viernes. 29.03.2024
rastro

Domingo 5 de julio de 2020. Me dispongo a coger la Renfe en Móstoles (por cierto, cuando os de la real gana la hacéis accesible, de 6 vagones ninguno lo era) destino Embajadores. Motivo del trayecto, unirme a los propietarios de puestos de “El Rastro” en su protesta contra la reducción de cantidad de “tenderetes”, idea magnífica propuesta por el alcalde de Madrid.

Sentirse madrileño y no acudir a estas protestas es como tener sed y rascarse las pelotas.

Indignación absoluta en la Plaza de Cascorro por los propietarios de estos negocios que tantos madrileños llevamos años visitando y que tanto turismo disfruta cada domingo desde hace la friolera de 500 años, esto último lo explicaré más adelante porque tiene miga el asunto, os lo aseguro.

Cientos de voces se fundían en una sola al grito de “o todos o ninguno”, no os imagináis lo que sentí al ver a mi pequeño de siete años corear junto a los demás, “Almeida sobras tú”.

Al terminar la protesta volvemos a la Renfe, se repite la desastrosa situación de nuevo, ni un vagón accesible para personas con discapacidad, y es a la altura de Las Retamas donde comienza mi calvario, llamada telefónica para tomar algo.

-¿De dónde vienes?
-Del Rastro de una protesta porque quieren reducir los puestos.
-Este tío es gilipollas, llevan intentándolo años, pero bájate mañana a casa que te enseño algo.

Les traduciré el ladrillo soltado durante días al idioma moderno para intentar hacérselo más ameno, procurando vincular en la medida de lo posible la historia de hace medio siglo con la actual. Se preguntarán que porqué he aguantado y digo esto desde el más absoluto cariño, un tostón casi infumable para alguien no experto en la materia, no tenía escapatoria, lo que desconocía del Rastro me lo ha soltado el creador del Diccionario Histórico Genealógico Heráldico de Jenner, ¿les suena el nombre?, mi padre, difícil escapar como ven.

Comencemos, “El Rastro”: sus comienzos datan aproximadamente de finales del siglo XV, principios del siglo XVI, y aunque no se conociera aín con ese nombre ya tenía un gran actividad comercial por parte de los “ropavejeros”, estos eran vendedores de ropa vieja y usada, estas actividades comenzaron en la Plaza de Cascorro, también conocida por “tapón del Rastro”.

La palabra “Rastro” no es casualidad, debe su origen al rastro de sangre que dejaban las reses sacrificadas en el primer matadero municipal de Madrid, sito en aquella zona, pero difícil de ubicar exactamente al no disponerse de planos de aquellas fechas.

Pertenecía a los “Barrios Bajos”, conocidos así mas por la tendencia a la proximidad al río Manzanares que por el bajo nivel económico de sus vecinos, casi pudiendo afirmar que ni siquiera se encontrara en el interior de Madrid propiamente dicho, ya que en las “Crónicas de Al Udrï” la definición de Arrabal podríamos traducirla a lugar situado fuera de las murallas, lugar donde por aquel entonces se encontraba nuestro querido Rastro de Madrid.

Subámonos al “Delorean” y volvamos al siglo XXI, pasos a seguir por un neoliberalista/capitalista:

-Empobrecimiento gradual y progresivo del sistema.
-Presentación de su programa de salvación del sistema destruido por el mismo.
-Compra mediante testaferros del sistema empobrecido/arruinado.
-Enriquecimiento propio y de sus “amigotes” a costa de desangrar algo que funciona por si solo sin ayuda externa.

La “idea” del actual alcalde de Madrid, Martínez Almeida, es, en resumidas cuentas, reducir el número de puestos donde cada domingo familias venden sus productos, realizando mediante un sorteo que una parte de los actuales vendedores ambulantes puedan continuar cada domingo ofreciendo sus productos, y del mismo modo, quienes se verán obligados a perder gran parte o en su totalidad, el sustento para mantener a sus familias. No solo se verían afectados los propietarios que se quedarán fuera de ese sorteo, de algún modo, al reducir la extensión del rastro, gran parte de los comercios regentados en locales verían cómo sus ventas irían a la baja, ¿quién no se para dando una vuelta por el rastro a tomarse un vermut en alguno de sus legendarios bares?

Incluso siendo más retorcidos aún, podríamos llegar a pensar que parte de esos locales serían convertidos en Lofts firmados ilegalmente por arquitectas sin licencia que ahora “tienen mano” dentro de las instituciones madrileñas, entre elefantes no se pisan la trompa.

Ahora, y de ahí el titular de mi humilde opinión, esta idea no proviene de Almeida ni mucho menos, ya en 1986 Álvarez del Manzano lo propuso y no pudo sacarlo adelante, en 2004 Ruiz Gallardón se sacaba de la manga que lo mejor para El Rastro era alejarlo del centro, parece que les molesta que familias humildes con negocios humildes saquen adelante sus negocios en barrios humildes, y que en Madrid solo tienen derecho a ser propietarios grandes marcas afincadas en la calle Serrano.

“A veinte y siete días del mes de julio de mil setecientos noventa y seis”, autorizado por D. Joaquín Gómez Palacio, del Consejo de S.M y rubricado por su secretario, Escribano de la Cámara y de Gobierno de la Sala, se decía: “Manda el Rey nuestro Señor, y en su Real Casa y Corte, que ningún Dueño o Administrador de casas arriende por ahora con destino a Posada ninguna de sus habitaciones, executando lo mismo con las que tienen este destino”.

Hoy, tres siglos después, y a su pesar Sr. alcalde, los puestos de “El Rastro” pertenecen a sus propietarios y Madrid a los madrileños.

EL RASTRO SE QUEDA

Almeida, que ya está todo inventado, el rastro se queda