miércoles. 24.04.2024

Ayer, cuando te leí en prensa en tu sección “Cabeza de ratón”, no tenía ni idea de que ya no iba a haber mas publicaciones. Nadie lo sabía, pero era tu última columna de opinión, dedicada en esta ocasión a denunciar a la oligarquía rica europea en su asfixia programada contra los pobre griegos, pobres de solemnidad, y a ese chocolate del loro que es para Alemania y sus socios la deuda helena.

Querido Moncho, me encantó como te mostraste sarcástico, cruel e inteligente, como siempre, en tu póstumo artículo que acertadamente titulaste “La peineta griega”. Qué gusto cómo le diste donde más duele a los poderosos. Extraigo un fragmento del mismo: “...es una provocación intolerable, proteger a los parados, pagarles la luz a los insolventes y subir el salario mínimo mientras los acreedores sufren tremendas penalidades pensando que nunca van a cobrar lo que les deben porque los griegos derrochadores e irresponsables se van a gastar lo que no es suyo en los pobres ¿habrase visto tamaña ofensa?”.

Quién te lo iba a decir, quién nos lo iba a decir, querido Moncho, que mientras pasabas unos días de asueto con tu mujer en Canarias, un puñetero infarto te arrebataría la vida de cuajo precisamente hoy y a la injusta edad (siempre es injusta la edad que el destino depara para la muerte de cada cual salvo contadas excepciones) de 65 años.

Como se suele decir en estos casos, nos has dejado consternados al enterarnos de que habías subido por última vez al Seicientos y hacías tuya la carretera nacional más larga, esa que conduce a la eternidad donde pervivirás en la memoria de quienes te recordaremos a través de tu legado.

Atrás queda el ingenio con que te tocó sortear las censuras del franquismo, tu compromiso con las libertades que tantos soñábamos hacer nuestras algún día a golpe de risa y llanto y con un mucho de rebeldía. Tú eres de mi generación (cuatro años más que yo) y juntos nos ha tocado vivir nuestra personal lucha contra la dictadura en sus últimos pero no por ello menos duros coletazos.

Música, ("Desde Santurce a Bilbao blues band”…), radio (“Sopa de ondas”, “Calles de Babilonia”…), TV (“Popgrama”…), teatro (“Castañuela 70”, “Castañuela 90”, “Federico”…), periodismo en prensa escrita así como un montón de libros publicados.

Ese es tu legado.

Descansa en paz Moncho, aunque mi deseo sería que nos hubieras dado aun mucha más guerra.

Ha muerto Moncho Alpuente