viernes. 19.04.2024
diplomacia
Momento del juramento de Suzi Le Vine en una tablet.

Por primera vez, la toma de posesión de su cargo por la nueva embajadora de Estados Unidos en Suiza no se juró sobre una copia en papel de la Constitución americana, si no sobre la pantalla de un lector de libros electrónicos.

Parecería exagerado calificarlo como un acto de “diplomacia digital”, aunque lo cierto es que un evento en principio de escaso interés público se convirtió, gracias a esa imagen, en noticia digna de extenderse rápidamente. El hecho de que, además, el juramento de Suzi Le Vine no se llevara a cabo sobre cualquier dispositivo, si no sobre un modelo concreto fabricado en los USA, carga de matices la fotografía.

Son cada vez más numerosos los ejemplos del uso de las nuevas tecnologías como herramienta para la diplomacia. También en Estados Unidos, la CIA estrenaba recientemente, y con no poco humor, perfil en Twitter. Su primer mensaje (“No podemos confirmar ni desmentir que este es nuestro primer tuit”) alude a la famosa respuesta que ya ofreció en 1974 la propia Agencia de Inteligencia cuando fue forzada -por imperativo legal- a contestar sobre una secreta operación de rescate de un submarino soviético.

Otra diplomática de aquel país, Shayna Cram, saltó a la fama en Youtube al subir un vídeo en el que cantaba acompañada de su guitarra una canción en lengua local, el pastún, en defensa de la educación femenina en Pakistán.

Su colega Geoffrey Pyatt ha utilizado Twitter para apoyar el Euromaidan, las protestas proeuropeas en Ucrania. En su perfil hay mensajes en la lengua del país, algo que es habitual también, en función del área geográfica, en el caso de la diplomacia francesa. Y los británicos pueden señalar a un compatriota como pionero. Su representante en Líbano, Tom Fletcher, es un entusiasta de las redes. Sostiene que un buen diplomático moderno sólo precisa sumar a las virtudes clásicas del oficio (no ofenderse fácilmente y tener la mente abierta) el uso de un buen smartphone,

España cuenta con un embajador en Misión Especial para la Diplomacia Digital, Alberto Antón, y la web del Ministerio de Exteriores se actualiza regularmente con los envíos que, desde distintas legaciones diplomáticas, suben los funcionarios allí destacados a una nutrida red de blogs.

Hasta el papa Francisco hace uso habitual de las redes. Más Twitter que Facebook, quizás porque el muro de este último servicio da mayor presencia y relevancia a todos los mensajes que se reciben, incluso aquellos que pueden resultar ofensivos o inadecuados. El pontífice es veterano en estas lides y ya convocó en su día a los internautas a rezar "por la paz en Medio Oriente y en todo el mundo” mediante el hashtag o etiqueta #prayforpeace.

Los canales abiertos por Internet permiten flujos de comunicación públicos y extremadamente veloces, aptos para la relación y para estimular la conversación, tanto con quienes detentan capacidades de decisión como con la sociedad en general. Un campo de juego perfecto para las relaciones internacionales y un nuevo reto para la diplomacia tradicional.

La nueva diplomacia digital