jueves. 18.04.2024
sindicatos

Con ocasión de la reunión de los dirigentes de la Unión Europea realizada estos días en Oporto, en la denominada “Cumbre Social”, hemos podido leer unas declaraciones del secretario General de la Confederación Europea de Sindicatos (CES), Luca Visentini, llamando a los líderes europeos a “reconstruir el modelo social europeo”, añadiendo “los europeos no podemos esperar más”. Parece fácil estar de acuerdo con los buenos propósitos de Luca Visentini. Entre los temas a abordar en este momento a nivel europeo se cita entre otros el establecimiento de salarios mínimos (aún no el salario mínimo europeo) y la no discriminación salarial por razón de género.

En los mismos medios se añadía que las patronales, europea y nacionales, están en contra de avanzar en tales cuestiones.

No muy diferentes son las cuestiones planteadas en España, a las que podríamos añadir como prioridad la “reforma laboral”. Y similares fueron los mensajes con los que los sindicatos españoles CCOO y UGT convocaron el pasado 1º de mayo: “AHORA TOCA CUMPLIR” fue el eslogan. El llamamiento, también nos lo explicaron, se dirige al gobierno y a su programa, como antes el de la CES iba dirigido a las instituciones europeas.

A mayor abundamiento, algún dirigente de los partidos de la coalición de gobierno progresista de España afirma de vez en cuando que es necesario que la ciudadanía exija a su gobierno avanzar más rápido en la aplicación del programa pactado. A veces, ignorando u olvidando lo que se ha hecho o se está haciendo.

Muchos de estos combativos llamamientos proceden de personas o colectivos que, en otros momentos, o en párrafos distintos, afirman que los poderes económicos o mediáticos mandan más que los diputados o los gobiernos.

Si este último análisis fuera cierto, y creo que lo es bastante, conviene tenerlo en cuenta. Y, si son determinantes, es necesario orientar hacia ellos esos poderes el objetivo prioritario de la acción social. Si esta consideración fuera acertada los primeros llamamientos lo serian menos.

Lo prioritario no es tanto saber qué opina el sindicato sobre lo que han de hacer otros, las instituciones en este caso, sino en primer lugar cuál es su propio objetivo y hacia donde orienta su acción, la movilización social para alcanzarlo. El sindicato como organización para la acción social. Y ello para determinar cuál es la principal resistencia a vencer, lo que años ha calificábamos como “el enemigo principal”.

Si son las organizaciones empresariales la principal resistencia, es precisamente el sindicalismo el colectivo más adecuado, necesario, para hacerle frente, para orientar la acción, y la negociación para un acuerdo que asuma la otra parte. Ello supone explicación y organización, propuestas y movilización solidaria desde los centros de trabajo. En Europa, cuando los objetivos son de ámbito europeo, según señaló Luca Visentini. Y en España, en torno a los objetivos apuntados por CCOO y UGT este primero de mayo.

Porque de la acción social resultan precisamente las bases para establecer la síntesis de los intereses colectivos confrontados, de la “lucha de clases” en leguaje clásico. Acción para la negociación y para el acuerdo, y para que éste se traslade a las instituciones. Unas instituciones que tienen ciertamente una función de estímulo, de iniciativa, de explicación, pero cuando ya están trabajando positivamente como ahora, puede que esto no sea el esencial. De hecho, éste es el esquema de negociación social y de iniciativa institucional que está proponiendo, pregonando y aplicando, la Ministra de Trabajo Yolanda Diaz. Y hasta ahora ha sido uno de los ejes más positivos de la acción del gobierno de coalición.

Aunque el sindicalismo debe opinar y proponer, no es la principal función de los colectivos sociales, del sindicalismo en particular, discursear sobre lo que deben hacer los demás, las instituciones en particular, para exigir y calificar su acción. De hecho, la escasa fuerza que de ello deriva puede acabar siendo un elemento de freno porque dificulta la comprensión social de las resistencias que se expresan en la sociedad. No sólo desmoviliza en el momento, sino que facilita la demagogia del populismo de derechas, la antipolítica, cuando gobiernan las organizaciones progresistas. Alimenta el trumpismo y el ayusismo. Algo de esto estamos viendo en estos días.

Se trata prioritariamente de presionar desde la acción social, tanto en Europa como en España, a los colectivos sociales y políticos que más se oponen a las propuestas para consolidar la Europa social, el modelo social europeo, y nuestro avance progresista.

Nos corresponde en España presionar a la patronal española para que el programa de nuestro gobierno de coalición pueda ser aplicado.

Y lo que vale para los sindicatos vale para todos los colectivos sociales.

Movilizarse es importante, necesario, imprescindible, pero, para la eficacia del esfuerzo, es necesario también orientar bien los tiros, apuntar al opositor principal. Es una responsabilidad de las organizaciones sociales. ¡Ojalá acertemos!

Sindicatos: antes de disparar, hay que acertar el destinatario