viernes. 19.04.2024
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Fotos © UN

Si en todos los lugares del mundo, la provisión de agua potable y su reciclaje serán problemas prioritarios, la situación se agrava cuando hablamos de los países en vías de desarrollo. Hace apenas un mes, durante la celebración del foro internacional “Los nuevos paradigmas y posibilidades que se configuran tras la la crisis del COVID’19 en las sociedades de Rusia, Perú, México y España”, el Dr. Alberto Lachos Dávila, médico del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas de Perú, afirmaba la dificultad del sistema sanitario peruano para conseguir que sus ciudadanos se lavasen frecuentemente las manos. No es una cuestión de concienciación, sino de imposibilidad material. 

Iquitos en el corazón de la selva amazónica peruana sufrió la virulencia del COVID’19 en mayor medida que cualquier otro lugar del planeta, con escenas dantescas de colapso hospitalario y sin posibilidad de acceso al oxígeno medicinal. La falta de agua potable y retretes en muchas capas de la población provocó la rápida expansión del virus que ha afectado ya a casi un 74% del total de la población, provocando miles de muertos que apenas han podido ser reportados. Iquitos, capital de la región de Loreto, es sólo un ejemplo del drama que sufre casi la mitad de la humanidad que no puede acceder a un sistema de saneamiento seguro que provea de agua potable y que retire las aguas residuales. 

El retrete y la gestión de manera segura de los desechos humanos es clave para evitar la propagación de enfermedades crónicas y mortales como las lombrices intestinales o el cólera. Por ello, las Naciones Unidas han planteado la necesidad de que todos los seres humanos dispongan de un retrete adecuado, fiable y gestionado de manera segura para evitar las fugas de tuberías, el vertido incontrolado, el tratamiento inadecuado de los residuos o los desbordamientos de los sistemas sépticos. 

yyemTampoco es ajeno el problema del agua potable y el saneamiento seguro a la crisis medioambiental, pues agravará la situación actual y supondrá un desafío para que los retretes puedan cumplir con su función correctamente. La ONU estima que para 2050, casi seis mil millones de personas podrían estar viviendo en lugares donde el agua es escasa al menos un mes al año, lo que generará una competencia sin precedentes por los recursos hídricos. Inundaciones, sequías o aumento del nivel del mar pueden dañar los sistemas de saneamiento afectando a tuberías, tanques o plantas depuradoras con la consecuencia directa de esparcir las aguas residuales y provocar graves problemas de salud pública. En esta situación de cambio climático parece hacerse cada vez más necesario disponer de sistemas de saneamiento resistentes y sostenibles ante cualquiera de estas amenazas medioambientales.

El acceso al agua potable y a un saneamiento seguro no parece estar entre las preocupaciones de los ciudadanos de los países desarrollados que, en muchos casos, tienden a pensar que es una comodidad de fácil acceso y cuyo circuito comienza en el grifo y termina en el retrete, sin ser demasiado conscientes del enorme trabajo que supone la gestión del agua en sociedades urbanizadas e industrializadas y que forma parte de un circuito complejo que comienza y termina en el medio ambiente, siendo vital para la salud humana, animal y vegetal y con repercusiones directas en la sostenibilidad y en el cambio climático. 

Un objetivo transversal

Precisamente, el pasado mes de noviembre, la fundación Conama reunió en unas jornadas a expertos ambientales procedentes de instituciones, universidades y sector privado para reflexionar sobre el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 y analizar fórmulas con las que garantizar la disponibilidad de agua potable, su gestión sostenible y el saneamiento universal. En estas jornadas, Gonzalo Delacámara, director del Departamento de Economía del Agua en IMDEA, subrayó que “el desafío está en vincular el agua con otros objetivos de desarrollo social y económico, porque hay que entender que estrategias clave como la adaptación al cambio climático no son posibles si no integramos correctamente el agua en el territorio y gestionamos adecuadamente los recursos hídricos”.

Para Rafael Seiz, técnico de políticas del Programa de Agua de la ONG WWF España, “es muy importante reconectar a las personas con las realidad física, química y socioeconómica del agua, con el sentido natural de los recursos. Hay que transmitir la dependencia que tiene el medio ambiente del agua para que vean su verdadero valor”. Por su parte, Belén Benito, directora de operaciones del Canal de Isabel II, resaltó la importancia de recordar a la ciudadanía “que cada gota cuenta”, lo que exige también que “las redes de agua sean lo más eficientes posibles”. Francisco Heras, consejero técnico de la Oficina Española de Cambio Climático apunta que “la planificación hidrológica es la mejor herramienta para introducir previsión y racionalidad en el manejo del agua”. 

El Covid19 y la escasez de agua potable