viernes. 19.04.2024
capitan-lagarta

La realidad en ausencia de Internet parece ser insoportable; ahí está la gran puta, en su cama de chips, cada día más gorda, descojonándose de todos nosotros. El capitán no viene a contarles nada que no sepan, quiere no más que poner un poco de orden desvelando seis de las falacias más utilizadas por los correligionarios de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación). PRIMERA “hay dos mundos, el real y el virtual”. Si una página web no es más que una tienda con escaparate y todo, si un periódico es un periódico aunque sea digital, si mientras esté compuesto de frases, puntos y comas, un libro digital no deja de ser un libro, si un chat es una conversación, si enviar un correo es como mandar una carta, si una conferencia es una conferencia aunque le pongamos -video delante, si un procesador de textos no deja de ser una máquina de escribir, si el acoso es acoso aunque le pongamos delante la partícula -ciber, si el engaño no es exclusivo de Internet, entonces ¿por qué ese empeño en hablar de dos mundos, el real y el virtual cando solo hay uno, el real? ¿acaso quieren volvernos esquizofrénicos?. SEGUNDA “las nuevas tecnologías nos hacen más libres”. Libertad es lo que pretende vender la publicidad más cansina de TV; chicos y chicas guapas, gente chachi piruli que se comunica sin límite ni fronteras en un lugar llamado mundo, cuando la realidad es que gracias a las nuevas tecnologías ciudadano y sociedad nunca estuvieron más controlados. Si un individuo de entre 25 y 45 años no tiene ni móvil, ni ADSL, ni cuenta de correo electrónico, caso de que no sea un indigente, será un potencial sospechoso para los servicios secretos; los agentes del CNI, que ya no gastan suela, dirán ¿y este cabrón, por qué no está en Internet?. TERCERA “todo está en Internet”. Dice una nueva ley, la ley de Suitt, “cuanto mejor seas buscando información en la Web, menos tendrás que almacenar en tu cerebro”. Este paradigma no es tan reciente pues lo de tocarse los cojones es tan viejo como el mundo. Si no hay nada nuevo bajo el sol, copia y ya está. En nuestro sistema educativo los críos, desde la primaria hasta el doctorado, desarrollan la competencia digital seleccionando y recopilando información: cortan aquí y pegan allá creyendo que el producto es interpretación propia ¿quién no quedaría atontado ante una original presentación en formato powerpoint?. CUARTA “no se pueden poner puertas al campo”. Cada vez resulta más común encontrar a un mocoso portando teléfono móvil con acceso a la Red. “Cómprame uno papi que todos los niños lo tienen”, “anda mami que es por si me pasa algo ¿no ves que así siempre sabes donde estoy? ”.  El capitán cree que es equivocación aguda, llana y esdrújula ceder al chantaje emocional de los pequeños dictadores, pues pocos días después de tener el teléfono no podrán despegar sus cansados ojitos cansados de la pantallita. Entonces sus papás, preocupados, pasarán a la acción: “niño deja eso ya que te vas a quedar ciego”, “niño que corto Internet”, “niño estudia...” y ellos, de forma estereotipada y sin levantar los ojos, responderán “espera mamá”, “me queda solo un poquito” o “déjame que estoy haciendo un trabajo de clase”. Los psicólogos se frotan las manos pues hay otra nueva -patía y los padres, siguiendo sabios consejos, procurarán que sus hijos utilicen el móvil con sentidiño, pues ni el móvil ni las redes sociales son malas en sí mismas, lo perverso es el uso que se les da. Lo mismo podrían aconsejar para otras adicciones: “hijo mío cuidado también con el vino, el tabaco, el hachís, la coca o el caballo... un mal uso podría hacerte adicto”. Se pueden poner puertas al campo: “hijo mío, si quieres un móvil, cuando tengas 18 años trabajas y te lo compras, ya verás como ése, ése sí es de última generación”. QUINTA “hay que estar en la onda”. Cruel falacia ésta pues la mitad del mundo no tiene ni luz eléctrica. Y en el primer mundo económico, muchos mayores y algunos jóvenes, basta de estereotipos, están fuera del rebaño de las TIC no porque no sepan, sino porque no quieren utilizarlas. Dicen no y basta. Hay incluso quien las abandona, como quien deja el tabaco, para tener una vida más sana. Un carnicero puede diferenciarse de la competencia con el eslogan “no estamos en Internet, pero tenemos la mejor carne” y un tabernero colgando en la puerta del bar un cartel que diga “aquí no tenemos WIFI, podéis hablar entre vosotros”. Y concluimos con la SEXTA que, argumentada hasta la saciedad, ha acabado por convertirse en la más estúpida, boba y simple de las evidencias: “las TIC tienen muchas buenas cosas”. Pues claro.

La gran puta y sus correligionarios