viernes. 29.03.2024
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El principio básico del capitalismo salvaje practicado por el neoliberalismo consiste básicamente en denigrar un servicio público hasta su extenuación, y con el pretexto de una colaboración público-privada, derivar ese servicio a empresas privadas, generalmente a empresas donde terminan cargos públicos ejerciendo de “asesores”.

¿Es estrictamente necesaria la empresa privada? Obviamente si, pero no en servicios esenciales, y por supuesto que, para nada, cuando se utiliza para servicio básicos de los ciudadanos, y, por ende, de los que nadie debería de usar para lucrarse. A mayor número de intermediarios – que obviamente todos tienen que sacar tajada-, menor cantidad económica destinada a la calidad del producto y al sueldo del empleado, no hace falta ser economista para entenderlo, aunque a veces si sea necesario explicarlo, incluso con manzanas. Si un representante político, con un sueldazo fijo que ronda los 3.000 pavos en el peor de los casos, y que cuenta con una serie de asesores, “no sabe” gestionar un servicio público, ese representante sobra, no hay más.

Estamos siendo testigos del resultado de una nefasta gestión de lo publico durante años, el detrimento de los servicios sanitarios, de la educación, de las residencias de mayores, han salido a la luz en esta pandemia de tal manera, que la cadena alemana Deutsche Welle afirmaba estos días atrás que, el problema de nuestro país no es de ahora, el problema se arrastra desde mucho antes de la aparición de la Covid19.

Nuestros mayores no solo han sufrido las consecuencias en las residencias, pero es necesario recordar que solo en la Comunidad de Madrid se dejaban morir a mas de 6.000 ancianos por no trasladarlos a hospitales, 7 meses después de que comenzara la pandemia esas residencias aun no han sido medicalizadas a pesar de que la CAM haya recibido 1.500 millones de euros de fondos Covid19, pero es que en Madrid somos más de gastos inútiles, que de inversiones necesarias. Pero centrémonos, como decía, no han sido las residencias los únicos lugares de penitencia, miles de personas, no solo ancianos, necesitan de asistencia diaria en su domicilio, no están tan “jodidos” o necesitados como para ir a una residencia o a un centro de día, pero sí necesitan alguna que otra ayudita, y ahí es donde entra a jugar el Servicio de Asistencia a Domicilio, en adelante, SAD. 

La opacidad en torno al día a día de las que están dejándose la piel por los necesitados es asombrosa, al trabajar de puertas adentro de viviendas privadas no existe de ningún modo la posibilidad de una inspección de trabajo, son víctimas del sistema, víctimas de la administración que da la posibilidad a que la empresa del ladrillo, sin tener ni puñetera idea de aspectos sociosanitarios, meten sus fauces en su servicio esencial, convertido en un negocio más para ellos.

40 horas en el mejor de los casos para no llegar a 900 euros de salario, contratos precarios, jornadas partidas, vulneración de derechos laborales, emplear tus cinco minutos de café a un anciano con párkinson porque solo tienes 15 minutos para dedicarle antes de salir corriendo a la siguiente vivienda sin que el trascurso del tiempo entre una y otra te sea remunerado, esta es la situación que viven las asistentas a domicilio.

El SAD, es un servicio público, su función es la de asistir a personas con algún tipo de necesidad, ya sea una discapacidad o edad avanzada, que requieran una ayuda en los quehaceres diarios, limpieza de la vivienda, la compra de alimentos, cocinar, lavar la ropa. Prácticas habituales que pueden parecer tan simples que puede hacerlas cualquiera, para algunas personas son del todo imposible, mi tía sin ir más lejos, viuda, con dos mastectomías practicadas y un brazo totalmente inútil por la quimioterapia no puede abrir un bote de conservas, o pelar una cebolla. En su momento solicitó ayuda al SAD, la respuesta de este al venir una asistente a su casa es que no le hacia falta ayuda, que tenia la casa demasiado limpia y eso era señal de que podía valerse por si misma. El filtro que hay que pasar es enorme por la falta de presupuesto, pero no porque no exista presupuesto suficiente, si no porque ese aumento de presupuesto hay que repartirlo entre empresas privadas.

Según datos del Observatorio de la Dependencia, cada año mueren sin atención 30.000 personas con derecho a algún servicio hasta la pandemia, incrementándose hasta 108 personas las que fallecían a diario sin asistencia que sí les pertenece durante la pandemia, a 31 de diciembre de 2019 había en España 1.385.037 personas en situación de dependencia reconocida y otras 159.193 pendientes de valoración. Esto significa que el 3% de la población española necesita apoyos de mayor o menor intensidad para desarrollar las actividades básicas de la vida diaria.

