jueves. 28.03.2024

La estrategia que ha planteado el Ministerio de Sanidad y Educación a las comunidades autónomas para avanzar en la desescalada educativa propone que los escolares hasta diez años regresen al colegio en septiembre y busca el equilibrio entre la seguridad y la necesidad de las niñas y niños de convivir con personas de la misma generación. Un grupo de pares imprescindible para la educación infantil, para los que se flexibilizará el uso de mascarillas y se permitirá “socializar sin mantener la distancia estricta de seguridad”.

Para mantener entornos lo más seguros posibles y al mismo tiempo posibilitar la indispensable socialización infantil se ha recurrido al concepto de “grupo de convivencia estable”, utilizado habitualmente hasta ahora para referirse a la familia. Este término que incluye el Ministerio en su estrategia se refiere a grupos estables de unos quince alumnos que convivirán durante toda su jornada, incluyendo clases, recreos y comedor, formando algo parecido a una “familia escolar”. Esta estrategia pretende establecer un anillo de seguridad que evite un posible contagio a todo el centro educativo, limitando el número de personas con las que se tiene contacto. 

Rastreando en la literatura científica, apenas encontramos referencias pedagógicas al término y, cuando ha sido usado, se ha utilizado para evitar una posible connotación conservadora o tradicional de la familia constituida por una figura femenina y otra masculina, unidas por intereses afectivos. 

El antecedente más claro del término lo encontramos en el trabajo La juventud ante su inserción social (2013) del Colectivo Ioé, donde es usado también como sinónimo de familia, como agente de socialización en la infancia y la adolescencia. Según este colectivo, para el discurso dominante (clientelar-liberal) la familia tiene la función de educar, mientras a la escuela le corresponde instruir. Frente a este discurso, el equipo de investigación sociológica formado por Walter Actis, Miguel Ángel de Prada y Carlos Pereda define la posición “indignada-constituyente” como aquella que pone su acento en “el protagonismo y el sentido crítico de las personas que se están educando, tanto en la familia como en la escuela (liberación)”.

No es por tanto baladí el uso del término, como por otra parte, no lo es el uso de ningún concepto. En esta nueva terminología propuesta, el concepto “grupo de convivencia estable” lleva implícita una cierta convergencia entre la familia y la escuela, pero tratando de evitar en lo posible el término “familia escolar” por las connotaciones ideológicas que pudiera tener. Un concepto que nos remite ineludiblemente al debate sobre cuáles son las funciones propias que corresponden a la escuela y cuáles a la familia, como ya vivimos hace unos meses con el exitoso término “pin parental”.  

Grupo de convivencia estable o familia escolar