jueves. 28.03.2024
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Cuando hace algunos años los principales medios digitales comenzaban a dar cobertura, y con ello importancia, al mercado de lo erótico, la mayoría de los suscriptores y lectores se habrían escandalizado. Y esto, que no es mera suposición, fue una predilección tal que comenzó a reducirse escasos años atrás. La evolución del mercado y lo accesible de sus costos, ha aumentado el interés en el consumidor promedio, dejando de ser productos ideados para un pequeño trozo de la población. Al día de hoy, en vísperas de la temporada navideña, la tendencia navideña de juguetes eróticos comienza a tomar fuerza, corroborando el interés y la consideración que tiene en los consumidores desde finales del año 2014.

Cuatro grandes razones pudieran estar influenciando esta conducta de, digamos, “apertura” hacia el nuevo mercado de los juguetes eróticos. Algunas de carácter social, otras de mero relacionamiento económico; pero cada una contribuyendo a que hoy, a estas horas, hablar de juguetes eróticos sea algo tan usual y natural como conversar sobre la ineficiencia política o sobre el fútbol las tardes de domingo. La pregunta es, ¿por qué?

La evolución del mercado y la oferta

Seguramente, bajo el eslogan de “¡Sorprende a tu pareja!”, muchas tiendas promocionarán sus juegos eroticos como regalo para estas navidades.

La primera razón pareciera estar clara: el mercado ha evolucionado.

En la primera década del nuevo milenio, era recurrente la estrategia de marketing de “vender con sexo”. De tal modo, no fueron pocas las compañías que utilizaron esta táctica comercial para llevar sus productos hasta mercados emergentes. Cervezas, peluches, cigarrillos, fragancias, ropa y hasta partes automotrices tenían un único mecanismo publicitario: una mujer semi desnuda, caminando de forma lenta y sensual, promocionando el artículo o producto que quería ser vendido. Las lociones corporales tuvieron a mujeres y hombres por igual ante las cámaras para estas estrategias.

Eso, válido es recordar, fue un apartado fijo de la temporada 2000-2009.

Para la segunda década, que comenzó en el año 2010 y en la que se sigue discurriendo, la estrategia de “vender con sexo” fue suplantada por una más directa, transgresora, agresiva, y, consecuentemente, más efectiva y eficiente. Aunque no se le determinó así en las agencias de marketing que le dieron cabida, pudiera fácilmente ser: “vender sexo”.

Motivos tales han llevado al mercado a ver un incremento sustancial en productos y servicios orientados a satisfacer una de las necesidades más elementales del ser humano. La necesidad de sexo no discrimina género, y muchas compañías financian proyectos de este tipo porque, sencillamente, existe un mercado consumidor que debe ser alimentado. Un mercado consumidor que se fue creando, poco a poco, casi sin querer, gracias a la primera fase de estos términos publicitarios. La incitación de la temporada 2000-2009 en relación a que todo se vendía con secuencias suaves que inducían al sexo, pudo haber sido la detonante para que el mercado actual de masajes eróticos, juguetes, lencería, hoteles temáticos, y demás servicios afines, tuviera el rotundo éxito que ha tenido.

Todo aquello conduce a la segunda razón: el aumento de la oferta.

Desde los años 1980 y 1990, varias empresas ofrecían sus servicios de sex toys. Sin embargo, los tabúes sociales estaban tan arraigados que el consumidor temía ser descubierto. Así, sucedía con aquello algo conductual parecido al narcotráfico. Hoy, muchas de esas empresas están viviendo sus días gloriosos, tras décadas de espera. Sin embargo, tras estos últimos años la competencia se ha incrementado a tales puntos que en cada país del mundo occidental existen más de 100 tiendas de contenido erótico en promedio.

El aumento de competencia, tanto en tiendas como en fabricantes, ha evolucionado el mercado hacia términos de costos más accesibles. Para muchos, una bendición.

Supresión de tabúes sociales

Una mezcla de múltiples factores. En parte los medios de comunicación tradicionales; en otra parte las redes sociales y su formato de escalofriante vértigo. Ambos mecanismos de información e interacción han hecho más palpable el término trillado de la globalización. Término que, palabras más, palabras menos, intenta poner todo el mundo a un paso, clic, salto, bostezo, de distancia.

