sábado. 20.04.2024
Mujeresmigrantes

Esta semana en la que se celebra el Día Internacional de la Mujer, casualmente, dos hechos muy relacionados con los derechos de las mujeres han tenido lugar, aunque su repercusión social y mediática ha sido escasa y tampoco han impactado en las reivindicaciones de los distintos grupos feministas por la efeméride, más preocupados, quizás, por ganar la batalla de las esencias.

Así, la condena a España por parte del Comité de Derechos humanos de la ONU por obligar a una niña refugiada víctima de violencia sexual a desnudarse y examinar sus genitales para determinar su edad, como el secuestro de casi 300 niñas en Nigeria, pasaron casi inadvertidas y no son el objeto de interés para ningún movimiento social más allá de las ONGs que basan su trabajo en los derechos de los Niños –incluso, la aparición de las niñas (02/03/2021) ha generado mayor cobertura mediática-. La condena a España por lesionar gravemente los derechos fundamentales de una niña extranjera, es una más entre otras catorce sanciones de este tipo por violar los derechos de los niños y niñas que llegan solos a España, y el secuestro de niñas en Nigeria, se ha convertido, casi, en normalidad en este país asolado por la guerra de guerrillas, aunque… en cualquier caso, es un problema ajeno y lejano.

Ninguno de los dos hechos reviste la suficiente notoriedad para ser parte importante de la agenda-setting, sobre todo, porque no hay un poder corporativo o movimiento social que los reivindique, y quizás, por las mismas razones, tampoco de la agenda del movimiento feminista, cuyos objetivos políticos inmediatos están centrados en la Ley del consentimiento y en la Ley Trans, las que sí acaparan todos los titulares. Confluyen dos elementos en las situaciones referidas para explicar su invisibilidad mediática y política: en ambos casos se trata de Niñas y son extranjeras.

El primer secuestro de 300 niñas en Nigeria en el año 2014, levantó una oleada de indignación internacional (campaña #BringBackOurGirls -traed de vuelta a nuestras chicas-), que no condujo a ninguna parte. Trascurridos siete años de este primer secuestro, el listado de los horrores es infinito: 56 niñas lograron escapar, más de 100 fueron liberadas en intercambios de prisioneros -con graves secuelas-, y 112 siguen desaparecidas (o muertas), todas, esclavizadas, violadas, con embarazos múltiples sin padre conocido, pues, han sido utilizadas como esclavas sexuales o esposas forzadas, y/o como armas de guerra, entre otros crueles horrores, ante la pasividad y la inacción de las autoridades. Lo peor de todo es que la magnitud de este drama no cesa, pues, el secuestro masivo de Niñas es reiterado –en mucha menor medida también de niños- porque se ha convertido en la mejor estrategia de propaganda política y de captación de seguidores (por la promesa de esposas-esclavas). El del 2014 fue solo el primer secuestro de impacto internacional y las casi 300 de esta semana, el último, y en medio, miles de Niñas sometidas a tortura o muerte –se calcula unas 10.000 niñas secuestradas en el norte de Nigeria-.

BringBackOurGirls_truck

Campaña #BringBackOurGirls

El otro caso, el de Arcángel (nombre ficticio) ha sucedió en España y no tiene paliativos. La joven llegó a España con 16 años en agosto de 2017 huyendo de la violencia sexual que padecía desde niña y del matrimonio forzoso al que iba a ser sometida en su Camerún natal. Por su apariencia física nadie dudó de su minoría de edad, la policía la registró como “menor de edad posible solicitante de asilo” y, por ello se le trasladó a un Centro de Primera Acogida de Menores de Edad. En noviembre de 2018 la Fiscalía inició el procedimiento para determinar su edad sometiéndole a una exploración física con desnudo integral y exploración de sus genitales y a dos pruebas oseométricas, no concluyentes. A pesar de ello, la Fiscalía dictó un decreto de mayoría de edad, que determinó su expulsión del centro de protección, debiendo quedarse a vivir en las calles de Madrid hasta que fue acogida por la Fundación Raíces, quien además asumió su representación jurídica y lleva su caso desde entonces ante los tribunales nacionales e internacionales.

