viernes. 29.03.2024
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Al final de la conferencia, la pantalla de proyecciones muestra una pancarta blanca con un rótulo en color negro que dice “Ningún ser humano es ilegal”. La mujer que se sitúa delante de la diapositiva, y que ultima su intervención diciendo que es necesario repensar los conceptos con los que se ha estudiado la migración en los últimos años, es María José Guerra Palmero, profesora de Filosofía Moral en la Universidad de La Laguna (ULL) y presidenta de la Red Española de Filosofía.

Su charla, “Desplazamientos humanos y producción masiva de vulnerabilidad", es la primera del ciclo y se inscribe dentro de las XXII Jornadas de Investigación Interdisciplinar que organiza el Instituto Universitario de Estudios de la Mujer (IUEM) de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).

Un evento que tiene lugar en la Facultad de Ciencias Económicas de la UAM. El motivo de estas jornadas es la reflexión sobre los desplazamientos, la violencia y el género y, con ese deseo de reflexionar, hoy, Guerra se halla frente al público de la Sala de Conferencias de la Facultad.

La profesora comienza su ponencia advirtiendo de que es imposible pensar las migraciones sin hacer uso de la geografía y, por ello, lo primero que hace es mostrar un mapa. El lugar representado en el plano es Canarias. Y no es casualidad. “Los cayucos llegaban a las playas plagadas de turistas europeos y se producía el choque de dos mundos”, cuenta. Para comenzar a disertar sobre migraciones, Guerra se remonta a la crisis migratoria que vivieron las Islas a principios de este siglo.

“Las políticas migratorias, en concreto las europeas, se han securitizado, blindado, y, hoy, las fronteras son un elemento fundamental de violencia y vulnerabilización”. Dice Guerra que para abordar el asunto de las migraciones es necesario recontextualizar los términos. Considera que los conceptos que se siguen usando, en la actualidad, provienen de las primeras investigaciones y tienen un profundo sesgo neoliberal.

Además, apunta que en los últimos tiempos hemos asistido a la criminalización de las personas migrantes, sobre todo mediante el discurso de los medios de comunicación, pues se centran en caracterizarlas como un problema y obvian lo beneficioso del fenómeno. Una criminalización que la investigadora ha denominado criminmigración y que, también, está siendo usada contra las propias ONG que se encargan de mitigar sus efectos en las aguas del Mediterráneo.

La tesis de la profesora canaria es que las políticas migratorias son un factor que produce, masivamente, vulnerabilidad. “Todos los días esta tragedia se actualiza. Sin embargo, no hay intención de repensar las políticas migratorias”, explica. Guerra denuncia una tendencia creciente de los estados occidentales a la securitización que responde a una idea de apremiante necesidad de protección frente a las migraciones. “Se ha logrado popularizar la migración como amenaza”.

Defiende que la migración contemporánea vive una realidad muy diferente a la que, en un principio, las teorías migratorias explicaron. “Una situación de emergencia ligada tanto a las guerras de Oriente próximo, la desestabilización del norte de África y el Sahel, así como a la paramilitarización de muchos territorios, tal y como podemos ver en Centroamérica y en México”.

Después de la caída del muro de Berlín, Guerra cree que se ha producido una fuerte división conceptual entre dos tipos de movilidades. Entre aquellas "fetichizadas" que experimentan personas con recursos, mayoritariamente occidentales. Es decir, desplazamientos que responden a la idea de libertad individual de moverse por el mundo. Y aquellas que viven las personas que se ven forzadas a huir de sus países de origen por cuestiones de pobreza y guerra: la migración conocida como tal.

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La feminización de las migraciones

“Estamos ante una situación que nada tiene que ver con los estadios migratorios iniciales”. La profesora sostiene que es necesario el diagnóstico de una “producción masiva de vulnerabilidad” y de la necesidad de una respuesta política contundente.

“Nunca se han construido tantos muros y vallas como en las últimas décadas”, afirma. Guerra explica que la creciente securitización de las fronteras es uno de los grandes negocios de la actualidad. Un afán que responde a una idea de seguridad que percibe como masculinizada y androcéntrica. La profesora se pregunta si esa idea no será, más bien, un mecanismo de producción de vulnerabilidades. Vulnerabilidades que considera especialmente feminizadas.

“Casa vez más niñas y jóvenes migran desde México”. Muchas de esas jóvenes, a las que se refiere, huyen de su país a causa de las violencias sexuales que las organizaciones paramilitares ejercen sobre ellas. “Las mujeres pagan los peajes a través de su sexualidad”, explica Guerra. “Al principio, con las pateras, pensábamos que qué raro era que muchas de ellas llegasen embarazadas o con bebés muy pequeños. Todo es fruto de esos peajes”.

Son casi las once de la mañana y la mujer que se sitúa delante de la pantalla de proyecciones —que muestra un cartel con el mensaje escrito “Ningún ser humano es ilegal”— finaliza su intervención. “Un mundo militarizado y securitizado no nos garantiza una mayor paz, sino una mayor producción masiva de vulnerabilidad” son las últimas palabras de su ponencia.

Fuente: AmecoPress

“Nunca se han construido tantos muros y vallas como en las últimas décadas”