jueves. 25.04.2024
riada

Puede que ahora estén un poco más asustados si ven venir una riada, pero al menos, gracias a las actividades divulgativas de “Venero Claro-Agua”, saben a qué riesgos se enfrentan, cómo afrontarlos y lo que es más importante, son conscientes del verdadero peligro que puede suponer para ellos verse en esas circunstancias.


Han hecho a los chavales aprender a clasificar granito según el color de su pelo, tener entre sus manos la rodaja viajera –la pieza de un árbol que atestigua en sus anillos el paso de las inundaciones por las tierras donde estaba plantado- y sobre todo, trasladarles conceptos científicos de un modo muy lúdico (juegos, concursos…) que les ayudarán a reaccionar de manera adecuada ante este fenómeno de la naturaleza.

Andrés Díez-Herrero y Mario Hernández ‘han asustado’ a más de 3.200 niños y preadolescentes en los últimos seis años y además, con el beneplácito de sus padres y madres que pensaban que los estaban dejando en uno de los mejores campamentos de verano del país. Y así es, porque los campistas de Venero Claro, campamento gestionado por la Fundación Ávila, no solamente disfrutan de la naturaleza en plena Sierra de Gredos, a orillas del río Alberche, en el término municipal de Navaluenga, sino que cuentan durante el verano con actividades pedagógicas, entre las que se cuenta una desarrollada por científicos y técnicos del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) dirigida a la sensibilización sobre qué significan las inundaciones. Ese ‘susto’ del que hablábamos es metafórico, pero ha servido a chavales de entre 7 y 13 años para entender las implicaciones que algo tan cotidiano en algunas localidades de nuestra país como es una inundación, tiene en sus vidas. Este investigador del IGME especialista en la materia, apoyado por su compañero, el técnico, además de psicólogo, Mario Hernández, comprendieron que la percepción sobre el riesgo real que suponen las avenidas era menor de la que la realidad aconsejaría. “A lo largo de la historia, las diferentes comunidades humanas han desarrollado todo tipo de estrategias para predecir, prevenir y mitigar estos desastres asociados al agua, y con ello aumentar su resiliencia frente a sequías e inundaciones. Sin embargo, las sociedades modernas, en un proceso de globalización mal entendido, han olvidado y dejado perder muchos de estos conocimientos y estrategias ante los desastres hídricos; y, con ello, muchas veces se han convertido en comunidades menos resilientes y peor preparadas ante las catástrofes naturales como las inundaciones”, explica Andrés Díez. Una situación que se vive de manera agravada entre la población infantil (niños y adolescentes) que, junto con las mujeres, son las principales víctimas en desastres por inundaciones.

Para trabajar sobre esta desinformación surge el proyecto educativo no-formal ‘Venero Claro-Agua’ pensado como una iniciativa de largo recorrido (se inició como proyecto de investigación hace 15 años y como proyecto educativo hace 6 años), dirigido a niños y preadolescentes, que sirve como correa de transmisión de esa información a sus familias (lo que aumenta el alcance del proyecto a más de 10.000 personas) para hacerles partícipes de la importancia de la gestión sostenible de los recursos y la prevención de los riesgos hídricos.

En las jornadas, como decíamos, los chavales juegan, participan en concursos, manejan el instrumental para la monitorización de las riadas e integran en el propio entorno en el que viven durante la colonia infantil, conocimientos sobre la situación hidrográfica del campamento, tipos de riesgos asociados con el agua, medidas de gestión sostenible y mitigación de los riesgos hídricos, métodos de estudios de los peligros del agua y actuaciones de auto-protección frente a los riesgos hídricos, todo ello de una manera desenfadada.

A lo largo de las seis ediciones que ya lleva el proyecto por estas aulas hidrológicas han pasado de más de 3.200 jóvenes, unos 540 cada año, de todos los puntos de España. Y no sólo han pasado, sino que han interiorizado la información recibida como demuestran las encuestas de control de su percepción del riesgo, antes y después de las actividades. “El objetivo, además de conocer la eficacia de las actuaciones, es mejorarlas y actualizarlas en futuras ediciones, haciéndolas más efectivas en la concienciación ambiental y aumentando la resiliencia de los jóvenes frente a los riesgos”, comentan Mario y Andrés.

Fuente: OEI

¿De verdad sabrías qué hacer en una riada?