viernes. 29.03.2024
fp lomce

En principio pienso que voy a repetirme, porque lo he escrito muchas veces, pero me llama a responder el artículo de El Economista “La FP y el mercado laboral: la historia de un divorcio. No obstante, apuesto por esclarecer, no entrando en polémica sino en profundización. Sobre todo porque existen mantras del empresariado, desde todo punto de vista inaceptables en el contexto actual y reivindicaciones sindicales que pueden ser malinterpretadas al utilizar el lenguaje al uso que permite trasmitir mensajes más contundentes. Otras veces se habla de formación profesional pero se trata de la formación continua, que es un derecho, que puede realizarse con financiación pública, pero que debería ser también una obligación de inversiones por parte de las empresas.

Por eso y por otras razones es importante diferenciar y jerarquizar los problemas de la formación profesional tanto inicial como continua, en relación con el modelo productivo, el mundo del trabajo o las específicas situaciones generadas por el mercado laboral o el empleo. Y existen dificultades y errores por ambas partes, como en los divorcios. Se dan en instancias variadas, tienen distintos orígenes y provocan problemas de distintas dimensiones. Nada más perjudicial que buscar causas únicas o soluciones mágicas. Nos centramos en la inicial o reglada.

En el sistema educativo: infravaloración y ausencia de inversiones

1.- La FP en la LOMCE pasa a ser un itinerario de enseñanzas “aplicadas” a diferencia del académico para el bachillerato. Concepción medieval, segregadora del alumnado y que infravalora el nivel de cualificación del grado medio. La FP Básica es una aberración, genera cualificaciones del nivel más bajo, polivalencia y fracasa por su duración, pensada para alumnado con dificultades se incluyen contenidos tradicionales de la enseñanza obligatoria. En realidad, fue un invento del exministro José Ignacio Wert para recibir fondos europeos y bajar las estadísticas de abandono educativo temprano. Hay que eliminarla lo antes posible.

2.- No se pueden equiparar las dificultades o las soluciones del grado medio (se accede con la ESO o Prueba de acceso) con el grado superior (acceso con bachillerato o prueba) ni generalizar para todas las familias profesionales (26) y todas sus especialidades. Tanto por los niveles de cualificación y los perfiles profesionales como por las vicisitudes del mercado laboral o las políticas autonómicas. Es preciso afinar diagnósticos y predicciones sectoriales

3.- Existen fallos de actualización de contenidos, métodos e instrumentos (sobre todo en especialidades tecnológicas o por falta de inversiones) pero los mayores problemas se plantean por falta de plazas (existen títulos de grado superior en Mecatrónica Industrial o en Automatización y robótica pero la oferta es ridícula). Tampoco se han implantado suficientes títulos de grado medio en algunas áreas industriales (en Energía y agua existe 1, en Electricidad y electrónica 2), pero también faltan plazas en otros con demanda del alumnado y de las empresas. Incluso en familias profesionales de servicios ocurre lo mismo, quedando en listados de espera demasiado alumnado. Esta situación en desigual entre Comunidades Autónomas.

4.- Las dificultades para las prácticas del módulo FCT (Formación en Centros de Trabajo) en algunas especialidades son bien conocidas por los docentes que tienen que buscar empresas y que se encuentran con que no se cumplen los objetivos formativos. No incluyo aquí la modalidad de FP Dual porque implica otras dificultades, en la medida en que aparecen otros problemas en función de los modelos, hasta ahora autonómicos.

5.- La segregación de género es excesiva, no se ha hecho nada en muchos años, será necesario modificar estereotipos sociales en las familias y en las empresas, estimulando a las estudiantes desde ciclos anteriores. (i)

6.- Las ofertas para adultos casi inexistentes, por los horarios, por la rigidez (aunque la ley permite programas por módulos) o por la escasez de procedimientos de acreditación de la experiencia laboral y la formación no formal. La valoración para el acceso mediante prueba sólo por la nota es otra incoherencia, cuando hay conocimientos y/o experiencia específicos, cuentan solamente para no realizar una parte de la prueba.

En el mercado laboral: precariedad y subempleo

  1. El empleo que se oferta no se corresponde con las demandas empresariales que se expresan en distintos foros, ni en los niveles de cualificación ni en los perfiles profesionales.
    1. Se ofertan puestos de trabajo con unos requisitos de titulaciones muy por encima de las tareas a realizar (ii), con contratos indefinidos escasos como es habitual y algunos con jornadas parciales. Genera subempleo.
    2. La mayor parte de las ofertas corresponden al sector terciario: comercio, ventas, hostelería, servicios asistenciales, etc. Y hasta este año los perfiles relacionados con la digitalización eran pocos y de bajo nivel.(iii). Podremos ser optimistas si las tendencias que aparecen en el primer semestre de 2018 van consolidándose. (iv).
    3. Cuando se demandan perfiles o cualificaciones no se tiene en cuenta que los estudios de FP duran 2 años, que habría que planificar titulaciones para el empleo a 4 años como mínimo para diseñar, programar, implantar, desarrollar selección de docentes y  escolarización. Y ese nivel de prospección es bastante difícil de realizar de forma muy específica. Depende del modelo productivo y sus cambios sectoriales tanto como del desarrollo científico y tecnológico. Pero es indudable la influencia de la evolución de la economía y del empleo, en suma un contexto difícil de garantizar con todas esas variables, en un mercado cada vez más desregulado y dependiente del sistema financiero.
    4. El empresariado no tiene en cuenta que debe formar para el puesto de trabajo específico mediante su propia inversión, partiendo de una formación inicial científica y tecnológica sólida y duradera, amplia y transferible a distintos ámbitos. Hay que formular consensos en el diálogo social para planificar la FP que necesita el sistema productivo, tanto como la que necesita el alumnado, los territorios, las políticas económicas y en coherencia con las políticas activas de empleo, que deben incluir una auténtica orientación profesional.

Nadie tiene recetas mágicas, todas son orientaciones que deben plasmarse en políticas públicas y compromisos del entramado empresarial, siempre partiendo de las necesidades, posibilidades y desarrollo profesional de trabajadores y trabajadoras, del alumnado y el profesorado. Siempre contando con la financiación adecuada y suficiente, en función de intereses generales, a través del diálogo social. Tareas complejas y dinámicas que serán eficaces en equidad y calidad, si se plantean desde la justicia social, sin dilaciones.

Por otra parte, la importancia de la formación profesional viene siendo reconocida crecientemente. Por un lado se la proclama como derecho fundamental de los trabajadores; por otro, se genera un fuerte consenso en torno a la idea de que la vía alta de la competitividad económica se basa en el valor agregado, la calidad y el denominado «capital humano»; al mismo tiempo, la capacitación es reconocida como un factor de empleabilidad y en cuanto tal, se erige en elemento central de las políticas de empleo. Todo lo cual se incrementa aún más con la difusión de las tecnologías informáticas y el advenimiento de la denominada sociedad del conocimiento (v)".


(i) Ver Proyecto Orienta de CCOO Federaciones de enseñanza  y de industria.
(ii) Ver en Observatorio de las ocupaciones. Perfiles de las ofertas de empleo.
(iii) Ver esas referencias en 2016 y 2017.
(iv) Ver Perfiles de la oferta de empleo 2018. Todo en la web: www.sepe.es
(v) Ermida Uriarte, O (2001): Trabajo decente y formación profesional. Boletín 151 CINTERFOR-OIT

Los problemas de la FP y el famoso divorcio con las ofertas de empleo