Nunca antes la redondez y lo pequeño de un universo había estado tan reconocible. Todo eso ha traído como consecuencia directa que muchos tabúes sociales de antaño se hayan suprimido completamente. A tales niveles, que la mayoría de las personas ya no tienen algo normal que pudiera sorprenderles. Necesitan más, en todo. Razón de peso para que cada vez los medios de comunicación ofrezcan más crudeza y vivacidad en sus contenidos, rozando lo inimaginable. Razón también para que en redes sociales las temáticas que antes eran vulgares e intocables ahora sean el pan nuestro de cada día, al que debe todo mundo adaptarse para no quedarse en la ignominia del pasado, fuera de lugar de todos los grupos sociales que se forman.

Con esto, el tabú de hablar del sexo en público se fue desplazando. Luego, lo fue el conversar en pareja de las posiciones sexuales que querían hacer apenas estuvieran en casa. Finalmente, se comienza a hablar cada vez más, y con más propiedad, sabiduría e intensidad, de cómo y dónde se usan los diferentes juguetes eróticos; que cuáles son sus beneficios y si la relación de calidad-precio da por sentado que será una buena adquisición. Supresión de tabúes sociales, le dicen. Y se nota a leguas, porque ya nadie se sonroja.

Aumento del poder adquisitivo general

A pesar de que todavía la economía en la mayoría de los países occidentales padece las secuelas de la grave crisis del año 2008, el poder adquisitivo general ha incrementado. Y no sólo en los términos económicos tales, sino, más bien, en una asociación directa del poder adquisitivo psicológico.

Para no hacer largo el cuento, no quiere decir más que las personas han mutado sus patrones de consumo del pasado. El poder adquisitivo psicológico aumenta cuando una sociedad deja de pensar en lo que debe comprar porque es “pobre”, y comienza a pensar en lo que quiere, debe, y merece comprar porque es “clase media”, “clase alta”. En este caso, no importa realmente si en términos monetarios todavía no alcanza el estatus suficiente para ser considerado como tal. Es, simplemente, una burbuja nueva de carácter interior.

Cuestión que ha provocado que cada vez más personas conozcan a fondo y quieran, por ejemplo: una MacBook, un iPhone 6S, lanzarse en paracaídas, viajar a otro país, y también, contratar una escort o usar juguetes sexuales. Anteriormente, los pensamientos estarían encaminados a momentos como comer el nuevo helado de McDonald’s, renovar guardarropa, o viajar a la capital.

Infiltración en nuevas tendencias conductuales y de moda

El contenido erótico ha tenido una infiltración descarada en las nuevas modas y tendencias de conducta. Las sociedades actuales, sobre todo la inmensa población juvenil de edad universitaria, se está desplazando hacia patrones que rozan el liberalismo absoluto, influenciado todo esto por la supresión de la mayoría de los tabúes sociales.

Esos patrones que buscan la libertad absoluta, la relatividad de la importancia de las cosas, el realce de vivir un día a la vez y de las noches interminables poblados de halógenos y neón, ha traído también la rutina de practicar y hablar del sexo más seguido, y con más criterio.

Las comunidades homosexuales lo pregonan. Las comunidades swingers, también. Muchos grupos juveniles, en torno a sus aficiones, no escatiman en aprender sobre el tema. Así, aunque no directamente, las nuevas tendencias conductuales han infiltrado y tomado para sí el término del erotismo, en lo amplio de sus sentidos.

El acercamiento al pleno empleo

En contextos de política económica, el pleno empleo ocurre cuando todas las personas de edad productiva, es decir, desde la mayoría de edad y hasta la edad de jubilación, tienen un empleo estable. Extrapolando la definición a términos de juguetes eróticos, no sería de extrañar que más temprano que tarde, “todas las personas de edad sexualmente activa, usen estos artefactos del placer”.

Cuatro razones de peso por las que no debería extrañar que muchas personas visitarán una sexshop esta Navidad para comprar regalos.

La definición del pleno empleo finaliza argumentando que no cuentan para tales estadísticas las personas que por razones propias consideren que no necesitan estar empleadas o trabajando en ese momento determinado. Así, el desempleo seguiría siendo “cero”, aunque existan personas desocupadas. Extrapolando nuevamente: “exceptuando a las personas que consideran no necesitar juguetes eróticos”, ¿acaso la tendencia navideña es una consecuencia de que ya existen razones suficientes para un pleno empleo de juguetes eróticos?

La tendencia navideña de juguetes eróticos: ¿Qué la ha propiciado?