jueves. 28.03.2024
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Como imagino que ya sabréis por dónde van a ir los tiros en este artículo voy a empezar por el final del título que he escogido para encabezar mi comentario.

Antes, una confesión. Estoy pecando de estar enganchada a Telecinco y a la ‘docuserie’ (¿qué os voy a contar?) y al aluvión de reacciones, comentarios, críticas, polémicas, dramas, etecé, etecé. Y por ello, este domingo se coló en mis oídos las declaraciones de uno de los Mohedano ‘políticos’, las del ‘tío José Antonio’ (marido de Gloria hermana de Rocío Jurado) que, en mi opinión, le retratan sin más.

José Antonio, erigido en portavoz de la familia Mohedano (la ‘banda’ que quiere linchar a Rocío Carrasco y ya de paso bailarle el agua al ex guardia civil) se despachó a gusto. El sumun del negacionismo que diría Carlota Corredera. Niega el maltrato, niega la violencia, niega el sufrimiento y dice de su sobrina que no es más que un títere. Pero de todos sus dardos, se me quedó grabada la cita que hace de una obra de Federico García Lorca.

Dice el 'tío José Antonio' en alusión a cómo debe tratarse a los hijos: “… con tus hijos aunque te hagan lo que te hagan tú no puedes… Rocío lo decía [por su cuñada imagino] de la obra de García Lorca, de Yerma, ‘mi hija ha muerto virgen y de muerte natural’, su hija había muerto ahorcada y preñada… entonces… esa es la línea que ha seguido su madre durante toda la vida… entonces esa es la fórmula” (sic).

Primero de todo, no son de Yerma esas líneas sino de ‘La Casa de Bernarda Alba’, una obra en la que Lorca retrató como nadie el machismo de la época, el poder del patriarcado asumido incluso por una mujer, Bernarda Alba, la gran negacionista del universo lorquiano, a la que importaba más el qué dirán que la muerte de su propia hija Adela.

No creo que Lorca alabará esa aptitud de la época, más bien todo lo contrario. Su obra es una denuncia a la situación de opresión y sometimiento que padecían las mujeres de su época, coletazos de un cometa que seguimos padeciendo en pleno siglo veintiuno.

El 'tío José Antonio' parece dar a entender que, si te dan un bofetón, tu marido, tu hijo, tu hija, tu nieto, tu padre, etecé, etecé, lo que tienes que hacer es dirimir ese pequeño conflicto familiar en la mesa camilla con hule del comedor de la casa, la misma casa en la que la señora Bernarda tenía recluidas a sus hijas, condenadas a una tortura infinita que acabó finalmente con el suicidio de una de ellas.

El 'tío José Antonio' es el paradigma del patriarcado más rancio. Porque Rocío Carrasco no solo ha dado testimonio de la violencia machista a la que ha sido sometida por su exmarido, sino también de la violencia que esta sociedad perpetra sobre las mujeres. En su relato, Rocío cuenta anécdotas que a simple vista pueden parecer nimias pero que para mí no lo son. El hecho ya de que una mujer jovencísima, de 18 años, tuviera como principal fin y objetivo en su vida ser madre, es un síntoma de esa educación patriarcal que han padecido muchas generaciones de mujeres en este país. Rocío se equivocó, sí. Pero la víctima nunca es la culpable.

Rocío relata que, aunque hubiera querido ponerse un vestido de novia sin magas en la boda con el que ha acabado siendo su verdugo, su madre no hubiera permitido que entrara en una iglesia con los brazos desnudos. Lo cuenta con cariño hacia su madre, pero lo cuenta. Relata que la primera reacción que tuvo su padre cuando le dijo que estaba embarazada del Guardia Civil fue cruzarle la cara de una bofetada. En la docuserie sale cuando su tío Amador comentó aquello de que no ‘sabe ni lavarse sus bragas’ cuando la muchacha decidió largarse con el ex guardia civil a Argentona.

Se equivocó sí.

Relata cuando en la comida familiar que tuvo con la familia del “ser”, la que por entonces era su suegra (otra Bernarda Alba) no pareció gustarle la propuesta que hizo Rocío de llamar a su primogénito (en caso de ser niño) Pedro Juan, Pedro por su padre (Pedro Carrasco) y Juan por su abuelo paterno. Y la señora contestó: "Juan Pedro. Porque el niño te lo ha hecho mi hijo, no te lo has hecho tú con el dedo”.

Vaya nivel. Rocío se equivocó sí, pero la víctima no es la culpable.

Telecinco, esa máquina trituradora del famoseo, ha abierto una ventana en la que una presentadora, Carlota Corredera, se bate a diario en duelo contra la violencia machista. (Otra ‘feminazi’ que dirían los negacionistas). Es indecente que todavía haya colaboradores de esa cadena que pongan en duda el testimonio de Rocío Carrasco tachándole de mala madre y criticando que haya sacado tanto trapo sucio en horario de máxima audiencia.

Ser mujer no es ser madre. Ser buena madre no es asumir tu condición de víctima. Ser mujer es ser persona. Empecemos por ahí y dejemos enterradas de una vez a las ‘bernardas alba’ y a los ‘tíos joseantonios’.

Rocío, Carlota, el ‘tío José Antonio’ y Federico García Lorca