necesitamos saber más.

Necesitamos un tribunal que sostenga la crueldad del delito ecológico y niegue la banalización de su crimen a ninguno de los ejecutores

Porque antes de caer en la obsolescencia, la industria de los combustibles fósiles va hacer todo cuanto pueda (comprar) para mantener unos años más la infame industria basada en la destrucción del planeta. Os aseguro que no van a poner coto a sus aspiraciones aunque para ello tenga que apostar por lo más ruin y bajo de nuestra sociedad, las organizaciones mafiosas disfrazadas de opción política. Pondrán dinero para soportar personajes, medios, grupos de presión y toda clase de vallas publicitarias. Tampoco les temblará el pulso por animar la confrontación social. Su negocio les legitima y su dinero les empodera. Y desde luego están en disposición de cometer toda clase de crimen contra la humanidad.

Por ello necesitamos ya un ecotribunal que les recuerde que alguien toma nota y que la justicia, más allá del CGPJ, tiene un enorme recorrido, vigilando y castigando. Necesitamos un tribunal que sostenga la crueldad del delito ecológico y niegue la banalización de su crimen a ninguno de los ejecutores. 

EcoNuremberg