jueves. 02.05.2024
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Dado el crecimiento esperado de los costos de atención médica debido al rápido aumento de la edad de la población en los países desarrollados, se ha prestado cada vez más atención a los potentes efectos de los regímenes de ejercicio sobre el deterioro cognitivo relacionado con la edad, que es un predictor de independencia en la vejez. En las últimas dos décadas, abundante evidencia ha demostrado que la actividad física, así como el ejercicio regular, confieren beneficios a la salud y la función del cerebro, particularmente en poblaciones de edad avanzada. La mayoría de los estudios anteriores se han centrado en los programas de ejercicio cardiovascular, esperando que proporcionen efectos cognitivos beneficiosos, especialmente en la función ejecutiva. Estudios recientes de neuroimagen sugieren que la actividad neuronal eficiente inducida por el ejercicio y los aumentos en el volumen de materia gris en la corteza prefrontal podrían ser mediadores potenciales de los efectos del ejercicio en la prevención del deterioro cognitivo en la edad adulta tardía.

Además de un régimen de ejercicio cardiovascular, también hay evidencia de que el ejercicio suave (de intensidad muy ligera), que es fácilmente alcanzable por personas sedentarias y aquellas con baja condición aeróbica sin provocar respuestas al estrés, tiene efectos positivos en la estructura y función del cerebro. Un estudio longitudinal de intervención con ejercicio realizado con adultos mayores demostró que 2 años de calistenia de intensidad leve fueron efectivos para mejorar la función ejecutiva, lo que se correlacionó positivamente con cambios morfológicos en la corteza prefrontal. Además de los cambios morfológicos, el ejercicio leve agudo puede provocar un aumento de las activaciones cerebrales relacionadas con la tarea, lo que resulta en mejores funciones cognitivas en adultos jóvenes. Sin embargo, aún se desconoce si una intervención regular de ejercicio leve podría prevenir el deterioro cognitivo relacionado con la edad en adultos mayores y cómo el ejercicio leve regular podría tener un impacto en los sustratos neuronales funcionales, particularmente en la corteza prefrontal.

Si bien investigaciones anteriores se han centrado en los efectos de los programas de ejercicio aeróbico de intensidad moderada a alta que duran entre seis meses y un año en la función ejecutiva, controlada por la corteza prefrontal, el desafío radica en motivar a las personas para que participen y se adhieran a rutinas de ejercicio rigurosas.

Sobre la base de investigaciones previas realizadas por investigadores de la Universidad de Tsukuba y la Universidad de California, en un nuevo estudio publicado en GeroScience, se ha observado que incluso sesiones breves de ejercicio suave, como caminar y yoga, pueden estimular el cerebro y producir mejoras temporales en el rendimiento cognitivo.

Sin embargo, hasta ahora, el impacto del ejercicio aeróbico leve a largo plazo en la función cerebral en los seres humanos, así como los mecanismos subyacentes involucrados, permanecían sin explorar.

Para este estudio, un grupo de adultos sanos de mediana edad y mayores (de 55 a 78 años) se dividió aleatoriamente en dos grupos: uno realizó ejercicio de bicicleta de baja intensidad tres veces a la semana durante tres meses (grupo de ejercicio), mientras que el otro grupo continuó con su rutina diaria normal (grupo de control).

El equipo de investigación evaluó la función ejecutiva de los participantes mediante una prueba de Stroop y evaluó la actividad de la corteza prefrontal durante la tarea mediante espectroscopia funcional de infrarrojo cercano antes y después de la intervención.

Los hallazgos revelaron que el grupo de ejercicio mostró una mejora significativa en la función ejecutiva en comparación con el grupo de control. En particular, al analizar los datos por edad, los beneficios del ejercicio leve fueron particularmente pronunciados en el grupo de adultos mayores (de 68 a 78 años).

El mecanismo cerebral subyacente detrás de esta mejora involucró un aumento en la activación eficiente de la corteza prefrontal. En otras palabras, la función ejecutiva era alta, mientras que la activación cerebral correspondiente era relativamente baja.

Estos resultados sugieren que incluso tres meses de ejercicio leve pueden fortalecer las redes funcionales del cerebro, lo que permite que la corteza prefrontal se utilice de manera más eficiente durante la prueba de Stroop.

Este descubrimiento destaca el impacto positivo del ejercicio suave sin estrés durante un período de tres meses en el fortalecimiento de la corteza prefrontal y la mejora de la función cognitiva entre los adultos mayores.

Datos clave del estudio:

  1. El estudio encontró que el ciclismo de baja intensidad tres veces a la semana durante tres meses condujo a mejoras significativas en la función ejecutiva en los adultos mayores.
  2. Los beneficios del ejercicio leve fueron especialmente pronunciados en los adultos mayores de entre 68 y 78 años.
  3. La mejora de la función cognitiva se asoció con una mayor eficiencia de la corteza prefrontal, la región del cerebro que controla las funciones ejecutivas.

Por último, compartir esta reflexión irónica de David Brown:

“Para hacer ejercicio, pasee con alguien que le acompañe de buen grado, preferentemente un perro”.

El ejercicio suave y regular aumenta la función cognitiva en los adultos mayores