Si les digo que haciendo una breve búsqueda en internet he encontrado 727 empresas que se dedican a ofrecer este servicio, fácilmente ustedes podrían replicarme contestando que 727 empresas en toda España no es nada, que es un numero muy bajo, pero entonces me veré obligado a recordarles que son 727 empresas mediante las cuales se externaliza un servicio público, por consiguiente, son 727 empresas que no deberían de existir. 

Puedo entender al emprendedor que busca tener su propia pequeña-mediana empresa, el problema de la externalización es que, en su mayor parte, la externalización de los servicios públicos siempre termina en manos de los mismos. La familia Álvarez Mezquíriz, así a bote pronto puede que no les suene, son los propietarios de las Bodegas Vega Sicilia y del Grupo Eulen, los ingresos de este gigante de los servicios generales ascendieron en 2018 a 1.597 millones de euros, un 2,7% más que un año antes, su plantilla descendió un 3,6% el año pasado, el Grupo Eulen es una de las empresas que mas peso sostiene dentro del SAD, viendo como últimamente le come el terreno Clece, y es que Florentino no podía perderse otro nido de pasta.

En Gijón en 2017, el pleno del Ayuntamiento aprobaba mantener la externalización del SAD, el edil del Partido Popular Pablo González no creía que se pudiera dar un mejor servicio con su municipalización, esto lo dice un edil que necesita de la gestión privada de un servicio público, por lo que como entenderán, poco fiable es su palabra cuando no es capaz ni de gestionar sus propios servicios. Actualmente la Plataforma del SAD de Gijón se encuentra inmersa en una batalla con el Gobierno Regional.

Tristemente, y no quitándole importancia a lo que en Gijón denominan unos #PliegosFarragosos, Carmen desde el SAD de Asturias, me desplaza telefónicamente mas cerca de mi domicilio, a Getafe, donde Concha, otra hada del SAD y con mucha fatiga al hablar, me cuenta que está de baja por Covid19, se encuentra agotada, ya no tiene fiebre, pero tiene mucho miedo, durante la pandemia a las asistentes de ayuda a domicilio se les consideró personal esencial, pero no fueron incluidas en el grupo de riesgo donde se reconoce como enfermedad laboral la Covid19, resumiendo, eres personal de riesgo para ir al tajo, pero si contraes la Covid19 en el tajo tu baja no será considerada contingencia profesional, no hay por donde agarrarlo. Siempre pregunto si puedo poner sus nombres, Concha con algo de reparo me dice que si, que tiene miedo a represalias, pero que la situación ya es insostenible, ella trabaja para otro imperio del mundo de las empresas, Sacyr, los mismos que construyeron el canal de Panamá y que tras llegar a un acuerdo por este, reclamaron unos “sobrecostes” de 5.386 millones de euros, en 2019 Sacyr obtuvo unos beneficios netos de 112 millones de euros.

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Los gigantes empresariales amplían sus telarañas de igual modo hasta Tenerife, donde Cristina me cuenta que igual que ocurre con las limpiadoras, ellas, y a pesar de venir reflejado en el convenio, no cobran el tiempo que transcurre en los desplazamientos, en la isla canaria es de nuevo Florentino, a través de Clece, quien se encarga de precarizar a sus empleadas, incluso poniendo en riesgo sus vidas. Durante el estado de alarma, UGT denunciaba que las empleadas del SAD estaban trabajando sin el equipo de protección individual, el caso llego a los tribunales, llegaron a estar 26 días sin protección “porque no había para todas”, resulta curioso que a día de hoy no des las mascarillas suficientes a tus empleadas, cuando tu mismo fabricas mascarillas, así es, Clece tiene una máquina que fabrica mascarillas en Jaén donde diariamente se producen unas 55.000, manda cojones con Florentino. ¿Recuerdan los pliegos de contratación causa de las quejas del SAD de Gijón? Yaiza Gorrín, concejal de la confluencia Unidas Podemos, solicitaba en Julio al consistorio tinerfeño el similar en la isla, ojo al dato, la concesión del contrato de la asistencia a domicilio fue a Clece por un importe máximo de licitación de 31.119.552 €, no se lo que opinarán ustedes, pero si con ese contrato no te sobra para dotar a tus empleadas de unos guantes en condiciones, lo mínimo que se te puede llamar es sinvergüenza.

Ellas, en cambio, no se llaman Campanilla, Iris o Tiana, se llaman Carmen, Concha, Pili, Victoria, Eva, Rosa, Rubén o Juani, y son HADAS, EXISTEN.

#SadPúblico

Servicio de asistencia a domicilio. "Las hadas existen"