El Comité de Derechos del Niño de Naciones Unidas ha condenado a España en este caso por violar los derechos de los niños y niñas que llegan solos a nuestro país, al someterles al procedimiento de determinación de la edad a través de los desnudos integrales y las exploraciones físicas de los genitales, infringiendo su dignidad, su privacidad y su integridad, según ha dado a conocer la Fundación Raíces, no siendo esta la primera vez que se pide a España que cese en el uso de estas, pues, no se ajustan al Convenio de los Derechos del Niño.

Siendo incuestionable que estas pruebas vulneran los derechos de todos los niños y niñas migrantes sometidos a ellas, y por esto debe terminarse con esta práctica inmediatamente, es evidente el mayor impacto que pueden tener en las niñas migrantes, pues, normalmente, ya han sido víctimas de violencia de todo tipo, especialmente la sexual, a la que se añade esta violencia institucional, con graves secuelas y daños adicionales, sobre todo, si pertenecen a determinados grupos étnicos. Debe recordarse aquí que ya en el año 2011 el Defensor del Pueblo cuestionaba su uso desde el punto de vista ético, interrogándose sobre la posibilidad de incurrir en «abuso o agresión sexual» por la exploración íntima de los genitales por motivos administrativos, destacando que culturalmente es un asunto muy delicado de privacidad y sensibilidad, añadiendo: “Es más, muchos (sic) han sido objeto de traumas por mutilación genital femenina, violaciones u otro tipo de acoso sexual”.

La invisibilización de las niñas en el discurso feminista no solo es discriminatoria en sí misma, sino que coadyuva a mantener su situación de subordinación estructural dentro de cualquiera de los otros grupos o colectivos vulnerables 

Valoro enormemente la lucha feminista y sus logros históricos, pero no alcanzo a comprender como estos casos evidentes y dramáticos de violación de los derechos de las Niñas, por ser mujeres, quedan por fuera de sus objetivos políticos inmediatos, amortizados en una visión de la interseccionalidad que todo lo alcanza y autojustifica, por supuesto, a partir del criterio de selección dominante “la mujer adulta europea”, en relación con el cual todas las otras opresiones se alinean y se traducen.

Las minorías de género, las mujeres racializadas, las mujeres musulmanas o de minorías étnicas, las madres, las inmigrantes, las trabajadoras del sexo, las personas Trans y las Niñas, irrumpen como entidades propias en el discurso feminista, dentro del todo, pero con sus respectivas reivindicaciones y deconstruyen el concepto unitario de feminismo que, por otra parte, históricamente tampoco ha sido pacífico, porque no hay un único feminismo, ni una única estrategia feminista. Los criterios esencializantes de las luchas históricas más visibles por la igualdad (raza/género), tan preciosas y valiosas para todas nosotras por sus conquistas y clarificaciones conceptuales, no captan hoy todo el espectro de la discriminación y de las relaciones de dominación que las sustentan.

La invisibilización de las niñas en el discurso feminista es el mejor ejemplo, pues, no solo es discriminatoria en sí misma, sino que coadyuva a mantener su situación de subordinación estructural dentro de cualquiera de los otros grupos o colectivos vulnerables necesitados de protección a los que pertenece. Los casos reseñados ilustran el problema, evidenciando un patrón discriminatorio en el silencio del discurso basado en un prejuicio social asentado: son niñas (no son mujeres) y extranjeras (no son de las nuestras, no tienen nuestros problemas). Basta con realizar un somero ejercicio intelectual para comprobarlo. Imaginemos lo que pasaría si un día nos levantáramos y nos encontráramos con la noticia de 300 niñas secuestradas en España, Alemania o EEUU; o si para minimizar la incidencia del virus de la Covid 19 en el turismo, se decidiera exigir certificado de exploración ginecológica a todas las mujeres-jóvenes (mayoritariamente europeas) que quieran entrar en las discotecas de las Islas Baleares o Canarias, para saber si son portadoras del virus. Como esto es mera elucubración, “afortunadamente” no hay riesgo de que se produzca tal vulneración de derechos en nuestra realidad, aunque …. de hecho, suceda.

¿La lucha por los derechos de las mujeres incluye la lucha por los derechos de todas las Niñas y mujeres jóvenes no adultas? o ¿puede argumentarse, como se está haciendo en otros casos, que esta es una lucha sectorial?


Gloria González Agudelo | Profa. Titular de Derecho Penal UCA

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