jueves. 25.04.2024
Imagen | Nueva Tribuna

Por mucho que nos empeñemos en mantener nuestra vida al margen de la deriva de esos cambios que nos arrastran a terrenos desconocidos, hay signos que llegan para decirnos que hemos perdido la guerra. El libro convencional puede defenderse hasta que un presidente del supremo americano jura su cargo sobre un “Kindle”: justo en ese momento, todo el mundo recibe el mismo mensaje y lo nuevo queda consagrado como una opción dispuesta a la pelea.

Hace pocos días me encontré con otro de esos mensajes que hay que saber interpretar y que, en su enorme simpleza, encierran todo un discurso social, político y económico. Al lado de los Nuevos Ministerios de Madrid, en una zona económicamente fuerte, hay una plaza -San Juan de la Cruz - y una esquina de las consideradas “Top” para los estándares de los locales comerciales. En esa esquina, desde que yo recuerdo, siempre ha habido un concesionario de coches de lujo: Range Rover o Jaguar. No recuerdo otras marcas. 

Hace poco volví a pasar por allí y el cambió se estrelló contra mi cara en forma de una tienda de movilidad eléctrica (Pure Bike) que ocupa el mismo y maravilloso esquinazo. El ayuntamiento de Madrid hace lo posible para esconderse y no darse por aludido, pero ese cambio en la ocupación de un local de esas características es significativo: el coche pierde terreno en la ciudad.

 

Por supuesto, no será ahora, ni pasado mañana, pero está claro que la ciudad parece querer quitarse de encima la constante agresión que suponen los coches. Ruidos, contaminación, crispación van perdiendo preponderancia en favor del amable silencio del mundo eléctrico.
 

Señor Martinez Almeida, creo es hora de que se dé por enterado de cómo cambia el signo de los tiempos y permita que Madrid se encuentre con su futuro de una forma armónica, ordenada y ausente de enfrentamientos y tensiones. 

No se resista y como diría el castizo “dése por jodido”.

El signo de los tiempos